El Campo
Durante una semana nos han aturdido desde la tele con los problemas del
campo que de pronto se han puesto de manifiesto con motivo de ,las varias
manifestaciones y concentraciones de algunos agricultores. Y digo de algunos no
porque fueran pocos, sino porque no eran todos y especialmente por la ausencia clara
de los campesinos no propietarios, los jornaleros, los braceros. Es, además, necesario
resaltar que estos problemas no son de ahora sino que vienen agravándose año tras
año con el gobierno de Rajoy, pero, incapaces de protestar ante los que consideran
suyos, las derechas, aprovechan que ahora se encuentran con un gobierno
aparentemente más débil, para ver si consiguen algo de lo que solicitan porque
cuentan con el apoyo cerrado de las derechas y de la inmensa mayoría de los medios.
Por cierto que hablando del campo como si toda la agricultura fuera lo mismo
los comentaristas de todo y tertulianos de quien les pague se han lanzado a averiguar
donde está el origen de los males del campo y nos han ilustrado con toda clase de
encuestas, sin caer en la cuenta de que no hay un único campo sino diversas formas
sociales de agricultura que están siendo devoradas por un capitalismo creciente.
Por ejemplo, cuando nos han sacado en los periódicos y en las teles sus
gráficos se han olvidado de un dato revelador. Y es que alrededor del ochenta por
ciento de la agricultura española se dedica a la exportación, especialmente a Europa.
Así que de nada vale mostrar como el producto se encarece de mano en mano hasta
que llega al super, porque la realidad de los precios de compra se determinan en
función de los precios de venta en Europa, que son los mayoritarios y que por principio
estos precios de compra están alrededor de los costes de producción porque para eso
está subvencionada la agricultura por la PAC, no con fines económicos sino para que
siga constituyendo el grupo social más numeroso de apoyo a las derechas.
Para acabar de entender lo que pasa hay que estar a la evolución y crecimiento
del capitalismo español a partir de los años sesenta, de los planes de desarrollo. Lo
primero que produjeron fue la emigración incontrolable de los jornaleros que
abandonaron sus pueblos para irse a las ciudades donde pagaban salarios mucho más
altos que los que podrían obtenerse en el campo. A continuación vino la emigración de
los pequeños propietarios que a veces tenían que emplearse como jornaleros para
subsistir. Sus tierras fueron simple y llanamente, abandonadas. Unos y otros fueron
sustituidos por emigrantes con o sin papeles.
Del resto, los más poderosos se pasaron al capitalismo y organizaron (ellos
solos o en unión con otros) empresas que empezaron a competir con otras de origen
industrial o de servicios que invadieron el terreno tradicional de los campesinos. De los
que quedaron, los antaño ricos del pueblo, la mayoría ha ido capeando el temporal
recurriendo a la sobreexplotación de la mano de obra (por lo general muy indefensa)
o malviviendo con las subvenciones europeas o han ido vendiendo activos no agrarios.
Ahora viven furiosamente con la contradicción de rebelarse contra un gobierno
de izquierdas exigiéndoles que lo sean de verdad y se salten a la torera los sagrados
principios del mercado al que las izquierdas no reconocen capacidad normativa; y. al
mismo tiempo, siguen con su corazón a la derecha tratando de revivir los viejos y
amables tiempos del franquismo en los que su palabra era la ley.
A ver si alguien se da cuenta de cual es el origen de Vox. Es claro que no es
solo esto porque hay que añadir todo el fascismo de muchísimos autónomos y las
nuevas clases medias, ambos grupos sociales también muy dañados por los avances
del capitalismo.
Juan García Caselles