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Carmen Martin Gaite – “Entre Visillos”

Libro: “Entre Visillos”

Autora: Carmen Martin Gaite

Editorial: Austral. Año: 2012

Carmen Martin Gaite fue una escritora, traductora y profesora de Universidad  Sus aportaciones literarias fueron muy notables. Nacida en Salamanca en 1925 muere en Madrid en el año 2000. Su literatura expresa ese afán por coser los hilos de una trama desde el inicio de una idea hasta el final del relato. A partir de ahí, dice la autora, la obra está en manos de los demás. Ha escrito columnas para periódicos y colaboraciones. Como traductora también ha hecho aportaciones, entre otras de la obra de Natalia Ginzburg.

“Entre Visillos” es una obra en que se recoge el retrato de situación de una época y de una generación. Es la historia del franquismo en muchas de sus costumbres y sus normas. Es la descripción de una juventud paralizada sino aplastada por la Dictadura. En esos momentos la mujer quedó anulada en sus derechos respecto a sus antecesoras de la época republicana, en que disfrutó de libertades y prerrogativas. Se puede observar que su espacio social y vital ha quedado reducido a casarse, ser madre y a cuidar de la familia. Es una vida “Entre visillos” como el título de la obra.

En su narrativa  ha recogido como ejemplo esa peculiaridad singular que se daba en ese tiempo en muchos ámbitos pero sobre todo en las costumbres. Del cortejo y los usos amorosos dentro de los cánones de la moral individual y social escribió “Usos amorosos en la postguerra española”, que recoge muchos de los detalles de este asunto. Velar por el cumplimiento del ideario franquista era el deber mas importante impuesto por Régimen como claves de su dominio social. Su ideología estaba basada en el patriarcado, en la sumisión de la mujer al varón en todos los órdenes civiles, sociales, económicos y políticos. Su único objetivo vital de estar al servicio de la reproducción. Todos estos postulados estaban calcados de los principios de la Iglesia Católica, inspiradora de todos los detalles para cubrir, con garantías, el dominio social de la población. Eran unos cánones estrictos, impregnados y esculpidos por la moral católica que se extendían por todos los rincones del país y que afectaban al sujeto desde que nacía y era bautizado, hasta la ceremonia de su muerte.

Hay otras narraciones de esta autora que marcan el escenario en el que se desenvuelve sociológicamente la sociedad española, dando cuenta en ellos del lado intimista de muchas vidas en su tiempo. Se puede seguir este análisis social e individual en narraciones y otros textos como “Desde la ventana”, “De tu ventana a la mía” o “El cuarto de atrás

En el caso de “Entre Visillos”, la obra fue galardonada con el premio Nadal de 1957, se presentó a ella con seudónimo y no dijo nada a su marido, Ignacio Sánchez Ferlosio, escritor como ella, que en esos momentos se encontraba en el café Gijón, punto de encuentro de muchos escritores de la época. Es otro de los autores de la generación de los 50 que también coronó su trabajo como escritor con éxito de critica y público.

Con esta obra Carmen Martin Gaite inició su camino como escritora abandonando un cierto interés por la historia que materializó mas adelante con la publicación de la reconstrucción y de la investigación del  “El proceso de Macanaz”.

Son los momentos de los bailes de salón y las tardes de toros o de fútbol. La vuelta a casa antes de las diez de las muchachas y lutos aterradores de año y medio después de un óbito en las adultas. Cine, mucho cine. Noviazgos por carta, largos e inacabables, pulseras de pedida, y suspiros de pésame. Ideales de burguesía sumisa, sumergida en el conformismo, y con criada en casa en los hogares de los de posibles, con la encomienda de recibir a las visitas. Camas turcas y costureros, cogidas de las medias en la tienda, Peinetas y velos en la misa. Biombos en las casas, mesas camillas, braseros y sillones de oreja, y en las familias pudientes, cócteles y aperitivos en lugares elegantes, y abundantes dosis de hipocresía.

Carmen Martin Gaite los conocía muy bien porque su padre era notario en Salamanca, aunque fue educada por preceptores y no fue a colegios de monjas. Su padre no comulgaba demasiado con los principios religiosos de la época. Su gran experiencia fue matricularse en un Instituto y acudir a la Universidad de Madrid para formarse. Estos ambientes a los que les abrió el ojo y esculpió su mente en otra dirección. Solo podían acudir en esos años muy pocas personas a los estudios, ni siquiera al Bachillerato, Esto estimuló sus aficiones a los libros y a cultivarse marcando nuevos horizontes.

Su licenciatura en Filosofía y Letras y su amistad con Ignacio Aldecoa cambiaron sus gustos y empezó a frecuentar el café Gijón, lugar de encuentro y del fermento de intelectuales y artistas que compartían idénticas o parecidas inquietudes por ese tiempo.

Todo esto abrió en ella el interés casi entomológico por escribir en sentido realista todo lo circundante y para dejarnos una crónica de esos años. No juzga, no condena la actitud de los pudientes, de la clase conservadora y rancia , sino que tan solo la analiza y describe como un notario.

Reproduce hechos, conversaciones, escenarios, pensamientos y palabras que nos permiten conocer la realidad del statu quo y las rutinas más frecuentes.

Es un collage que parte de los personajes de un Instituto y que le permiten describir una fotografía social de ese mundo gris de provincias. De ahí parte la autora para componer los personajes. Pablo Klein el profesor de alemán que llega al Instituto. La ingenua Gertru, la insatisfecha y compleja Elvira, la tímida y estudiosa Natalia, la indecisa Julia, la frustración permanente de Mercedes. Todos esos sujetos se mueven en un tiovivo que avanza en círculos sin progresar como en las ferias. En una capital de provincias, anodina y aburrida donde nunca pasa nada en medio del clima circundante de opresión y cautelas. La cosa no daba para más.

La autora analiza las palabras, los pensamientos, los escasos hechos y se centra en los diálogos, en la opresión y estrechez de miras de los personajes, el clima de opresión y la cortedad de objetivos sociales propios de una pequeña burguesía anclada en lo mas profundo del inmovilismo.

La narradora no juzga mi toma partido, solo describe un paisaje. Y en medio de ese cenáculo la mujer vive, si cabe, un clima aún más anóxico. Debe estar sometida, sin ambicionar un futuro ajeno a la familia, aceptar su papel de subordinación en el hogar, permanecer doblegada aunque existan padres inflexibles o novios ausentes. La aceptación de la infidelidad conyugal debe aceptarla o cuando menos conllevarla, sin romper el vínculo porque no está permitido, pero ni siquiera la separación, porque está mal visto socialmente. Son mujeres que deben aceptar su destino sea cual fuere este, sujetas a valores externos sin apostar por su independencia y sin platearse riesgos fuera de su entorno. La vida para ellas es una prisión invisible. Solo les quedan sus hijos las que los tengan, para volcar en ellos sus frustraciones.

Esa congelación de la instantánea descrita por la autora tan solo se modificará sociológicamente con algunos cambios. La llegada de turistas con los años 60, que permitieron conocer otras costumbres y otros modos. Los planes de desarrollo del Sr López Rodó, que abrieron algunas opciones económicas entre algunos segmentos de la población, ensanchando los márgenes disponibles. Era la ruptura a cámara lenta de la Dictadura que tan solo entreabrió la puerta hacia la transición política, pero que solo llegó a culminar finalmente, no sin forcejeos, con la muerte del Dictador en 1975.

Pedro Liébana Collado

 

 

 

 

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