‘El Kremlin’, las bodegas abandonadas en Alboraia que enfrentan a vecinos con una promotora
Metrovacesa proyecta un nuevo barrio con más de 1.000 viviendas junto a las bodegas abandonadas, que aspira a convertir en un centro cultural para Valencia al estilo de Bombas Gens
«Nos da miedo que a la larga nos pongan un centro comercial o un hotel», señala la portavoz de la Asociación de vecinos de La Patacona, que plantea diseños alternativos sustituyendo las bodegas por una plaza pública
Explica el reputado arquitecto Juan Herreros que las bodegas Vinival tienen un “enclave privilegiado”, ubicadas como están entre la huerta norte de Valencia y su siempre hermosa playa. Se observan al circular por la V-21 como ese edificio imponente que por sus formas robustas los vecinos de Alboraia han acabado llamando “el Kremlin”, y también al caminar en paralelo a la costa. Sus bóvedas dominan el paisaje.
La bodega, abandonada y sin protección normativa, está enclavada en mitad del recinto que la promotora Metrovacesa proyecta convertir en un nuevo barrio de la mano del arquitecto madrileño.
Las bodegas se construyeron entre 1969 y 1974 y aunque su estado es irregular no hay riesgo de derrumbamiento
Y existe la idea que sea un “edificio pionero” a nivel europeo dotando su interior de contenido, recogiendo el espíritu de otros proyectos industriales que han acabado siendo espacios referentes: es el caso de la Alhóndiga de Bilbao, un antiguo almacén de vino construido en 1909 que quedó abandonado tras un incendio pocos años más tarde o, ya en la Comunidad Valenciana, el reciente Bombas Gens, actual centro de arte tras haber sido construido como fábrica de bombas hidráulicas en 1930.
Aunque de esa esencia bebe la propuesta que traza la empresa, piensan todavía cómo hacerlo. Sobre todo por su viabilidad económica. Y aquí entra también la preocupación vecinal porque la Asociación de vecinos y vecinas de La Patacona, contraria a la dimensión del proyecto que plantea Metrovacesa, no se fía de las intenciones de la empresa con respecto a las viejas bodegas.
«Nos da miedo que a la larga nos pongan un centro comercial o un hotel, porque tiene que ser viable de mantener un edificio tan sumamente grande. Si eso pasa, los problemas que tenemos, serán muchos más», explica a La Vanguardia Ana López, su portavoz. La plataforma vecinal está en contra del proyecto urbanístico tal y como está concebido, aunque matizan que «no son contrarios a urbanizar la zona, sino el hacerlo a cualquier precio», matiza.
La asociación de vecinos en cuestión ha planteado diversas alegaciones al proyecto (está esperando respuesta a las últimas desde septiembre, afirman) e incluso ha diseñado dos alternativas: el barrio que imagina con o sin bodegas. «En el fondo nos da igual que se queden o no las bodegas, no es la cuestión, pero a lo que no queremos renunciar es al espacio público».
En la propuesta con bodegas, los vecinos imaginan que albergue «holgadamente» un supermercado grande tipo Mercadona o Consum, y tiendas varias como carnicerías, fruterías, ferreterías, una zapatería, una papelería, etc. También, una oficina municipal, un retén de policía, un centro cultural, una biblioteca, una sala de exposiciones, un pequeño auditorio, entre otros. «En La Patacona no tenemos comercios porque no hay bajos comerciales, vivimos de la Malvarrosa de València, con un centro comercial al lado al que no podemos ir andando y al que vamos en coche. Todo eso tampoco se ha contemplado», lamenta López.
Los vecinos imaginan un recinto en el que quepan pequeños comercios así como un centro cultural o una sala de exposiciones
En la propuesta que imaginan sin bodegas, el espacio que estas ocupan se convierte en una plaza que sería el centro donde a partir del cual se desarrollaría la mayor parte de la vida social, lúdica, y comercial de La Patacona y por ende de Alboraia.
Trabajan en esa idea estudiantes de la Universidad Politécnica de València así como de la Escuela de arquitectura de Berlín, a quienes han hecho llegar la ficha de protección del edificio para que hagan sus aportaciones. El carácter “transgeneracional” del proyecto, que atenderá a las demandas del futuro barrio son algunos de los detalles que sí que tiene clara la empresa constructora, confirman.
Junto a la empresa
Estudiantes de la Universidad Politécnica de València así como de la Escuela de arquitectura de Berlín trabajan en propuestas para el edificio abandonado
El edificio se rehabilitará, aunque los tiempos aún son largos. De momento, entre 2023 y 2024 se tramitará el proyecto y la idea es comenzar las obras en 2025. Mientras tanto, hay un manifiesto interés en dar a conocer el proyecto y hacer partícipe a la ciudadanía de que el edificio será también “un poco de todos”. La mala experiencia con el PAI de Benimaclet ha animado a la empresa a explicar «mejor» sus proyectos para acercarse a la ciudadanía.
Por ello hace unos meses se permitió entrar por primera vez a su interior a un reducido grupo de personas, participantes del festival de arquitectura Open House Valencia. La directora del festival, Sara Portela, cuenta como en tres horas entraron más de 200 personas y se convirtió en el tercer edificio más visitado del festival, detrás de Espai Verd y el Palauet Nolla.
«Lo que llama la atención es la forma, la monumentalidad que tiene el edificio. Destaca por su monumentalidad, por la forma que tiene y es precursor del modelo de marca, cuando la arquitectura se usa como símbolo», explica la especialista, quien aboga por destinar el inmueble a un uso cultural.
«Sería importante que se protegiera y que se rehabilitara, porque no hay sitios tan grandes donde puedas hacer eventos, tiene mucho espacio alrededor y sería una gran oportunidad», cuenta la arquitecto. Asumiría Portela, además, impulsar su protección desde Open House Valencia para conseguir un resultado patrimonial a la altura de Bombas Gens o, ya en Barcelona, de la antigua fábrica de Estrella Damm.
Neus Navarro
Publicado en La Vanguardia