Antonina Rodrigo – «Mujeres olvidadas. Las grandes silenciadas de la Segunda República»
Libro: Mujeres olvidadas. Las grandes silenciadas de la Segunda República. *
Autora. Antonina Rodrigo
Editorial: La esfera de los libros
Año: 2013
Antonina Rodrigo, la autora de esta obra, es una mujer nacida en Granada afincada en Cataluña y entregada a luchar contra el olvido de personajes que han quedado ensombrecidos más allá de la penumbra de la Historia. Siempre ha defendido que contra el olvido solo queda la palabra.
En sus estudios y ambientaciones ha sido capaz de traer ante nosotros las vicisitudes y vida de personas de su tierra de origen, como Mariana Pineda o María Lejárraga, pero también del ámbito de su tierra de adopción, Cataluña, que también ha quedado reflejada con mucho detalle, en las biografías del doctor Josep Trueta o en la figura de la actriz Margarita Xirgú.
Esta obra recoge la apasionante existencia de quince mujeres, que encarnan a cientos, a miles, cuyos nombres levantan infinitos ecos en nuestro horizonte histórico.
La vida de unas mujeres que, a través de sus vibrantes testimonios, de sus escritos, de su obra, nos evocan su liberación cortada en pleno vuelo por una guerra cruel y una represión feroz. Todas ellas son eminentemente representativas, desde la cima de los cargos a la militante de base: mujeres que accedieron a puestos ocupados tradicionalmente por los hombres, en la pedagogía, en la política, en las fábricas, en la legislatura.
María Teresa León peregrinó por el mundo reclamando una patria «pequeña como un patio o como una grieta en un muro muy sólido». María Casares exclamó, por el contrario, que su patria era el exilio. Dolores Ibárruri soñó cada día, como una obsesión, en volver. Volver a oír hablar a la gente, no importa dónde. En algún lugar de España. Zenobia Camprubí, Margarita Xirgu, María de Maeztu y Margarita Nelken murieron en el exilio. Victoria Kent y Federica Montseny no regresaron del todo. Las demás viven de algún modo el peor de los exilios, el moral. El exilio del silencio.
Son figuras de personas que tenían cada una de ellas vida propia, ideologías diferentes, e intereses diversos. Todas tuvieron en común, que fueron pioneras en muchas de sus actividades, y tuvieron, por ello, que hacer frente a incomprensiones y hostilidades añadidas al momento de un trance histórico difícil que les tocó vivir. Muchas, sino todas, tuvieron que pagar por ello un precio muy alto.
Capaces de sobreponerse a todos los contratiempos y sinsabores se afanaron en el empeño para hacer frente a todo, a sus ideales y a sus compromisos, dejando a pesar de ello su impronta en sus respectivos entornos, bajo condiciones, en muchos casos, hostiles.
Todas ellas estuvieron sometidas a todo tipo de sentimientos contradictorios entre el ser y el deber ser, bajo dilemas complicados, en contextos plagados de nostalgia, que a algunas les obligó a vivir hacia adentro. En muchos casos confiando en la esperanza de volver a España. En otros, como en el caso de María Casares, sin ningún propósito de hacerlo.
Son todas las biografías descritas panorámicas vitales primorosamente cinceladas, destacando la autora de esta obra lo más significativo de cada una de ellas, para que el lector tenga una pincelada muy precisa de sus vidas.
El buen biógrafo es aquel que lo hace con simplicidad casi goethiana: con los ojos y los oídos bien atentos. Sabiendo de antemano que ninguna vida puede ser relatada para la posteridad en términos absolutos.
Antonina Rodrigo lo hace con primor de orfebre, sabiendo destacar los brillos y los pliegues.
La prosa es sencilla y seductora, de fácil lectura, con el propósito de que los textos sean seguidos por lectores exigentes, de todas las edades, destacando en cada una de ellos algunas facetas personales, y consignando otras del entorno profesional que marcaron su existencia con una impronta de indudable valor.
Vale la pena detenerse en algunas de ellas para valorar su honda proyección histórica y su sacrificio personal.
Es un texto para la lectura relajada, pero también para el estudio, fundamentalmente, en el ámbito escolar, de unas vidas admirables.
Por ello, el trabajo de Antonina Rodrigo adquiere un valor muy preciso y necesario: la sustitución del tiempo de silencio por el tiempo de la palabra, según indica en su prólogo Montserrat Roig.
Pedro Liébana Collado