Fernando Fernán Gómez – “El tiempo amarillo”
“El tiempo amarillo”
Autor: Fernando Fernán Gómez
Editorial:Debate. Año: 1990. Capitán Swing: 2015
Fernando Fernán Gómez fue un novelista, guionista, actor, dramaturgo y director de cine nacido en Lima, en 1921, y fallecido en Madrid, en 2007.
Su vida ha estado plagada de incidencias, muchas de ellas ligadas a la escena. Incluso su propio nacimiento en Lima fue accidental. La familia le inscribió en Buenos Aires hasta su nacionalización posterior mucho tiempo después como ciudadano español. Apenas conoció a su padre, un actor de la compañía teatral que compartía con su madre, en una tourné por América.
El tiempo amarillo es un libro de memorias que el actor escribió a finales los años 80, no muy lejos de su máximo reconocimiento, al serle otorgada la medalla de las Bellas Artes en 1980, premio que recibió de manos del rey Juan Carlos.
La obra original esta distribuída en dos partes, la primera recorre sus años desde 1921, cuando nació hasta 1943 y la segunda desde esa fecha hasta los años 90, en que le pone su punto y final en una casa en la sierra de Guadarrama que compartió con Emma Cohen, su última pareja con quien se había casado en los últimos años de su vida. A lo largo del relato quedan recogidos muy buena parte de los registros de la escena española, tanto en el cine como en el teatro, así como en muchos otros aspectos culturales y sociales de buena parte del siglo XX. Los archivos del actor y de Emma Cohen, su pareja, y también actriz de cine y teatro, han pasado recientemente a manos del Ministerio de Cultura.
Su vida fue un tanto accidentada, cuentan que su madre, actriz de teatro, dejó en los primeros momentos al bebé en manos de su abuela, teniendo ésta que desplazarse a Buenos Aires para su cuidado. A los tres años toda la familia se reunió en Madrid, razón por la cual Fernando F.Gómez, siempre recordó y reconoció el esfuerzo a las dos Carolas (Nombre de la madre y la abuela) por los desvelos empleados y el cariño que le otorgaron. Cuenta como la abuela, socialista, a la llegada de la II República se llevó al niño de 9 años a la Puerta del Sol, a disfrutar de la enorme alegría que supuso su proclamación. Su infancia y los antecedentes familiares quedan muy bien recogidos en sus memorias. No fue un buen estudiante a pesar del empeño de toda la gente de su entorno. Cursó la carrera de Filosofía y Letras que no concluyó, fruto de la demanda generada por sus primeros papeles en el teatro, aunque este evento fue recompensado por una voraz afición por la lectura que le abrió el camino de las tablas.
Fernando Fernán Gómez quedó abatido por la guerra civil, sus atrocidades y sus consecuencias. Como testimonio del paso de su vida por ella, nos dejó una obra inolvidable Las bicicletas son para el verano. dejando en estas memorías detalles muy interesantes sobre cómo vivió el conflicto que dividió el país en dos y por cuya sima se precipitaron todos los españoles. Sus consecuencias perduraron en el tiempo y el propio actor acusa recibo de ellas. Algunas de estas situaciones las vivió en carne propia y otras estuvieron relacionadas con otros autores con los que compartió momentos muy singulares. Esos mismos compañeros de escena de los momentos difíciles, le ayudaron a sobrevivir en las penalidades, y en algunos casos de la ruina. Son momentos amargos que cuenta con bastante detalle. Antes de la llegada la democracia de 1977, sus acusaciones y compromisos de antifranquismo, son ya muy explicitos, eso sin contar sus innumerables encontronazos con la censura.
Los primeros pasos como actor fueron muy difíciles, pasando innumerables estrecheces económicas. Hasta que su relación con Enrique Jardiel Poncela y con el director Jose Luis Sáenz de Heredia, sobrino de José Antonio Primo de Rivera, le dieron el empujón definitivo para adquirir las tablas de actor en diversos papeles. Cuenta a modo de anécdota, que los de cura y de militar, curiosamente se pagaban más que el resto, razón por la que los actores los buscaban especialmente.
No llegó a alcanzar un cierto nivel de solvencia económica hasta que Jardiel Poncela no el ofreció un papel destacado en Los ladrones somos gente honrada y cuando José Luis Sáenz de Heredia le ofreció participar en Bambún en 1945 y en La Mies es mucha. Ramòn Torrado le ofreció un papel de guardiamarina en Botón de Ancla de 1948. José Antonio Nieves Conde le ofreció participar en la película Balarrasa, en 1951, con guión de Vicente Escrivá, su mayor éxito. A partir de esos momentos la gente ya le identificaba por las calles, y el comenzaba a vencer su timidez. Sus primeros años de carrera coincidieron con su primer matrimonio con María Dolores Pradera. Con ella tuvo dos hijos, aunque luego se divorció en 1959.
Una vez asentada su vida como actor y en medio de las nuevas relaciones que iba atesorando, llegó la fase de su vida de entrar en el terreno de la bohemia del Café Gijón. Fue el momento de dar rienda suelta a sus aficiones literarias como guionista y escritor se compartió con las visitas asiduas a este entorno a donde acudían actores y escritores, como José García Nieto, Josefina Aldecoa y su pareja, Ignacio Aldecoa, Francisco Rabal, Luis Alexandre y una pléyade de personalidades de todo tipo, incluidas actrices y actores, con los cuales departió innumerables veladas.
Convencido de que Madrid debería ofrecer un premio literario de prestigio como el premio Nadal que se otorgaba en Barcelona, decidió impulsar el premio literario Café Gijón que en la primera edición estaba sufragado con 1.500 ptas a cuenta de su bolsillo. El jurado lo componían algunos de los asiduos del café bajo la tutela de García Nieto. Estuvo vigente esta aventura hasta que el propio poeta le indicó la dificultad de seguir ante las innumerables intrigas que se habían cruzado con motivo del evento. No obstante, a lo largo de esa experiencia salieron a la luz diversas obras y autores, mientras tanto el propio actor pasaba por dificultades económicas que solo pudieron ser aliviados por su amigos del gremio.
La huella del Café Gijón quedó acuñada en su vida, no solo en lo que se refiere al premio, sino en las propias tertulias. Dejó indudables secuelas en su vida hasta el extremo de abandonar, o poner en peligro alguna filmación en Italia con tal de llegar a Madrid a los encuentros de la tertulia. Eran los años en que Fernando Fernán-Gómez visitaba los platós de Cineccittá y los festivales de cine de Cannes con directores como Sáenz de Heredia, Bardem y actores y actrices como Fernando Rey o Analía Gadé en los papeles estelares. Mientras que como actor cultivaba las tablas con obras de teatro como La venganza de D. Mendo, o algunas de Jardiel Poncela y de otros autores que le alimentaron durante mucho tiempo.
Su vida cinematográfica como guionista estuvo a veces compartida con amigos entrañables como Manuel Pilares o con Azcona, ambos animadores del Gijón. Sus papeles de director de cine que fueron saliéndole al paso a medida que su vida en la escena iba cogiendo vuelo. Los años próximos a la transición, en los años 70, las obras dramáticas como Las bicicletas son para el verano de 1977, premiada con el Premio Nacional de teatro de 1978, le otorgaron el favor del público, mientras las obras cinematográficas en las que participó seguían creciendo en su palmarés. Son obras que alcanzaron innumerable valor y muchas de ellas han jalonado su vida como protagonista durante las décadas siguientes. Tan solo a modo de ejemplo basta citar algunas, quizá las mas destacadas, aunque la nómina es interminable.
Ana y los Lobos.1973 con Carlos Saura. El espíritu de la colmena de 1973 con Victor Erice. El anacoreta de 1976 de Juan Estelrich premiada en Berlín. Mama Cumple 100 años, de Carlos Saura. Viaje a ninguna parte, obra que escribió y llevó a la pantalla como director en 1986. La lengua de las mariposas, en 1999 dirigida por José Luis Cuerda. El Abuelo, la obra de Galdós, en 1998, bajo al dirección de Jose Luis Garcí. Belle Epoque de Trueba y Lázaro de Tormes de 1992, en esta última fue premiado como guionista y director en numerosos premios Goya. Premio Príncipe de Asturias de 1995. Miembro de la Real Academia de la Lengua en el 2000.
Ha dejado un legado cultural imborrable en el teatro y en el cine español.
Pedro Liébana Collado