Abolir, prohibir, erradicar la prostitución
Hoy, 8 de abril, leo en el este Blog un artículo firmado por Enrich Sanchis titulado “Erradicar (que no abolir) la prostitución”. Este artículo me ha conmovido profundamente por dos razones. La primera de ellas porque coincido plenamente con el contenido de dicho artículo y con los argumentos utilizados. Y la segunda porque yo andaba tocado por este tema, ya que, días antes había leído en este mismo Blog con gran disgusto por mi parte, otro artículo publicado el día 11 de marzo también dedicado a este mismo tema de la prostitución. En dicho artículo que venía firmado por una tal Camino Ivars, se nos informa de las reivindicaciones de una plataforma denominada Abolicionistas de Aragón que vienen exigiendo medidas potentes contra la prostitución al ayuntamiento de Zaragoza y otras localidades.
Cuando leí aquel panfleto lo primero que pensé fue escribir un comentario para mostrar mi disconformidad con dicho artículo. Pero un comentario a un artículo, de hacerse, no puede o no parece lógico que sea más extenso que el propio artículo. Aquello lo que pedía era una respuesta en toda regla, un artículo que contestase adecuadamente a unos argumentos idealistas, infantiles, en mi opinión tan falsos como retorcidos en su concepción.
Aquello me hizo desistir porque uno, que ya tiene una edad, está muy cansado de intentar razonar con aquellos que no atienden ni quieren atender a razones. Por experiencia aprendí que, un grupo que integra una plataforma cuyo nombre ya lo dice todo, no es capaz ni, probablemente nunca será capaz, de reconocer algún argumento que vaya en contra de su proclamado abolicionismo. Así que tomé la cómoda decisión de pasar del tema. Pero de este modo quedó intacto el mal sabor de boca que me producía descubrirme a mí mismo como un perdedor comodón, incapaz de luchar por la verdad si esta lucha me podía sacar de mi espacio de confort.
El artículo de Sanchís me sacó de ese impasse y, por ello debo darle las gracias, en primer lugar porque logró hacerme ver y afear mi actitud poco coherente, y, segundo, porque escribió para decir lo mismo que yo hubiese dicho, pero mucho mejor expresado y argumentado.
Para concluir yo añadiría acerca de este tema, que todos deberíamos hacer una reflexión que me parece esencial, sumamente importante: Si estamos de acuerdo con Sanchís, de que la idea de abolir es simplemente una estupidez y, que la idea de prohibir es nefasta y agravatoria del problema ¿qué nos queda?: La erradicación. ¿Solicitamos a los ayuntamientos, tal y como sugiere la dicha Plataforma y otros bienaventurados biempensantes, que liberen recursos y medios públicos para ir parcheando ese tan viejo como irresoluto tema? o, por el contrario, nos planteamos seriamente la cuestión y, después de reflexionar lo que sea necesario, entender que la causa principal, aunque no la única, que hace posible la existencia de la prostitución es la pobreza.
Sí. Piénsenlo. Piénsenlo en profundidad: Si esas mujeres y hombres que se prostituyen tuviesen sus necesidades pecuniarias cubiertas ¿se sacrificarían y continuarían prostituyéndose? ¿Verdad que no? Entonces, si queremos erradicar la prostitución de un modo real y verdaderamente efectivo, luchemos, hagamos todo lo imposible por erradicar su principal causa: la pobreza.
Esto es algo de primero de marxismo.
Miguel Álvarez