España ¿país de paz?
Las guerras modernas tienen la capacidad de producir grandes estragos en pueblos, ciudades y campos, además de desolación y muerte como nunca antes en la Historia, especialmente las agresiones de todo tipo a mujeres, ancianos y niños, tan criminales como inmisericordes. Esto se debe, como siempre, a las tan culpables como irresponsables actuaciones de políticos y militares y el poder disponer sin problemas de armas, cada día más sofisticadas y dotadas con mayor poder destructivo. Deberíamos hablar más, mucho más de lo que se habla, del espantoso gran negocio que supone la fabricación y venta de estas, así como también de que, por ejemplo, España se haya convertido en el séptimo país en el ranking mundial de la fabricación y venta de armas. Esto, sin olvidarnos de nuestra cuota de responsabilidad… y de lo callado con respecto a este tema que se muestran nuestros gobernantes.
¿Qué sabemos de los sucios y vergonzantes millones que mueven y se embolsan no se sabe quiénes por estos lares gracias a la venta y contrabando de armas? ¿Qué sabemos de los oscuros intereses existentes tras esos sangrientos negocios, y de las imprescindibles e innegables connivencias de nuestros diferentes gobiernos con las mafias y cárteles internacionales dedicados al substancioso negocio del tráfico de armas?
En nuestro país no es habitual hablar de estos temas, nos tienen acostumbrados a vivir ajenos a lo militar, a temas de armamento, a creer que eso de la guerra es algo ajeno a nosotros. Nos han enseñado a tener una lejana percepción de que, las guerras, el armamento y la geopolítica mundial son cosas de otros países, países ajenos a nosotros. No nos vemos como responsables de nada: ni siquiera una guerra tan actual y cercana como la de Ucrania nos hace reflexionar acerca de nuestra relación con ella; ni tan siquiera nos planteamos si nuestra implicación debiera ser algo más seria que acoger a unos refugiados y enviar algún tipo de ayuda alimentaria y/o de abrigo a los pueblos damnificados.
Nadie, ningún medio de comunicación, nos ayuda a reflexionar acerca de donde salen las armas que se están utilizando; nadie nos invita a pensar que, ya que alguien las debe estar suministrando, si ese alguien tiene algo que ver con nosotros; tampoco nos hablan de quienes fabrican y venden los millones y millones de proyectiles que se necesitan para mantener las guerras, algunas de las cuales se prolongan bastante más de lo “normal” (si es que en estos temas existe algún tipo de normalidad)
En un estudio publicado hace años leí que, después de la 2ª Guerra Mundial hasta hoy, se venían manteniendo en el mundo, más o menos simultáneamente, alrededor de unas cuarenta guerras distintas y de variadas intensidades. Desde entonces, España, independientemente de regímenes y gobiernos de turno interviene prácticamente, aunque de manera solapada, como parte interesada económicamente. Eso explica que, periódicamente, sin que se nos dé ningún tipo de información, atraque en el Puerto de Sagunto un barco cargado con armas y munición, dirección Este del Mediterráneo. La desinformación sobre este hecho es tan absoluta que, si no fuese porque cuando estos barcos de la muerte hacen escala en nuestro puerto, algunos miembros de Amnesty International y de Greenpeace suelen intervenir realizando algún tipo de perfomance, ni siquiera nos enteraríamos de estas escalas una ínfima minoría.
Existe una herramienta, procedimiento, metodología más eficiente y segura y, a su vez muchísimo más rentable para sus interesados usuarios, que la Violencia o la Mentira. Se trata de la Desinformación: esta convierte en corderos a leones, tigres y panteras… y de paso hace reír a las hienas.
Todo lo cual parece venirle bastante bien al personal, que así consigue hacer dormir más tranquilamente… a su conciencia.
Miguel Álvarez