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Día Internacional de la Mujer. Reflexión de Luis Filloy Palmero

CARTA ABIERTA A LAS MUJERES. PREGUNTAS QUE NOS HACEMOS

¿Cómo podemos reparar la vejación que se ha infligido a la mujer desde hace miles de años?

¿Cuál es la mirada (creencias, comportamientos, actitudes, educación, entorno familiar, social y cultural, etc.) que tiene la mujer respecto al hombre?

¿Cuál es la mirada (creencias, comportamientos, actitudes, educación, entorno familiar, social y cultural, etc.) que tiene el hombre respecto a la mujer?

«Sucede que la mirada ingenua toma al mundo “externo” con el propio dolor o la propia alegría. Miro no sólo con el ojo sino también con el corazón, con el suave recuerdo, con la ominosa sospecha, con el cálculo frío, con la sigilosa comparación. Miro a través de alegorías, signos y símbolos que no veo en el mirar pero que actúan sobre él así como no veo el ojo ni el actuar del ojo cuando miro». (1)

¿Cómo haremos para complementar los diferentes pensamientos, sentimientos y formas de acción de mujeres y hombres para construir una sociedad plenamente humana?

«La propiedad sobre mi estructura psicofísica se da gracias a la intencionalidad, mientras que los objetos externos se me aparecen como ajenos a mi propiedad inmediata y sólo son gobernables mediatamente (por acción de mi cuerpo). Pero un tipo particular de objeto es el cuerpo del otro al que intuyo como propiedad de una intención ajena. Y esa extrañeza me coloca “visto desde afuera”, visto desde la intención del otro. Por ello, la visión que tengo del extraño es una interpretación, un “paisaje” que se extenderá a todo objeto que lleve la marca de la intención humana aún cuando haya sido producido o manipulado por alguien actual o pretérito.

En ese “paisaje humano” puedo anonadar la intención de otros considerándolos prótesis de mi propio cuerpo en cuyo caso debo “vaciar” su subjetividad totalmente o, por lo menos, en aquellas regiones del pensar, el sentir, o el actuar que deseo gobernar de modo inmediato. Tal objetivación necesariamente me deshumaniza y así justifico la situación por la acción de una fuerza mayor no controlada por mí (la “Pasión”, “Dios”, la “Causa”, la “Desigualdad natural”, el “Destino”, la “Sociedad”, etc.)». (1)

Experiencia personal

Me crié en un ambiente rodeado de mujeres (madre, abuela, bisabuela y hermana), pero los hombres (padre, abuelo y tíos) los sentía lejanos.

Los valores que incorporé hasta los 12 años eran matriarcales: cariño, ternura, protección, comprensión, amor y aspectos más externos como la comida, el vestido, la limpieza, etc.

Más tarde en el colegio con los amigos esos valores fueron sustituidos por el deporte, las «niñas» y lo externo (ropa, imagen, prestigio, etc.).

Comenzaba la incorporación al mundo patriarcal, los sentimientos quedaban relegados y era el prestigio (la carrera, el dinero) lo que comenzaba a peraltarse.

Esta «ruptura» produjo en mí una confusión y una contradicción que he arrastrado durante décadas.

En este momento, rescatándola dentro de mí ese afecto y esa humildad, me podido reconciliar con mis más queridas mujeres: madre, abuela y hermana. Y aunque las dos primeras no están aquí conmigo, las siento y las necesito para sentirme más «humano» en la relación personal.

Y cerrando el círculo con la primera cuestión trato a las mujeres y a los hombres con todo el afecto que me es posible y en mi cabeza siempre ronda aprender de las mujeres.

Qué bien que tengo algo de mi madre, qué bien que tengo algo de mi abuela, que bien que tengo algo de mi hermana, qué bien que tengo algo de mis amigas, compañeras de trabajo, vecinas, etc.

Publicado por Luis Filloy Palmero

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(1) Del libro «Paisaje Humano». Autor: Mario Luis Rodríguez Cobos. Pseudónimo SILO. www.silo.net

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