Asumamos el Cambio Climático para someterlo
Hace cincuenta años que se habla de cambio climático. Los primeros en hacerlo fueron, sobre todo, climatólogos, biólogos y ecólogos. Nos dijeron que, a causa de los combustibles fósiles, la Tierra corría un grave peligro. A continuación, llegaron los médicos, quienes nos previnieron de los efectos de la contaminación en nuestra salud. Finalmente, ampliaron la información los expertos de otros ámbitos científicos y técnicos para advertirnos de que no solo los combustibles fósiles eran peligrosos, sino también otras energías que contaminaban seriamente el planeta, de manera tal que sus consecuencias se multiplicaban de forma exponencial mediante sequías e inundaciones, y la contaminación de aguas y alimentos a causa de productos químicos como los pesticidas.
Nadie niega ya que el origen de los males que nos aquejan es el modelo económico capitalista, el más depredador de todos los existentes, pues esclaviza a las personas y perjudica a todos los seres vivos. Solo su desaparición y sustitución por otro menos nocivo nos librará del desastre y rescatará al planeta, si bien conllevará profundos cambios en nuestras vidas. Ahora bien, hasta el momento presente, ningún gobierno ha acometido dichos cambios, absolutamente imprescindibles ya; como tampoco ha paliado la pobreza mundial.
Pasos previos a la liquidación del modelo capitalista podrían ser el aumento de los impuestos a las grandes fortunas, el combate sin tregua al fraude fiscal, la liquidación de la corrupción económica y política, la nacionalización de la banca y/o la creación de una banca pública que ayudase a pequeñas empresas y particulares, la suspensión inmediata e indefinida de los desahucios, la implantación de un sistema energético público que redujese la pobreza energética, el mantenimiento de un sistema público de pensiones, la aprobación de una renta básica universal, la confección de una reforma laboral que no coartase los derechos de los trabajadores, la implantación de ayudas a la juventud para que se incorporase a un mercado laboral digno, la derogación de la censura y la represión para ejercer libremente los derechos de manifestación y expresión.
Tras el cumplimiento de dichos objetivos, el sistema neoliberal podría ser sustituido por otro que se centrase en los cuidados, la igualdad, la solidaridad, la liquidación de la competitividad y la instauración del respeto a la Tierra.
En otro orden de cosas pero actuando de forma paralela, cabría concienciar al público de forma progresiva para que «cayese en la cuenta» de que el cambio climático está entre nosotros y hay que frenarlo a cualquier precio.
Si queremos que la gente tome conciencia, deberemos salir a la calle, conocer los intereses que la mueven y conectarla con el cambio climático, y, si lo conseguimos, quizás entonces empezarán a rechazar el consumismo y, con él, el capitalismo. Ahora bien, la herramienta más apropiada para convencer a las personas es el uso del lenguaje más apto para cada grupo y saber lo que hay que hacer y cómo.
Ciertamente, hay obstáculos difíciles de vencer; el mayor de todos, la ignorancia. De hecho, la gente no sabe qué es exactamente el capitalismo ni tampoco el cambio climático, cada grupo humano desconoce lo que ocurre en otros grupos e intenta imponer sus principios, entre un 40% y un 60% de la población ignora la realidad y, finalmente, la mayoría quiere mantener o mejorar su estatus consumista, por lo que se opone a su pérdida.
Por su parte, la neutralización del cambio climático precisa de tres etapas. La primera, pensar el problema individual y colectivamente. La segunda, hablar para acordar un plan y decidir cómo llevarlo a cabo. La tercera y última, actuar. En este artículo me centraré en la primera de las tres.
El primer paso consiste en averiguar si el cambio climático es auténtico y tan grave como nos han contado algunos científicos. Por muy exagerados que nos parezcan, es conveniente que no eludamos la reflexión ni obviemos el debate. Ciertamente, es lo que hacen los políticos en las campañas electorales para no perder votantes. Con ello, demuestran una actitud irresponsable, pues, asesorados por especialistas competentes, podrían abrir un debate democrático bien documentado que neutralizaría a los especialistas pagados por las multinacionales del sector de los hidrocarburos que niegan el cambio climático.
Ciertamente, la irresponsabilidad de gobiernos y organismos internacionales —que dicen hipócritamente que se preocupan por nuestro bienestar— obliga a la ciudadanía a asumir su función. La vía más eficaz es promover el diálogo y el debate en nuestro quehacer cotidiano allá donde lo llevemos a cabo. El objetivo es que sean constructivos, atentos y cordiales para que den fruto. La práctica de un debate eficaz nos prepara para extenderlo a todos los sectores sociales, de manera que crearemos un movimiento social amplio que podrá exigir a los gobiernos una política mundial que afronte los peligros que entraña el cambio climático.
Ahora bien, lo que debe quedar claro desde el primer momento es que el cambio climático es una realidad, tal como afirman los organismos internacionales expertos. Así se ha puesto de manifiesto en el Acuerdo de París y 26 COPs gracias a las aportaciones de científicos especializados en el tema y, por eso mismo, confiar en sus aportaciones.
Por nuestra parte, podemos indagar en Internet quiénes lo afirman —científicos procedentes de la climatología, la química, la biología y la medicina— y quiénes lo niegan (especialistas en meteorología, física o ingeniería financiados por grupos con intereses clave en combustibles fósiles, fundaciones ultraconservadoras y fondos de inversión.
Otra vía de investigación podría ser la extracción de conclusiones tras el análisis de los datos publicados —si son exactos, de dónde proceden, cómo evolucionan con el tiempo— y su comparación con los estándares.
Si bien la mayoría del público no entiende los «detalles» científicos, sí que es capaz de seguir unas líneas argumentales razonadas, lo cual permite vislumbrar la realidad a través de los resultados.
El método científico habitual consiste en observar los procesos del presente y tomar nota de ellos. En el caso del CO2, por ejemplo, los científicos llevan cincuenta años midiendo su concentración en la atmósfera y la relación entre su aumento y el creciente calentamiento de la Tierra. En cuanto al efecto invernadero, llevan estudiándolo más de cien años. Es así como han podido demostrar que existe una relación causal entre la combustión de carbón, petróleo y gas —que libera mucho CO2— y el calentamiento del planeta.
En el polo opuesto —los que niegan el cambio climático—, se aduce que nuestra distancia con respecto al sol, la actividad de las manchas solares y la actividad volcánica son los causantes. No obstante, los expertos han comprobado que dichas teorías no encajan con el creciente calentamiento de la Tierra. En efecto, los científicos se pueden equivocar, pero no suele ocurrir habitualmente, por lo que es arriesgado que sigamos dudando de expertos en un campo determinado. Y no olvidemos que a los científicos les gusta tener razón y lucharán lo impensable para convencernos de sus teorías y neutralizar las de sus contrarios.
Lo dicho hasta ahora no significa que la ciencia sea un dogma de fe, puesto que no existen las certezas absolutas, y los científicos trabajan con supuestos, lo cual no implica que sean de carácter irracional. La climatología es una ciencia muy respetada desde hace mucho tiempo y todos los climatólogos coinciden en afirmar que el cambio climático es una realidad.
Si superamos esta primera etapa, habrá llegado el momento de acordar un plan y decidir cómo llevarlo a cabo.
Pepa Úbeda
diciembre 26th, 2021 at 7:58 pm
Nadie quiere bajarse del consumo y todos queremos VIVIR más y mejor…Es necesaria la pedagogía del cambio necesario de la forma de vivir y de consumir y de las consecuencias. Hay que salir de la Zona de Confort…y hay alternativas eficaces y sostenibles.
diciembre 28th, 2021 at 4:19 pm
Los artículos de este indole nos hacen reflexionar y a comprometernos a difundir e.. . . . sta realidad que me parece muy preocupante.
diciembre 28th, 2021 at 8:56 pm
La ciencia es el saber que ha sido obtenido mediante el método científico, es decir, a través de la observación y los análisis sistemáticos realizados por las personas científicas, que ponen su perseveráncia, su responsabilidad, su ilusión y su tiempo en el trabajo. Si todos los climatólogos coinciden en afirmar que el cambio climático es una realidad, deberemos de actuar frente al despilfarro y la compras innecesarias que contaminan y agotan los recursos de nuestro planeta.
Gracias Pepa por hacernos reflexionar.