Democracia y Capitalismo en caminos divergentes
Mientras Europa y EEUU están preocupados, con razón, con la guerra en Ucrania, el mayor problema actual que está generando muertos, desplazados, destrucción y una crisis galopante en los países desarrollados, China termina su congreso realzando la figura de Xi Jinping quien parece haber dado una vuelta de tuerca a su mandato, y consolidando un liderazgo férreo.
Desde el comienzo del siglo XXI, China desborda todas las previsiones tanto económicas, de colonización de territorios como tecnológicas. Hace mucho que China dejó de ser un país en desarrollo para ser una potencia líder. Y no solo China, sino que el crecimiento de Asia está siendo exponencial comparado con el de Europa o EEUU.
Lo cierto es que China ha conseguido penetrar en todo el mundo. No hay país ni territorio que no esté invadido por inversiones chinas. Ya no es el país que “copia”, que “imita”; ahora es una potencia tecnológicamente fuerte y desarrollada que compite como segunda potencia (y en algunas cuestiones como primera) en cualquier ámbito industrial y comercial.
Cuando digo que invierte en cualquier parte del mundo, así es. Hasta en EEUU. El grupo chino Fufeng Group ha comprado 121 hectáreas de tierra cultivable en Estados Unidos, junto a una base de las Fuerzas Aéreas estadounidenses. (Ver el artículo de Miguel Ángel García Vega en El País https://elpais.com/economia/negocios/2022-11-08/pekin-extiende-sus-tentaculos-economicos-asi-coloniza-africa-y-latinoamerica-con-una-lluvia-de-millones.html).
Eso se produce después de haber “colonizado” tanto América Latina como África. China es el primer inversor de América Latina. “El comercio chino alcanzó en 2021 unos 450.000 millones en la región y se espera que supere los 700.000 durante 2035. China es el mayor socio comercial, después de Estados Unidos, de América Latina”.
Lo mismo ocurre en África. Desde explotación de recursos naturales, deudas bancarias, infraestructuras financiadas con préstamos,…
La presencia de China en tantos países en desarrollo está modificando el orden internacional, puesto que, aunque China no pretende desestabilizar gobiernos, lo que sí genera es la influencia de situarlos en su órbita ante decisiones de peso mundial.
Bajo la gran expansión china, realizada bajo una sibilina y silenciosa diplomacia, surgen dos problemas graves:
- El primero, referido al crecimiento militar de China. Una cuestión hermética que impide conocer exactamente cuál es el ejército y la inversión militar que realiza Xi Jinping. Pero sí se sabe que sus presupuestos aumentan considerablemente, además de los avances en tecnología de misiles, armas nucleares e inteligencia artificial. Resulta difícil de creer que el gigante chino no esté también rearmándose. De hecho, el presidente chino ha ordenado que la modernización de las fuerzas armadas esté acabada en 2035.
- El segundo problema está en la extensión y profundización de las democracias. El sistema político democrático no es algo que interese a Xi Jinping; más bien al contrario. Lo que ocurre es que tampoco parece interesar a muchos de los países que China va colonizando. Los tentáculos chinos suponen también que se antepone la eficacia económica a la eficiencia democrática. Todo ello hace mella además en unas sociedades que aumentan su polarización provocada por los extremos políticos, donde la ultraderecha, desde EEUU a cualquier país europeo, crispa el ambiente, fabrica cortinas de humo que incendian el malestar, y cuestionan las decisiones e instituciones democráticas.
El capitalismo del siglo XXI no es el que conocimos en el siglo pasado. Es bien diferente.
Hemos de cambiar una percepción que se asentó en la segunda mitad del s.XX cuando se asociaba capitalismo (libertad de mercado) y democracia. No sé si esa ecuación existió alguna vez, pero hoy se ha roto.
El capitalismo actual tiene varias esferas de actuación. En una liga, se encuentran las naciones, y en otra bien diferente las grandes potencias que no son solo gobiernos sino también personas, los ultrarricos. Por ejemplo, ¿quién compite por el control del espacio? EEUU, China y … Elon Musk. ¿quién compite por la inteligencia artificial y la neurociencia? Y así un largo etcétera.
Y, en esta competición no se habla de democracia. No hay preocupación por las reglas de juego políticas: es pura competencia descarnada por repartirse el pastel del control económico y de poder del futuro inmediato, sin ni siquiera libertad de mercado.
Resulta irónico pensar que todavía se asocia el capitalismo con la libertad de mercado, y más increíble resulta asociar capitalismo y democracia cuando sus caminos han tomado senderos divergentes.
Ana Noguera