«Después de conocer a Mujica, solo pienso que debe haber otra manera de vivir la vida»
Entrevista con Antonio de la Torre
El actor interpreta al ex presidente uruguayo Pepe Mujica en ‘La noche de 12 años’, una película de Álvaro Brechner que revela más de una década de prisión, incomunicación y torturas de este hombre y dos de sus compañeros del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros.
Doce años. ¡Doce años! estuvieron presos, incomunicados en celdas separadas y aisladas, diminutas, a veces encapuchados y atados, mal alimentados y en terribles condiciones higiénicas. “Como no pudimos matarles, vamos a volverles locos”. Pepe Mujica, ex presidente de Uruguay, y sus compañeros Eleuterio Fernández Huidobro, ex ministro de Defensa, y el escritor y periodista Mauricio Rosencof, dirigentes y guerrilleros del Movimiento para la Liberación Nacional-Tupamaros, sobrevivieron a esas condiciones límites durante toda la dictadura cívico-militar en Uruguay y salieron en libertad con sus convicciones más fuertes que nunca.
No se volvieron locos, encontraron la forma de alimentarse íntima, emocional y psicológicamente, y cuando ‘resucitaron’ al mundo siguieron trabajando en su país por la libertad y la justicia. El cineasta Álvaro Brechner narra ahora esos doce años, basándose en los testimonios de los protagonistas, en La noche de 12 años, una película que se estrenó con la presencia de Pepe Mujica en el Festival de Venecia y que después pasó por el Festival de San Sebastián. Antonio de la Torre (Mujica), Chino Darín (Rosencof) y Alfonso Tor (Huidobro) son los actores principales. El primero habla en esta entrevista de lo que ha significado este trabajo para él.
“Hice un primer viaje a Uruguay en 2016 para hablar del proyecto con el autor y luego nos vimos con los tres protagonistas reales. Diez días después Eleuterio Fernández Huidobro murió. Antes, nos había dicho que lo que más le dolió fue cuando, ya encarcelados, los militares se rieron de ellos y les soltaron: “¿Y estos son los que iban a cambiar el mundo?”
¿Qué ha significado para usted esta película?
Para mí ha sido un viaje conocer a estas personas, gente de una talla moral superior. Moralmente están en otro lugar.
En España no vivimos, precisamente, unos tiempos de moralidad intachable…
Pero, por ejemplo, Manuela Carmena cuando se presentó… Ella tiene esa altura moral. Esperanza Aguirre lanzaba dardos y ella se elevaba. En España necesitamos superar el odio. Necesitamos superar el diálogo derecha-izquierda, necesitamos una dinámica para avanzar. Y esto no lo digo solo yo. Mi hija va a un colegio público en Sevilla y los padres de otros niños, gente como nosotros, gente normal, dirían lo mismo que yo. Al ser humano le preocupa la vida.
¿Le contó Mujica cómo sobrevivió a esos doces años?
Me dijo que sobrevivió con mucha rutina y el pensamiento en esencia de cómo es la humanidad. Me dijo: “Sobreviví gracias a la convicción política”. Y luego me dijo: “Yo trabajo de a trueno a sabiendas de que es para otros la llovida”.
Y usted ¿cómo ha sobrevivido emocionalmente a esta película?
He salido de ella, y después de conocer a Mujica, pensando que tiene que haber otra manera de vivir la vida. Me preocupo mucho más. Hago footing, lucho contra la invasión de plásticos. Ahora, por ejemplo, he leído Despilfarro (Tristram Stuart) y estoy profundamente preocupado por el derroche descomunal en el planeta.
¿Qué más le quita el sueño?
El nacionalismo. Es absurdo. Deberíamos vivir en los EE.UU. de la humanidad. Y el planeta. Tenemos la tarea urgente de salvarnos como especie.
Entonces ¿qué piensa de la falta de responsabilidad de los seres humanos?
Es que es una obligación de cualquier adulto. No entiendo a los que dicen que no les interesa la política, por ejemplo. El acto moderno de la vida es político. Es inaudito que un adulto no asuma responsabilidades.
Se actúa con el alma, ni con la voz ni con el gesto. Tuve que trabajar el acento uruguayo, me ayudó Pilar Castro, pero lo importante era atrapar el alma de Pepe Mujica. Intenté que no sonara a pastiche y dar al personaje una verosimilitud y un acercamiento. No puede ser banal lo que hagas como actor. Esta película no es sobre el Mujica político, es la historia de un hombre en su soledad, tratando de pelear por la supervivencia.
En realidad, ¿hoy todos deberíamos estar peleando por la supervivencia… del planeta, de la especie…?
Sí. Sobre el hombre pende la incapacidad para aceptarse y surge la violencia. De un grito se pasa al asesinato, a las guerras… Es la historia de la humanidad.
¿Cómo se puede cambiar?
Hace falta cultura, un conjunto de valores para que una sociedad conviva en paz, educación moral y emocional. La sociedad es tu familia, hay que entender eso. En España hoy tenemos un problema grave de convivencia en Cataluña y la corrupción sistemática, pero yo soy optimista. El 15-M fue un soplo de aire nuevo, hay cosas esperanzadoras, cayó el gobierno anterior, ahora se está revisando qué se hace con el Valle de los Caídos… Quiero ser optimista.
Seguro que tratar con Mujica ha sido muy enriquecedor. ¿Ha aprendido mucho?
Muchísimo. Un día le pregunté cómo se superaba la vanidad, cómo se hacía para no sucumbir a ella. Me contestó con una frase de Jorge Cafrune: “La vanidad es yuyo malo que envenena toda huerta”.
Begoña Piña
Artículo publicado en Público