Gracias, candidatos
Estando en período electoral y, pensando en aquellos compañeros, convecinos y demás miles de españoles que “se mojan” estando en todas las listas electorales, quiero darles las gracias, estén en el partido que estén, sin excepciones, por comprometerse a trabajar por el país o por su municipio. Y digo en TODAS las listas, porque soy consciente de que muchos de los que están poniendo la cara y participan en estos comicios son gente honesta que creen en lo que hacen y prometen.
Soy consciente también, por supuesto, de que no puedo incluir, y no lo hago, al alto porcentaje de arribistas, sinvergüenzas y aprovechados que también van en esas listas y, especial y generalmente, en lugares de cabeza. Mucha gente está de acuerdo en que esos individuos son un verdadero problema. Y tienen razón… aunque se quedan cortos, porque, si continuasen reflexionando se darían cuenta de que el verdadero problema son ellos mismos. Cualquiera que se percata de un problema real, por ejemplo, que se le sale la cisterna, aunque en un primer momento ponga una toalla para evitar el grueso de las pérdidas, no parará hasta que se restañe adecuadamente la fuga de agua y, si acaso, después tirará la toalla, nunca antes.
Y, sin embargo, en política, esos mismos no reflexionan de la misma forma. Contemplan cómo se les escapa el agua, un bien elemental sin el cual no pueden vivir y ¡lo primero que se les ocurre es tirar la toalla! Después, conocedores de su estúpida reacción, de su apatía, de su meninfotismo, lo “arreglan” con la “justificación”, en el mejor de los casos, de que “no hay nada que hacer”. ¿Cómo que no hay nada qué hacer? ¡Pero si el agua se sigue escapando a raudales! ¡Claro que hay mucho que hacer! ¿Es que eres idiota?
Otra común “justificación” es todavía mucho peor, porque no solo es falsa y tan estúpida como la primera, sino que, además, es altamente ofensiva e injusta precisamente con aquellos que están intentando solucionar tus problemas. La frase es muy recurrente y conocida: “Todos los políticos son iguales”. Siguiendo con el símil anterior, es como si dijésemos: “Todos los fontaneros son iguales” por tanto, ¿por qué llamas al primer fontanero que pillas y, sin embargo, no apoyas al político que mejor te parezca que puede restañar esa vía de agua?
Lo peor de todo es que, aquellos que así piensan, es que saben que lo que dicen no es verdad, que lo utilizan como autojustificación, que ofenden injustamente y a sabiendas a los que sí trabajan y se esfuerzan por el bien común, que contribuyen gravemente a dañar la imagen de su país, de su pueblo, y que son los colaboradores imprescindibles y necesarios de los mastuerzos sinvergüenzas que se cuelan en la política para medrar.
Miguel Álvarez