Desde mi terraza
Desde la atalaya de mi terraza, en mi confinamiento, veo, escucho, leo, observo cómo la gente más cercana a mí, la gente con la que me relaciono, vive cada vez más asqueada.
No se trata solo de la pandemia, los fallecidos, las limitaciones que nos impone el confinamiento… que también, sino que, además, estamos sufriendo una ola de bulos, (fake news) que ya nos tienen más allá de la vomitera. Es increíble la de millones que se está gastando el facherío (toda esa campaña cuesta pasta) en llenarnos la cabeza de mierda.
Y están recurriendo con la mayor de las desvergüenzas a todo aquello que les pueda ser útil. Si hay que gastar tiempo y dinero para difundir un falso documento que “demuestre” que el padre de Pablo Iglesias es un asesino, pues se hace, ¿que luego hay que pagar miles de euros de multa por injurias y calumnias? Pues se pagan. ¿Cuál es el problema? A esos “periodistas” especialistas reincidentes en falsas acusaciones y libelos no se les despide. ¿Quién paga esas sustanciosas multas? Esas cantidades no pueden salir de un sueldo…
y.. ¿Quién mantiene en nómina a esos tertulianos que INDAgan en los basureros para luego sacar inmundicias en los divanes del plató achacándolas a los líderes de izquierda más destacados y que, cuando se les desmontan sus infundios recurren a Venezuela o a lo bolivariano? Venezuela sí es importante. Por cierto ¿quien está realmente informado y conoce lo que sucede en Venezuela? Mejor aún ¿conocemos a alguien a quien le importe lo que sucede en Venezuela?
Conozco a personas que, sorprendidas y asqueadas de este ambiente se preguntan si es que nos han tomado por imbéciles, y, de ahí deducen que el facherío se ha vuelto loco. Error. Deducción equivocada. Es cierto que en el facherío el porcentaje de tarados es más alto que la media, pero los que son sus jefes no lo están. Y esos jefes, que disponen de caros gabinetes de estudios sociológicos y políticos, SABEN que esta campaña les funciona, y no están dispuestos a esperar de brazos cruzados cuatro años para conseguir lo que las urnas les niega. El “calumnia que algo queda” y otros métodos, peores o más sucios, les vale como presión para que el gobierno piense que se la juega en cada medida que toma: los criticaron por tardar en tomar decisiones frente a la pandemia y ahora los acusan de haberse precipitado. Todo les vale.
¿Nos han tomado a todos por imbéciles? Ellos saben perfectamente que no es así, pero que haberlos haylos y, a esos, pobres, los llevan mareados.
¿Conclusión? La de siempre: esta gente ama mucho a SU España, pero los españoles les importamos un pimiento.
Miguel Álvarez