El bien común
Si las previsiones demográficas se cumplen, en el año 2020 la población mundial se acercará a 8.000 millones de personas. A pesar de las más de veinte reuniones que el G7 ha mantenido desde su creación, los siete países más ricos del mundo han demostrado una y otra vez ser incapaces de resolver los problemas de los humanos. Está claro que lo que de verdad les interesa es SU crecimiento económico, SU competitividad y SU riqueza.
Está más que demostrado que SUS desvelos obedecen a cuestiones destructoras, aniquiladoras del bien común, solo les interesa potenciar políticas que hagan de los valores propios de la economía del mercado capitalista la referencia exclusiva, la medida de lo bueno, lo útil y lo necesario.
El medioambiente está en un momento crítico, de alarma naranja, y, el planeta no deja de degradarse a pesar de los compromisos firmados y Agendas 21. Siendo así ¿cómo es posible que nadie reaccione ante el cataclismo que con toda seguridad se avecina? La cosa es muy fácil de entender, solo basta que respondamos a las siguientes preguntas: ¿Cuándo crees que hablan en serio los de arriba? ¿cuándo hablan de medioambiente o cuando hablan de competitividad y rentabilidad financiera?
La respuesta es clara, esta gente cuando ven esas imágenes tan bellas de nuestro Planeta Azul, esas que nos envían los astronautas desde el espacio, no ven lo que tú y yo: ellos, utilizando el cristal con el que siempre miran ven un inmenso Mercado. Consecuentemente todo debe estar al servicio de La Santa Trinidad del Dios Mercado, a saber: más liberalización, desreglamentación y privatización.
Solo habría una posibilidad de evitar la evidente catástrofe que nos amenaza y que cada día parece más irreversible: apartar del poder a esas clases dominantes ciegas y estúpidas que solo tienen como objetivo el ganar todo lo de prisa que puedan cantidades incontables de dinero. Tendríamos que apartarlos del poder, más que nada para curarnos en salud y para curarles a ellos de su propia enfermedad.
El planeta, nuestro mundo, se salvará, ya lo ha hecho otras veces, tiene muchos recursos. Los que no tenemos salvación somos los humanos si no hacemos un esfuerzo titánico para cambiar radicalmente el rumbo que nuestras malas decisiones han dado a nuestras propias perspectivas de futuro. Tenemos un gran problema, prácticamente irresoluble, la peor hipoteca que pudiéramos tener: aquella que afecta a la salud de nuestro Planeta Tierra.
Sabido es que las hipotecas se suelen pagar con mucho esfuerzo y sacrificio y esto es lo que tocaría hacer hoy. Solo hay un modo de evitar que todo se vaya a la M: pensar a nivel planetario, pensar en el Bien Común, ponerlo todo, TODO, al servicio de ese Bien Común: poner como objetivo prioritario que la Humanidad se salve de sí misma.
Si así fuese tendríamos alguna posibilidad de salvación, pero es evidente que tenemos pocas posibilidades por no decir ninguna de que tal cosa ocurra. Yo por mi parte, aunque solo sea por mi salud mental y equilibrio emocional pienso seguir siendo, mientras viva, pueda y me dejen, biencomunista.
Miguel Álvarez