Botiflerismo en la Iglesia Valenciana
Ya lo sabemos, y por eso lo celebramos. El 9 de octubre de 1238, protagonizado por el rey Jaume I y siguiendo la dinámica histórica ya iniciada, empezamos a formar parte de la cultura occidental y cristiana. Nacimos a una forma distinta de entender la vida. Una nueva cultura impregnaba y orientaba la política, la concepción religiosa de la vida y las relaciones internacionales. Uno de los botones de muestra más distintivos ha sido y es el valenciano, lengua que nos hermana con nuestros vecinos y nuestras vecinas del norte y del este insular.
Desde entonces hemos tenido épocas esplendorosas en lengua y cultura, y decadencias notorias. Los dos altibajos más desgraciados han sido el Decreto de Nueva Planta de 1707 y, recientemente, la larga noche franquista. No obstante, la discutida Transición del ’78 propició la recuperación del valenciano que, gracias al impulso de muchas instituciones y a la fidelidad del pueblo, vuelve a florecer de nuevo como rasgo distintivo de los valencianos y las valencianas.
Sin embargo, como miembros de la Iglesia de València hemos de lamentar la nula predisposición que tiene esta institución hacia el valenciano. Al menos podemos afirmar que, de todas las instituciones significativas del País Valenciano, la Iglesia es la más refractaria ¡Menuda broma!
Los responsables de esta desvalencianización han de ser conscientes de lo que eso conlleva. Una Iglesia que ignora el valenciano, está favoreciendo que mucha gente valenciana ignore a la Iglesia y lo que ella significa. Sencillamente, una autodescalificación y un grave pecado de falta de inculturación.
Por todo ello invitamos ardientemente a los responsables eclesiásticos a revertir radicalmente esta situación y propiciar la edición en valenciano de los libros litúrgicos y de los catecismos. Al mismo tiempo es imprescindible la formación y la competencia lingüística de los candidatos al ministerio sacerdotal, así como el reciclaje general del clero.
Somos un País que tiene una historia, una cultura y una lengua que hemos de conocer, respetar, valorar y servir. Sin salvación humana no hay salvación cristiana. Convirtamos, pues, el 9 de Octubre en una fecha de inflexión para que la lengua del pueblo valenciano llegue a ser lengua eclesiástica.
València, octubre de 2018
Grup de Seglars i Rectors del Dissabte