El fútbol femenino, en guerra: Deseará haber dimitido, señor Rubiales
Rubiales ha declarado la guerra al fútbol femenino. El titular es ese. No se la ha declarado a los políticos a los que ha nombrado, a las instituciones a las que se ha referido o a alguna jugadora en particular. Le ha declarado la guerra al colectivo. Ha roto el pacto no firmado de cambiar después del Mundial, ha perpetuado a Jorge Vilda a sabiendas de que la condición de las jugadoras llamadas rebeldes para volver a la selección era que se quedara en su puesto de Director Deportivo y dejara a Montse Tomé a cargo del equipo, y a Montse la ha relegado a un ascenso -por raro que suene- para que le supiera bien el cambio.
Ha insultado a Jenni y nos ha insultado a nosotros, haciendo ver que se lo buscó. Que se acercó, pegó su cuerpo al suyo, y accedió al «piquito». Nos ha hecho pasar por tontos, como si las imágenes que habíamos visto no existieran. Ha dicho que en el palco estaba alabando «los huevos» de Vilda, no mandándonos a mamar. No ha explicado sus insultos en la radio, aunque no le hacía falta porque seguía pensando lo mismo de todos nosotros. Somos unos gilipollas, unos tontos del culo, unos imbéciles, porque solo pensando eso de nosotros puede creer que nos vamos a tragar sus mentiras. Tampoco ha hecho ninguna aclaración de por qué presionó a Jenni Hermoso para salir en el vídeo con él, ni por qué su gabinete de prensa se inventó unas declaraciones suyas para exculparle.
Se ha referido a un informe remitido por su director de Integridad, Miguel García Caba, en el que se dice que todo lo hecho, bien hecho está. En el que, sin comprender cómo funcionan los mecanismos de respuesta de una persona violentada, se hace alarde de que a Jenni le gustó el beso. Que no fue para tanto. Que no había relación de poder. Porque somos tontos del culo, gilipollas e imbéciles, y podemos creérnoslo. Con ese informe irán al CSD y a la FIFA, irán a cualquier parte, pensando que todos los organismos que están por encima de ellos, son tan bajos como ellos. Que el cuartelillo de pleitesía funciona más allá de las paredes de Las Rozas. Que fuera de ahí van a encontrar a estómagos agradecidos tan retrógrados como ellos. No pasará.
El fútbol femenino acepta la guerra que lanza Rubiales. Ahora, que venga de víctima otra vez. Que alce la voz, tirando de ego y de sus venerados testículos, para decir que aún queda Rubiales para rato. Que quienes le aplaudieron sufran la vergüenza de ver a nuestras futbolistas en pie, dispuestas a luchar por sus derechos y por hacerse respetar. Quienes no vayan a estar a su lado, que se aparten. Esto no es una guerra del «falso feminismo» contra un hombre. Es una guerra en la que el poderoso quiere aplastar al débil, pero no cuenta con que los débiles somos más, y estamos hartos. No va ni de hombres ni de mujeres. A nuestro lado hay hombres venerables y respetables que han luchado durante años por poner al fútbol femenino donde se merece. Y todos sabemos quiénes no están en ese grupo.
Las futbolistas, en sus cuentas personales, han dicho que se acabó. Se esperan más movimientos (actualización 20:00 En un comunicado, las jugadoras de la Selección y 58 más anuncian que no volverán a una convocatoria mientras siga el mismo equipo dirigente). Se acabó, de verdad. Nosotras no empezamos este combate, Señor Rubiales. Nosotras sacamos la bandera blanca, intentamos que se nos escuchara, que se nos tuviera en cuenta, que se nos respetara como personas y como profesionales. Fue usted, su ego, su narcisismo, quien decidió que esto iba más allá del fútbol. Y sí: va mucho más allá. Va de que una mujer pueda ser libre sin que la agredan, sin que la manipulen, sin que la utilicen y sin que mientan en su nombre. Lo hacemos por Jenni, pero lo hacemos por cualquier Jenni que pueda entrar en la selección mañana, por cualquier niña que quiera jugar al fútbol en este país y que hoy ve cómo sus derechos se pisotean desde la más alta institución del fútbol. Grite ahora que no va a dimitir. Deseará haberlo hecho.
Andrea Menéndez
Publicado en Jot Down