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El héroe de la reconstrucción

En el ensayo “Verdad y política” Hannah Arendt recuerda que Clemenceau, al ser preguntado sobre qué escribirían los historiadores del futuro acerca del origen de la Primera Guerra Mundial, respondió: “Eso no lo sé, pero sé con certeza que no dirán que Bélgica invadió Alemania”. Un siglo después, las certidumbres del mandatario francés sobre la historia parecen excesivas, especialmente en España, país en el que los “hechos alternativos” de Donald Trump se adelantaron veinte años. Desde que Aznar llegó al poder los españoles hemos asistido a los intentos más siniestros de alteración de los hechos a manos de la derecha. Si las falsedades sobre la tragedia del Yack-42, la catástrofe del “Prestige” y la autoría de los atentados del 11-M anticipaban el descaro con el que la derecha perpetró sus innumerables casos de corrupción, negados una y otra vez pese a las evidencias, hoy la cultura del negacionismo es lo único que el partido de Feijóo puede ofrecer como alternativa política y como idea de Estado.

Por consiguiente, Carlos Mazón no solo no ha dimitido ni piensa dimitir, pese a todo lo que ya sabemos, sino que con el respaldo de su partido se dispone a crearse un nuevo personaje: el de «héroe de la reconstrucción». Cierto es que, por ahora, tiene que lidiar con informaciones desagradables que le pintan como un cadáver político, un asombroso incompetente que, como su gobierno, durante la tragedia no supo estar a la altura de las circunstancias, ni tampoco después. Pero no es menos cierto que cuenta con el firme apoyo de Núñez Feijóo y que la industria nacional del infundio se dispone ya a iniciar las tareas de rehabilitación del President. Y si no pudo Mazón reorientar la Televisión Pública autonómica hacia los “hechos alternativos” de tanta solera en su partido cuando más los necesitaba, tiempo habrá para enmendar errores y convencer a los muelles valencianos de que Bélgica invadió Alemania.

En “Verdad y política” Arendt sostiene que “la libertad de opinión es una farsa, a menos que se garantice la información objetiva y que no estén en discusión los hechos mismos”. Ni ha sido ni será la pensadora alemana el modelo ético en que se inspiran las derechas carpetovetónicas. Y siendo obvio que Arendt no puede competir en la España moderna con Iker Jiménez ni con el también paranormal Feijóo a la hora de popularizar valores, esa circunstancia abre hoy grandes expectativas en un partido que contempla impasible cómo los fundamentos políticos de la democracia comienzan a hundirse en medio mundo, pero permiten hacer de Mazón un buen tipo, un hombre cabal, providencial.

Poco necesita Mazón para renacer de sus cenizas en una sociedad en la que no tener memoria ni vergüenza cotiza al alza, la idea de responsabilidad política es una broma y las expresiones populares de descontento son vistas por el partido que ampara al héroe en ciernes como complots de radicales, catalanistas y gentes de mal vivir. Hubo tiempos, no tan lejanos, en que los capitanes se hundían con el barco, pero ya han pasado. Ahora, los capitanes son los primeros en correr hacia los botes de salvamento, disculpando su actitud con toda clase de evasivas (la torpeza de la tripulación, el mal funcionamiento de la Armada, la inesperada aparición de las tormentas) y aun presentando ese comportamiento como una cualidad honorable en medio del naufragio.

Decía esta semana Borja Semper al recordar la gestión del President tras el desastre que había puesto “el cuerpo y la cara” en una situación difícil. Gran verdad. Sobre todo, la cara, cuya pétrea consistencia anticipa las estatuas, quizás ecuestres, que se levantarán en el futuro en los pueblos hoy hundidos en el barro a mayor gloria del héroe de la reconstrucción, una vez liquidados Arendt, Clemenceau y los de su cuerda como referentes de peso y consagrada la desfachatez como único código de conducta posible. Alzado sobre las ruinas, Mazón aparece como el icono de la nueva política que nos espera, una vez vueltas las aguas a su cauce. ¿Hasta cuándo, Mazón, abusarás de nuestra paciencia? ¿Hasta cuándo esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros? ¿Cuándo acabará tu desenfrenada osadía? Como se ve, Cicerón no ha perdido actualidad.

Qué tiene que pasar para que incompetentes y embusteros asuman las consecuencias de sus actos, den muestras de algo parecido a la decencia y desaparezcan del mapa es una pregunta sin respuesta en esta castigada tierra. ¡Indignaos!

J. Monreal
Publicado en Levante.emv

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