El mundo se derrumba y nosotros nos acuchillamos
Todo lenguaje que no fluya dentro de los parámetros de respeto y atención a las lógicas que nos constituyen como comunidad es inevitablemente hostil y patriarcal
“El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos”. Esta columna no hablará de arte, ni siquiera de cultura. Parte, eso sí, para pensar con él, de un fotograma bien conocido de Casablanca para actualizarlo y “retorcerlo” hasta hacerlo coincidir con la situación que la izquierda vive actualmente en España. Esta columna tiene hoy una pretensión algo así como metacrítica. No en el sentido intelectualoide. Es una crítica que no se refiere a materiales concretos de arte o de cultura, sino a este medio (CTXT) como arte. En palabras del maestro Godard, y de María Jiménez: el arte de vivir.
Sí, amigas, el mundo se derrumba, literal y moralmente. Y nosotros nos despedazamos. Vilmente. Sin dignidad o de manera infame. Hasta aquí hemos llegado a puerto, nada más se me ocurre añadir. Decir “nosotros –la izquierda– nos despedazamos”, o decir “nos devoramos”, con la pasión similar a la enajenación propia del enamoramiento caníbal, bien puede convertirse en un comportamiento perversamente autorreferencial si no lo controlamos. Algo así nos debe estar pasando a la izquierda en este país cuando, pesarosos cada mañana tras las noticias, no salimos pitando a invadir las calles para lanzar proclamas que tenemos muy claras: “ONU, no consientas”, “EE.UU., no seas cómplice”, “STOP muerte en vida de la población civil”. Nadie lleva la voz cantante. Ni los partidos macropolíticos, como antes, ni el fervor micropolítico. También como antes. Enajenados en la inmediatez confortable de la infancia narcisista, decidimos entretenernos en bochinches de salón.
Escribo todo esto desde CTXT, que les ha pedido un crowdfunding para incluir en el equipo a periodistas de Gaza y esta vez llegar pronto a las noticias. Que, día tras día, desde el inicio de la masacre, ha estado a pie de grito. Que ha considerado siempre el genocidio del otoño del 2023 como urgentísima prioridad. Y escribo no de medio lado, sino con una defensa radical del medio. Radical viene de raíz. Tanto CTXT como servidora intentamos ser radicales como la patata, porque este tubérculo tiene lo que se vienen llamando rizomas. Algo aéreo y terrestre a la vez. Estos arraigos plurales, sin línea de subordinación jerárquica, nos constituyen, además, como comunidad de pensamiento y deseo. Aprendemos del bailaor Vicente Escudero: en tanto payo, hizo muchas excursiones a las casas de sus vecinos y amigos gitanos. Hasta que consiguió convertirse en un ‘enterao’. Mi admirada María José Mondzain, autora de Confiscación. De las palabras, de las imágenes y del tiempo (Valencia, 2023), lleva tiempo insistiendo en la urgencia de la radicalidad en estos tiempos de manipulación de imágenes y confiscación de palabras.
De algunos ejemplos cercanos sobre este frecuentísimo fenómeno que se juega entre fascismos y medios de comunicación venimos advirtiendo en CTXT. El libro en francés de Mondzain lleva un subtítulo: “Para otra radicalidad”, un mensaje que tengo presente cuando leo determinados tuits y actitudes que confunden ‘pureza’ y ‘radicalidad’, algo que desde un punto de vista feminista está fuera de toda lógica. En ese sentido, cuando la izquierda, por inconscientemente que lo haga, se pronuncia en lapsus identitarios confisca la verdadera radicalidad que ha de pensarse en términos de escucha y hospitalidad. Mis estudiantes adoran la frase “no citar es patriarcal”. Yo le añadiría: “No escuchar es patriarcal” y, por supuesto, todo lenguaje que no fluya dentro de los parámetros de respeto y atención a las lógicas de la vulnerabilidad que nos constituyen como comunidad es inevitablemente hostil y patriarcal.
Aurora Fernández Polanco
Publicado en Ctxt
enero 3rd, 2024 at 12:35 pm
Reconfortante para e.pezar el año
Magnifica reflexión.
No abundan propuestas proactivas que inviten a salir del acomodo narcisista.
Sumemos esfuerzos y compartamos propuestas como esta de Aurora Fernández.