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¡ Cuánto dolor ha traido la lluvia !

No es este el artículo que me hubiera gustado escribir esta semana. Ojalá no hubiéramos vivido esta DANA.

Desde la Comunidad Valenciana, desde mi Valencia, damos las gracias a todas las personas que preguntan que nos ha pasado; a los medios de comunicación que están manteniendo las noticias de forma permanente; y, muy especialmente, a todos los profesionales que están jugándose la vida rescatando personas.

Desde aquí, mandamos también un abrazo de solidaridad a las otras zonas afectadas de España.

El recuento que se realizará a partir de los días posteriores será terrible en cuanto a daños económicos. Y lo que aún no podemos saber es el número de víctimas que, de momento, a las 9 de la mañana del miércoles 30, se habla ya de 51 personas fallecidos, y son datos provisionales.

De momento, hoy, la mayoría de quienes podemos teletrabajar o estudiar no salimos de casa para dejar las carreteras despejadas porque hay muchos pueblos inundados, a los que no se puede acceder.

Pensamos siempre en el Mediterráneo como un lugar de sol, luz y calor, de buena vida y dieta mediterránea. Y así es, salvo cuando la naturaleza se enfada y ruge con tal fuerza que arrastra todo lo que está a su paso.

En 1983, ya cantaba el cantautor Raimon:

«Al meu país la pluja no sap ploure:
o plou poc o plou massa;
si plou poc és la sequera,
si plou massa és la catàstrofe.

Efectivamente, hemos pasado el verano con un calor extremo y con problemas de sequía en numerosos municipios, especialmente del sur de Alicante. En cambio, el calentamiento del mar Mediterráneo y la subida de temperaturas provoca nuestras conocidas y, cada vez, más intensas “gotas frías”.

Hoy mismo, 30 de octubre, después de estas bárbaras precipitaciones estamos a más de 20 grados.

Cada vez que esto ocurre nos viene a la mente otros episodios ocurridos. Nuestra región ha sufrido 22 de los 55 episodios de mayores precipitaciones de lluvia registradas en España desde el año 1900.

El primero fue el 28 de septiembre de 1949, cuando, por ejemplo, el barranco del Carraixet se desbordó violentamente, causando estragos en localidades como Bétera, el municipio donde yo vivo.

Sin duda, la tragedia más conocida y la más devastadora es la conocida como La gran riada de Valencia, en 1957, con más de 80 fallecidos.

El 20 de octubre de 1982 llegó a Valencia otra de las grandes riadas al desbordarse la presa de Tous, con 9 muertos y 3000 millones de euros en daños. Cayeron hasta 1000 litros de agua por metro cuadrado, encabezando el ranking nacional de máximas precipitaciones en 24 horas del último siglo.

En el siglo XXI, ya hemos tenido tres gravísimos episodios: a finales de octubre del 2000 llegó otra gota fría otoñal, que afectó especialmente a la provincia de Castellón y el norte de Valencia. En septiembre de 2009 las lluvias dejaron estragos, sobre todo en la provincia de Castellón. Y, en 2019, el sur de la Comunidad Valenciana registró la peor gota fría de su historia, que afectó a La Vall de Albaida y la Vega Baja, con lluvias que obligaron a desalojar a miles de personas durante días.

Siempre ha existido la gota fría en nuestra Comunidad, pero que cada vez son más próximas en el tiempo y muy intensas es ya una realidad.

El Mediterráneo es el mar que más rápido se calienta del mundo, un 20% más rápido que la media mundial. La ‘tropicalización’ del Mediterráneo es ya una realidad que podemos observar en la pérdida de biodiversidad o la degradación de los hábitats marinos. Al menos, han aparecido cerca de 1000 especies invasoras que han desplazado a las autóctonas. Las altas temperaturas y el incremento en la frecuencia e intensidad de las tormentas están transformando también el fondo marino. 

La temperatura en el Mediterráneo se encuentra ya a 1,5ºC por encima de los niveles preindustriales, y las previsiones son todavía peores, dado que para el año 2040 se estima que el aumento de la temperatura se situará en 2,2ºC y, para el 2100, en 3,8ºC.

A esto se debe añadir un descenso de entre el 10% y el 30% de las precipitaciones durante la temporada estival, convirtiendo el clima de la región en mucho más extremo y potenciando sequías, olas de calor y más incendios.

El Mediterráneo es uno de los puntos más vulnerables afectados por la crisis climática. Esto nos provoca grandes choques como las sequías permanentes, la escasez de agua dulce al mismo tiempo que graves inundaciones cuando hay DANA.

Lamentablemente, hoy hablamos de agua salvaje. Pero, cada vez que llega la primavera y aumenta la temperatura, nuestro miedo se traslada a graves sequías y a los incendios. Porque de eso también sabemos, aquí en nuestra región, y, lamentablemente, en el conjunto de España. Incendios devastadores, furiosos, casi imposibles de controlar.

Hoy no tengo muchas palabras más para la reflexión y el análisis. Seguramente eso llegará mañana.

Hoy debemos atender a las víctimas, a los que sus vidas han cambiado radicalmente, a quienes han perdido familiares, a quienes han perdido sus viviendas, sus negocios… a quienes hoy su vida ha sido arrasada por el agua.

Ana Noguera

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