El (esperado) último verano de los restaurantes de la playa de València
El Ayuntamiento da luz verde a la renovación de los merenderos que salpican la primera línea de la Malvarrosa aunque sus propietarios aún no tienen claro cuándo empezará la obra
A las once de la mañana, con el sol armándose de valor, los camareros de los restaurantes de la playa de la Malvarrosa de València preparan las terrazas. En la mayoría el servicio comienza a mediodía, aunque hay otros que sirven desayunos y almuerzos desde primera hora, como la conocida franquicia de bocadillos de logotipo amarillo y negro a la que no paran de entrar chavales con mochila. Tostadas y zumos, algún café con leche, a pesar de las altísimas temperaturas de esta semana y, en el aire, mucho inglés e italiano en conversación entre las mesas que miran al Mediterráneo.
El turismo ha colonizado València y también su litoral, que prepara un intenso lavado de cara para 12 de sus restaurantes. Son los edificios que se suceden en la Malvarrosa, frente a la discoteca, el hospital o el instituto que presiden su primera línea, y hasta el inicio de la playa de la Patacona.
Tras años de intentos, de idas y venidas, el Boletín Oficial de la Provincia (BOP) ha publicado recientemente la aprobación definitiva del Plan Especial de Ordenación del Paseo Marítimo que permitirá la renovación y ampliación de estos merenderos calificados como “elementos singulares”. Sus propietarios, que correrán con los gastos, podrán modernizar y homogeneizar sus instalaciones, y ajustarlas a las condiciones exigidas por la Demarcación de Costas.
Ahora ciertamente no hay ni uno igual. En unos se exhiben en la fachada las fotografías de los platos, otros se enmaderaron, en otros la tipografía es distinta… Con el cambio, todas las edificaciones mantendrán una imagen exterior homogénea, con el color blanco como predominante en las fachadas y el uso de carpinterías exteriores de aluminio de sección reducida.
“Va a ser un gran cambio, y València lo va a notar. Y eso que yo al principio no quería asumirlo, pero somos una asociación y vamos todos a una”, explica Vicente, propietario del antiguo Casa Zaragoza, ahora renombrado El Chiringuito. Tercera generación de hosteleros –“mis abuelos están en la playa desde 1963”, cuenta con orgullo-, trabaja con su mujer y sus hijos en un negocio del que no puede dejar de hablar.
¿Será este el último verano tal y como conoce el local?, preguntamos. “¡Uy! Eso no lo sé. Nosotros estamos en la segunda fase de la reforma. Si esto fuera una paella te diría los tiempos, pero en una obra… no tengo ni idea. Pero tengo fe, eso sí”, explica.
Ahora los restaurantes solo tienen planta baja y arriba, almacenes, “donde hace muchísimo calor”, añade. También un baño. Con la reforma se prevé una habilitación de terrazas en la primera planta, por lo que la ocupación máxima que crecerá considerablemente (pasará a ser de 229,30 metros cuadrados), con una terraza superior de 144 metros cuadrados cubiertos y cerrados con acristalamiento y otros 85 descubiertos.
El coste, según este empresario, podría alcanzar los 500.000 euros. Una inversión de altura que tensa también a los hosteleros, implicados y convencidos de que será una mejora para todos. Aún así hay quien explica que le da un poco de pereza meterse en “semejante berenjenal”.
Lo cuenta uno de los propietarios del restaurante Luz de Luna, que también tirará abajo tabiques y techos. Hijo de hosteleros de playa, criado en los antiguos merenderos que se asentaban en la arena, ve próxima su jubilación, pero confía en que su hija disfrute los beneficios de una reforma que busca atraer mayor clientela y mejores tiempos. “La financiación casi la tenemos, pero son muchos años de esperar esta reforma”, admite.
El presidente de la Asociación de Restaurantes de la Playa de La Malvarrosa, José Miralles, espera que todo vaya bien para “lograr el objetivo pronto”. Un “pronto” que lleva alargándose ya bastante tiempo, pues el Plan Especial de Ordenación del Paseo Marítimo se aprobó en 2015 y su modificación, siete años después, con Joan Ribó aún en el gobierno de València.
En marzo de 2022 se autorizó una modificación propuesta por la Asociación de Restaurantes de la Malvarrosa para facilitar la renovación de los restaurantes, construidos en los años 90. La idea de renovarlos ya venía de lejos, y hoy los trabajadores y propietarios reconocen que les hace falta una transformación porque el sol, el viento y la cercanía al mar también han hecho merma en ellos.
Em 2022, la entonces vicealcaldesa y concejala de Desarrollo y Renovación Urbana, Sandra Gómez, aseguró que aquella autorización de la modificación era un paso “muy importante y muy esperado por la Asociación” y auguró que aquel mismo año se podrían desarrollar las obras.
Dos años después, y un cambio de gobierno mediante, los merenderos siguen esperando ese lavado de imagen en la playa urbana más emblemática de València. Mientras, los turistas van y vienen, entran, piden, toman y se van al mar, porque ya se sabe que el sol y la playa son irrenunciables sea del color que sea el chiringuito que los acompañe.
Curiosidades: Sus baños seguirán siendo públicos
Tal vez el usuario de la Malvarrosa no sepa que puede entrar libremente a los baños inferiores de estos restaurantes, pues son de uso público. Y seguirán siéndolo con la reforma, ya que el Plan Especial de Ordenación del Paseo Marítimo establece que “la planta baja reservará 30 metros cuadrados a los servicios higiénicos sanitarios de uso público, que estarán separados por sexos y con aseo adaptado según la normativa, con acceso exterior desde el Paseo Marítimo, mantenimiento y limpieza a cargo del concesionario, apertura horaria igual que el restaurante y forma de acceso a diseñar, para evitar mal uso de los mismos y los actos de vandalismo”.
Neus Navarro
Publicado en La Vanguardia