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Daniel Sueiro – “Estos son tus hermanos”

Libro: “Estos son tus hermanos”

Autor: Daniel Sueiro

Editorial: Argos Vergara

Año: 1977 ( 1981)

Daniel Sueiro fue un periodista y escritor nacido en 1931, en la localidad gallega de Rois y muerto en Madrid en 1986.

Está considerado un escritor perteneciente a la generación de los 50 por su narrativa encuadrada dentro del realismo social. Tuvo problemas con la censura como muchos de los escritores de esa época hasta el punto que esta obra Estos son tus hermanos tuvo que ser primero editada en México en 1965 antes de ser conocida en España. Su publicación en España se retrasó a 1977 y 1981. En ambos casos tuvo dos prólogos diferentes.

En otros títulos el autor aborda temas espinosos para la época. En “La noche mas caliente” denuncia el caciquismo rural y también figuran en sus obras referencias a la crueldad de la pena de muerte. Sus obras se pueden leer con la mirada de referencia de un trabajo literario comprometido y un cierto tono de protesta. Fue al final de los cincuenta Premio Nacional de Literatura (1959) con su obra Los conspiradores que se publicó años después. Dejó constancia también como escritor de cuentos y por sus ensayos y reportajes como periodista.

En el caso de Estos son tus hermanos la narración se extiende a un tema tabú  en su tiempo como era la vuelta de los exiliados. Años después volvió a tocar el tema en Toda la semana y mas tarde abordó el tema del caciquismo en el mundo rural en La noche mas caliente.

En este caso de Estos son tus hermanos el argumento se basa en la presencia de un exiliado que llega a una ciudad de provincias a reencontrarse con su familia. Esa llegada no esperada provoca un movimiento de sorpresa inicial y de recelo, cuando no de rechazo, después. A través de su familia, Antonio, el protagonista, observa el microcosmos en que ha quedado la ciudad que dejó tras su salida hacia Francia y la evolución durante mas de 20 años de esa sociedad, ya de por si, gris y aburrida.

Todo sigue igual o más decaído si cabe. Le sorprende que a diferencia de la sociedad francesa. aquí se ha detenido el tiempo. Es una estampa en sepia. Esta vez bajo el férreo puño de las autoridades, éstas han frenado las perspectivas de cambio social, y no figuran entre sus intereses modificar nada de la foto inicial. Tampoco está en el imaginario colectivo subvertir lo establecido, y desde luego, el horizonte de sus habitantes es plano tal y como lo han concebido los nuevos administradores.

En ese devenir empieza a percibir al poco tiempo el rechazo de sus propios familiares hacia su presencia y lo que ello representa dentro del contexto del pueblo.

Pasados los primeros momentos de sorpresa y de alegría, acaba notando la perturbación que su llegada deja en todos sus actos. Su presencia ha supuesto en los más próximos una alteración de su estatu cuo que acabará por tornarse en un perturbable y progresivo rechazo.

Después de la vuelta a casa, y pasado el momento de alegría, su madre en su agonía le adjudica la caída en desgracia de la familia dentro del ambiente creado por el nuevo régimen. Su viejo pasado está marcado por el compromiso político republicano lo que le coloca en situación de proscrito social a pesar de que no haya causa contra el y disponga de pasaporte. No obstante, su presencia es vigilada. De hecho la policía lo visita y le advierte que no puede cambiar de residencia sin avisar y sin declararlo. Este control policial era cosa frecuente en ese tiempo.

Su cuñado empieza a recelar de que su hijo se encuentre seducido por su tío al que tiene idealizado. Su almacén de telas puede ser objeto de disputa cosa que el exiliado no ha pretendido en modo alguno insinuar nada al respecto. Hasta su vuelta se ha ganado el sustento con clases de francés. Todo el ambiente entre vecinos y amigos queda perturbado y todo el mundo se pregunta para qué ha vuelto y cuáles son sus objetivos.

España se ha convertido en esa larga noche de piedra en un pozo de odios que es fomentado por los vencedores de la guerra civil para sostenerse y seguir manteniendo las riendas de su influencia todos los días del año entre la población. Ese sentimiento se torna como mínimo en un recelo y después en un rechazo social sobre todo lo que suponga novedad o modernización.

Esa nube tóxica de maledicencias y sentimientos encontrados se trasmite a la juventud y todo lo nuevo se convierte en una sorda lucha por asimilarlo dentro de los parámetros sociales imperantes, convirtiéndose en realidad en una atmósfera irrespirable.

El personaje de Antonio, entre tanto, marcado por su pasado de combatiente republicano, es pacífico, tan solo desea olvidar y empezar de nuevo su vida en la tierra que le vio nacer. Su relato es un testimonio desgarrado por empezar una nueva vida y buscar un nuevo destino. Solo desea sortear los peligros que le van acechando y buscar acomodo en ese futuro sobre el que la propaganda oficial pretende construir una nueva España.

Abrirse paso en esa ciénaga irrespirable constituye un tobogán de sorpresas en su entorno y en él mismo y hace que el protagonista tenga que pasar por situaciones muy incómodas cuando no manifiestamente injustas.

El acoso llega a ser tan imperativo que se acaba manifestándose en señalamientos y amenazas que culminan en una abierta agresión una noche y en unas pintadas en el domicilio familiar. La culminación de su detención, adquiere las características de un sordo alegato en contra y la aparición de unos anónimos, finalmente, determinarán la estampa final de una triste realidad social, donde se mezcla la persecución hacia el forastero, la presión política y las ambiciones de los más próximos. La última emboscada envuelta en los anónimos recibidos le empujaran a su última decisión. El protagonista, Antonio Medina, decide abandonar. No es posible convivir en un ambiente tan turbio en que el pasado y las ambiciones familiares marchitan la convivencia y empujan a la decisión definitiva de provocar su exclusión.

Esa denuncia social que Sueiro practica a través de su literatura en este relato. Era una característica de la Dictadura la clasificación y marcaje del individuo en su vida cotidiana. Afectos, desafectos e Indiferentes. Ese era el limitado espacio que se ofrecía y sobre él se sucedían los acontecimientos y según estos parámetros, se establecían los innumerables obstáculos que debía superar el sujeto. Bajo ese paraguas estaban situadas las mínimas condiciones de libertad para poder hacer real el proyecto de vida de cada uno.

Este asunto aún fue peor y mas constreñido en el caso de que la persona fuera mujer. Para ellas las normas sociales venían marcadas por la Iglesia Católica. Eran preceptos, si cabe, mas leoninos. Sabiendo que atando a las mujeres se ataba la sociedad circundante, el poder entregó la formulación de las normas sociales a la jerarquía eclesiástica, otorgándole en la práctica un cepo en donde quedaban atrapadas sus aspiraciones vitales. Nada escapaba a sus parámetros. Su entorno privado hacía que a las angustiosas condiciones de su género, se añadieran las variables de su viejo compromiso político.

De hecho todas estas causas fueron determinantes en las escasas posibilidades de retorno al país de muchos de ellos. De tal suerte que solo muchos exiliados y exiliadas aspiraron a sobrevivir, esperando que la sombra del dictador declinara. Su muerte tuvo lugar en 1975. Los que sobrevivieron, y no todos, lo hicieron después de 1977. La mayoría no pudieron hacerlo porque tuvieron la fortuna de rehacer sus vidas en otros países como México, Venezuela, Argentina o Francia y declinaron volver a pesar de sus sentimientos, o lo hicieron solo en vacaciones cuando cayó la Dictadura

Pedro Liébana Collado

 

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