De Norte a Sur, un peligro recorre Europa
Resulta comprensible que, como persona de izquierdas, no me agrade que gobierne la derecha. Pero que no me agrade no significa que no lo respete. Todo lo contrario: lo respeto, lo acepto, y soy leal al resultado electoral que se obtiene en las urnas. La democracia propicia, de forma saludable, que haya alternancia en el poder y que la ciudadanía pueda modificar el curso del gobierno en función de sus intereses, deseos, conveniencias, etc.
Y todo es aceptable si se realiza dentro de una atmósfera democrática, por partidos demócratas, capaces de defender sus intereses en el marco de la legalidad y, sobre todo, de los Derechos Humanos.
Aquí es donde surge mi preocupación respecto a lo que está ocurriendo en Europa.
De Norte a Sur, el peligro de la ultraderecha es ya una realidad. Hablamos, lamentablemente, de partidos capaces de reventar el sistema democrático desde dentro, modificando las leyes constitucionales, usurpando la autoridad del Parlamento, apropiándose de la voluntad de la ciudadanía, y haciendo abuso del poder obtenido en las urnas.
¿Acaso no lo hemos visto ya con claros ejemplos como Víktor Orbán en Hungría o Donald Trump en EEUU?
El problema se presenta ahora en Suecia. Y también en Italia.
Los socialdemócratas suecos han sido el primer partido, obteniendo incluso mejor resultado que en las elecciones anteriores, un 30,4%. Pero no ha sido suficiente para frenar el avance de la derecha. El riesgo es que no es la derecha conservadora democrática quien ostentará el puesto de Primer Ministro, sino la ultraderecha que se alzan con el triunfo de ser el segundo partido más votado.
Italia sigue la misma estela. La ultraderechista Giorgia Meloni, fundadora y presidenta del partido Hermanos de Italia, partido de extrema derecha, es en estos momentos la favorita para ganar las elecciones y convertirse en la primera mujer en gobernar Italia.
Los temas que debate la ultraderecha, tanto en Suecia como en Italia, es la inmigración, la criminalidad, el aborto, el papel de la mujer respecto al retorno al hogar y la maternidad, la ruptura con Europa, incluso el ataque a derechos sociales consolidados.
Los mismos temas que hemos visto también en otras campañas europeas como en Francia, donde poco le faltó a la ultraderechista Marie le Pen para alzarse con el poder.
En España, la ultraderecha española parece lejos de alcanzar el gobierno de España, al menos en solitario. Aquí lo haría de la mano del PP, como así lo ha hecho en algunas comunidades autónomas, donde sin ningún empacho, el PP que presume de ser “moderada, liberal y europea”, se abraza a Vox con el fin de obtener gobiernos autonómicos.
¿Será capaz el PP de pactar con la ultraderecha de Vox para tener el gobierno de España? Pues claro que sí, no hay duda.
De hecho, parece que el presidente del Partido Popular Europeo, Mandred Weber, allana el camino a Feijóo y el PP, al apoyar la alianza de toda la derecha en Italia. Y lo que más me sonroja y me hace sentir miedo democrático, mucho miedo democrático, es ver una alianza compuesta por la ultraderechista Meloni junto con dos personajes impresentables como son Mateo Salvini y Silvio Berlusconi.
Aunque, para que el PP haga alianza con Vox, no puede ser (si alguna vez lo ha sido) una derecha moderada, rigurosa, dialogante, … Todo lo contrario. Y así lo estamos viendo con un Feijóo que ha decidido apretar el acelerador, seguir la línea del populismo fácil, el insulto parlamentario, las fake news, el bloqueo constitucional de la justicia, desoír a Europa cuando no interesa, y un largo etcétera.
Es decir, Feijóo piensa que para llegar a gobernar España debe dejar la imagen de moderación y parecer un fan de Ayuso.
El riesgo es que el PP está jugando con fuego permitiendo la consolidación de la ultraderecha, y no solo porque puedan acabar fagocitados como otros partidos conservadores europeos, sino porque la ultraderecha es un peligro para las democracias.
Ana Noguera