¿Los problemas globales estarán en la agenda electoral?. El cambio deI Mapamundi»
Es cierto que los problemas inmediatos generan tal ansiedad que resulta difícil concentrarse en mirar un poco más allá de lo que tenemos encima de la mesa. Problemas nacionales como el conflicto catalán o la desigualdad creciente en España son de tan enorme envergadura que abarcan toda la actualidad e impiden una reflexión serena acerca de otros conflictos que también nos afectarán en un mundo globalizado.
Recuerdo un análisis que realizó Emilio Lamo de Espinosa al inicio de la crisis en 2008 acerca del cambio del mapamundi. Este es el mapa que hemos estudiado durante generaciones. Europa en el centro del mundo siguiendo la tradición del pensamiento filosófico y político del esplendor de la Ilustración. Y España, geográficamente en el centro. Pero, ¿podríamos afirmar que esa es la realidad que hoy se vive en el mundo?
Desde que se inició la crisis económica en 2008, Europa camina todavía desorientada, sin saber cómo enfrentarse realmente a esta situación ni qué recetas son viables para remontar. El llamado “austericismo” alemán, implantado por Merkel, como único jarabe para combatir los años de prosperidad galopante e incluso absurda, no sólo no está dando resultados, sino que está conduciendo a la miseria y a la pobreza a millones de trabajadores europeos, y a una desigualdad creciente e imparable al conjunto de Europa.
No hay ninguna duda que esta crisis trae también unas consecuencias sociales y culturales, en primer lugar, porque también hay un origen cultural en la formación de esta crisis económica. Pero, sobre todo, porque depende de qué medidas apliquemos, de qué decisiones políticas tome Europa, saldremos de una forma u otra.
Decía John Kerry que “el mayor dinamismo de este siglo se está produciendo en el pacífico”. Una declaración que ha finalizado con el Tratado firmado por doce países, (Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, EEUU y Vietnam) para liberalizar el comercio y las inversiones y crear así un área de libre comercio.
Según han destacado los medios de comunicación, “el Acuerdo de Asociación Transpacífico abarca a un conjunto de economías que suponen el 40% del PIB mundial, y supone el primer éxito tangible en la estrategia de Barak Obama del giro al Pacífico, que consiste en centrar la política estadounidense en la región en la que se va a decidir el poder en el siglo XXI, en detrimento de Europa y Oriente Medio”.
Independientemente de las valoraciones acerca del acuerdo, mi pregunta es si EEUU realiza este tratado por miedo a Europa o por indiferencia hacia ella. Probable y lamentablemente sea por lo segundo, porque Europa no está a la altura de lo que el nuevo siglo necesita. Ni demográfica, ni económica, ni internacional, ni políticamente, Europa está elevando su voz.
Europa no es la misma que conocimos ni su papel en el mundo tampoco. Pero EEUU, con el liderazgo de Obama, tampoco es el “papel americano” al que estábamos acostumbrados bajo el mandato de Bush (el imperialismo bárbaro que todavía truena con las consecuencias de la guerra de Irak, y el perdón de Tony Blair reconociendo que quizás el conflicto de Oriente Medio tenga una buena mecha en aquellos acontecimientos).
Recuerdo una anécdota diplomática: la visita de Rajoy a Japón en 2013.
Rajoy no acertó en el saludo y el trato ante el emperador, no supo si dar la mano, quedarse tieso o realizar una reverencia. Mientras que Obama, el hombre de la primera potencia mundial, cumplió a rajatabla y con sobresaliente los trámites diplomáticos. ¿Era una simple postura, son escenografías decorativas sin más? Probablemente haya alguna razón cultural detrás más importante.
Japón es un país extraordinariamente avanzado en tecnología pero también muy tradicional en su cultura. Capaz de honrar a su emperador al tiempo que realiza conciertos con cantantes virtuales que son simples hologramas y llenan estadios (véase Hatsune Miku en youtube para contemplar algo indescriptible de una nueva época). Esas cosas que uno dice: “sólo pasan en Japón”.
Seguramente, Europa no lo entiende, lo ignora o sencillamente lo desprecia. Pero Obama no, porque él es más que el primer presidente negro de un país con una cultura fuertemente racial. Es también el presidente que nace en la orilla del pacífico, por lo que su mirada no se vuelca sólo sobre Europa, sino que las distancias, los lazos comerciales e incluso culturales le resultan fáciles hacia “la otra orilla”.
No sé si somos conscientes de que, en este mundo global, se están produciendo otras relaciones sociales, comerciales, culturales y políticas, en las que Europa ya no está presente
Si tuviéramos que hacer hoy el mapamundi para que nuestros hijos estudien, en base al crecimiento, al desarrollo, al dinamismo económico y cultural, este sería más acertado. Busquemos a España en ese nuevo mundo.
Ana Noguera.