He sido, y soy, un firme defensor de la celebración del referéndum sobre la independencia de Cataluña (podéis leer aquí, o aquí, mis artículos referentes a este asunto). No obstante, me resulta extraordinariamente escandalosa la conjunción de fuerzas que se están aliando en aras de un fin común.
No acabo de entender que durante los tres últimos años, ideologías tan dispares como la de CIU, ahora CDC, y ERC, se asocien con un solo y único objetivo: la independencia. No concibo, bajo ningún punto de vista que la independencia, por sí sola, vaya a solucionar los problemas de los catalanes, que, dejemos de engañarnos, son los mismos que los del resto de los españoles, y, casi, si me apuras, de los del resto de la UE.
El tema de la independencia catalana, con todo lo de legítimo, y de respetable que tiene, no es si no, en este instante, una fabulosa tapadera para que la burguesía catalana, liderada por los partidos conservadores de esa región de España, enjuague sus miserias de corruptelas y corrupción, desviando la atención hacia otro lado.
¿Cómo es posible que la izquierda haya sido capaz de caer en esa trampa y de hacerle el caldo gordo a la derecha aburguesada de Cataluña? ¿Cómo es posible que la izquierda salga a la calle en masa, a pedir la independencia, repito, legítima y respetablemente, y no sean capaces de moverse por los recortes en la sanidad, en la educación, por el deterioro del empleo, por el rescate a la banca que jamás será reintegrado, y por tantas otras cosas, de las que también son responsables los dirigentes de la Generalitat? ¿De verdad hay alguien con el juicio suficientemente despierto, que piense que todos esos problemas van a solucionarse repentinamente, una vez conseguida la independencia?
La independencia es un derecho absolutamente legítimo de los pueblos, incluso del ser humano individualmente: a nadie se le puede obligar a pertenecer a un club al que no quiere. De acuerdo en eso. Es algo esencial, absolutamente esencial, pero la izquierda en Cataluña ha perdido por completo el norte, y le está entregando el poder a la derechona que, probablemente con un estilo muy distinto a la derecha rancia de la España profunda, va a continuar defendiendo y practicando las mismas políticas reaccionarias y conservadoras.
La coalición catalana se ha lanzado al precipicio. Bueno, es un reto, y sinceramente, me produce admiración el arrojo y la valentía que están poniendo en el proyecto. Pero, sinceramente tengo mis dudas acerca de si, al final, cuando “pinten bastos”, la formación conservadora no dará un paso atrás y dejará sola a la izquierda, para que la trituren: el dinero es muy miedoso.
Víctor Chamizo
Artículo publicado en Rompamos los grilletes