Carta a Pedro Sánchez
Señor Sánchez:
Hace algunos años, se lo dije en otra misiva, que muy probablemente no leyó, y que se titulaba Sánchez, se valiente.
Es cierto, a juicio del que esto escribe, que sin la irrupción tan abultada de la ultraderecha, el pacto de gobierno y la culminación exitosa de la investidura, no habría sido posible.
Es cierto que sin la miopía política del Partido Popular, tratando de evitar la hemorragia de votos, posicionándose más a la derecha y compitiendo con Vox, para tratar de retener a una parte de sus votantes, los resultados que hoy tenemos, no habrían sido posibles.
Es también de sentido común que los catastróficos resultados de Ciudadanos, arrojándose al despeñadero por tratar de jugar al malabarismo político, hoy no tendríamos un gobierno progresista.
Todo lo anterior, mayor o menormente discutible, son condicionantes que han servido, o, mejor dicho, han conducido al resultado que conocemos.
No obstante, y a pesar de todo lo anteriormente expuesto, tengo que decirle que se ha comportado usted con valentía ante las voces de las viejas glorias de su partido, siempre azuzándole a un compromiso con la España conservadora. Que ha sido capaz de mantener cohesionado a un partido que ya en otros tiempos demostró su capacidad de venderse a la derecha y eso, también, Señor Sánchez, es algo que debemos agradecerle y ponderarle.
Quiero hacerle consciente que las lágrimas de Pablo Iglesias son las lágrimas de muchos españoles, que han visto cumplido el sueño de poder asistir a un cambio en la estructura de una sociedad que estaba asfixiando a la población, a esa gente que madruga todos los días para levantar un país y que ha sido despreciada, robada, engañada y expoliada.
Las lágrimas de Pablo Iglesias son las lágrimas de muchos que se quedaron en el camino, sin poder ser testigos de lo que hoy nos está ocurriendo.
Señor Sánchez, sólo le ruego una cosa: no defraude esas lágrimas.
Víctor Chamizo
Artículo publicado en Nueva Revolución