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Beneficiarios y víctimas de las reformas laborales

Los economistas neoliberales, la patronal, la mayoría de los medios de comunicación, los «expertos» en capital, los banqueros y los gobernantes conservadores llevan tres décadas diciéndonos que donde el mercado laboral es flexible1, la economía es boyante. Lo que no precisan es para quién… Por el contrario —añaden—, cuando se acepta la presión sindical y una legislación laboral favorable a los asalariados, los empleadores no se arriesgan a invertir porque podrían arruinarse y, en consecuencia, aumentar el desempleo a causa de una cadena de despidos. Otra falacia, porque, en realidad, siguen obteniendo beneficios pero no tantos como quisieran…

Sin embargo, esa defensa de mercados laborales flexibles1 no se corresponde con la realidad. En el sur de Europa, por ejemplo, la aplicación de reformas laborales de carácter liberal ha aumentado los beneficios empresariales sin que haya bajado el desempleo, ha permitido la recuperación de los mercados financieros sin que haya favorecido la economía real y ha enriquecido a patronos y propietarios de capitales sin que haya disminuido el número de pobres, sino más bien todo lo contrario.

Beneficiarios y víctimas

El «relato» neoliberal insiste en afirmar que los países con las tasas de desempleo más altas son los que se niegan a reformar el mercado laboral. En el caso de Francia, por ejemplo, tachan a los asalariados que se oponen de «niños mimados». No obstante, el país vecino lleva sometido a la aplicación de reformas laborales a favor de empresarios, financieros y propietarios más de 30 años. Basta con consultar la documentación pertinente para comprobar que, en 1972, ya legalizó la contratación de trabajadores temporales para satisfacer a los empleadores; en 1979, introdujo contratos de duración determinada; y, finalmente, llegaron los precarios. A partir de 1980, se han quintuplicado los temporales, cuadruplicado los de duración determinada y triplicado las pasantías y los contratos con una subvención del Estado. De 2000 a 2013, ha habido más de 17 reformas y, en los últimos años, el 87% de las nuevas contrataciones son de duración determinada. Por tanto, la mayoría de los trabajadores vive en la precariedad y, a pesar de ello, el desempleo sigue aumentando. Así y todo, hay patrones que aún se atreven a decir que el mercado laboral es demasiado rígido…

La población no es idiota

Y ha constatado que esas reformas ni han mejorado ni mejorarán su situación, pero sí la de quienes las defienden, porque sus riquezas los protegen. También ha comprobado que, en épocas malas, quienes pagan los platos rotos son los ciudadanos, mientras que las empresas mantienen sus márgenes de beneficios bajando el salario o despidiendo a sus empleados.

No podemos, además, obviar, que las personas con contratos precarios o desempleadas quieren lo mismo que todo el mundo: un empleo estable para poder planificar su vida y no que la precariedad sea su única forma de existencia. Por consiguiente, la inmensa mayoría de la población está en contra de esas reformas, mientras que los capitalistas pretenden convencerla de sus beneficios mediante estudios científicos y comparaciones internacionales.

Estudios científicos 

No es cierto que todos coincidan en que la reforma mediante la flexibilización laboral disminuya el desempleo. La misma OCDE2 carece de una opinión clara y cambia regularmente de parecer. En los 1990 decía que había que desregular el mercado laboral; diez años después confesó que no había una relación directa entre flexibilidad laboral y descenso del desempleo.

Las investigadoras Muriel Pucci y Julie Valentin3 demostraron, mediante la elaboración de un inventario exhaustivo, que no se podía confirmar que hubiese una relación directa real entre flexibilidad del mercado laboral y descenso del desempleo; ni que existiese consenso sobre dicho asunto. Hay muchos más estudios al respecto.

Comparaciones internacionales

Los defensores de las reformas laborales afirman que los países que las han llevado a cabo tienen una tasa de desempleo baja, sus ciudadanos son felices, la sociedad en la que viven es muy dinámica y las reformas son necesarias (pero no dicen quién las necesita…).

Ahora bien, las verificaciones resultan difíciles de comprobar de forma concreta porque utilizan como referencia países muy distantes geográficamente de nosotros. Quienes viajan allí suelen permanecer solo en el centro de sus capitales y durante periodos breves, por lo que desconocen el estado ruinoso del resto de la capital y del país, alejado de las principales ciudades.

Un buen ejemplo de cómo pueden cambiar rápidamente de opinión los defensores de las reformas laborales es la información que la CE4 nos transmitía acerca de los beneficios de la liberalidad económica del Reino Unido. Pero, en 2016, el país votó  año el Brexit… A partir de entonces, nos confesaron que había dos millones de personas mal nutridas, un millón tenía contratos de cero horas5, servicios públicos inexistentes, zonas damnificadas por el desempleo y desigualdades territoriales y de ingresos de caída en picado desde hacía 30 años.

Otro buen ejemplo de información tergiversada son los Estados Unidos, donde el 1% de la población recibe más del 20% de la renta nacional; donde las reformas laborales de Reagan en los 1980 permitieron que un 1% aumentara sus ingresos un 150% a lo largo de los últimos 30 años frente a un 15% para el 90% de la población restante; y donde los salarios eran tan bajos que se tuvieron que inventar préstamos6 para apoyar el consumo.

Finalmente, la aplicación de la Jobs Act de Mateo Renzi en Italia se convirtió en una catástrofe social a pesar de sacar a 500.000 personas de las estadísticas de desempleo. Pero a costa de convertirlos en aprendices (incluso en edades avanzadas) o bien concediéndoles unas pocas horas laborales al día. El ciclo temporal consistió en: desempleado, trabajador precario, desempleado nuevamente…

En los tres casos, los perdedores de la liberalización económica votaron lo que no les convenía: la salida de Europa, a Donald Trump y a Melloni respectivamente. Tanto el Brexit como el triunfo de Trump y de Melloni, fueron tres advertencias importantes de los daños que ocasiona el modelo liberal, ya que excluye a la gran mayoría de individuos. Cada vez más ciudadanos responden votando los peores representantes para sus auténticos intereses: los partidos de extrema derecha. Francia, Grecia, Portugal, España, Hungría, Polonia…

En todos los casos, pues, el mercado laboral flexible se acompaña de una pobreza permanente y un crecimiento de las extremas derechas. Pero, ¿qué lleva a un número creciente de ciudadanos empobrecidos a votar a partidos cada vez más derechizados? La actitud de los guardianes del modelo liberal que estigmatizan e insultan de forma creciente a los votantes tachándolos de racistas, xenófobos, rústicos, alcohólicos, maleducados, ancianos, obreros y campesinos.

Conclusión

La flexibilización del mercado laboral conduce a la pérdida de derechos salariales, pero nunca los patronales y accionariales.

Donde se han impuestos las reformas, el desempleo ha pasado por una «reducción estética»: los desempleados se han transformado en asalariados precarios, los empleos precarios no han pasado a ser estables, las ganancias del capital han aumentado, los mercados financieros están eufóricos y los pobres han seguido siendo igual de pobres o aún más.

1 Los mercados laborales flexibles se caracterizan por escasas intervenciones del gobierno, despidos fáciles y mano de obra ocupacional y geográficamente móvil que se adapta a los requisitos que el patrono le impone: propuestas cambiantes, horarios amplios, contratos laborales temporales, trabajo desde casa, flexibilidad salarial, mano de obra no sindicalizada, menor crecimiento salarial, mayor incertidumbre laboral y más beneficios empresariales.
2 Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
3 Investigadoras de la Universidad de París Panthéon-Sorbonne.
4 Comunidad Europea.
5 Contratos indefinidos sin horas pagadas garantizadas ni salario mínimo.
6 Los subprime (préstamos de alto riesgo), donde el desempleo era bajo, pero la ayuda alimentaria no dejaba de aumentar.

Pepa Úbeda

  1. Fina Oliver Says:

    Quan la gent perd l’esperança, vota a la dreta, al feixisme.

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