Las Fallas son un gran exorcismo. Las llamas consumen los malos recuerdos y suscitan las mejores esperanzas y expectativas. Las Fallas representan la mejor expresión humana del derroche, del exceso, del énfasis lúdico que nos distingue de los demás mamíferos. Las Fallas son la exaltación de la inutilidad. Y no las estoy cuestionando. Todo lo contrario. Lo superfluo, lo innecesario, el arte, para entendernos, nos significa como humanos.
Trabajar un año entero en una escultura gigantesca para luego convertirla en llamas. Es la dialéctica del ciclo lunar. Morir y resucitar. Por eso las fallas arden en primavera. Y por la misma razón la mascletá, la armonía del ruido, el ruido en armonía, emula el temblor telúrico. Y convierte en diversión colectiva el placebo de la guerra.
El estruendo y el fuego representan el pathos. Esta es una fiesta de purificación. Y no me refiero al efecto purgante del alcohol, sino a la posibilidad de convertir en llamas nuestras pesadillas. Exorcizarlas. Hacer vudú con ellas. Oponer a la desgracia la gracia. |
marzo 15th, 2024 at 12:05 pm
Me dio gusto leer esta nota, cual es el contexto sitio ciudad? Soy de Argentina quiero comprender lo puntual, más allá del excelente desarrollo del punto central, gracias