El puerto o la ciudad
¿De verdad el futuro de València pasa por ser un almacén portuario? La ampliación del puerto es encallarse en un trastero de la globalización
No creo que nos encontremos en mucho tiempo con una decisión más trascendente para el futuro de València que el proyecto de ampliación Norte del puerto. Y creo más necesario que nunca escuchar el máximo número de opiniones, porque lo que está en decisión es el modelo de ciudad que dejaremos a la siguiente generación.
En primer lugar, este no es un debate exclusivamente de partidos políticos. Podemos encontrar posiciones divergentes dentro de un mismo partido. Por tanto, creo necesario no emitir etiquetas previas por siglas. Esto es más complicado.
En tercer lugar, es una decisión irreversible por lo que no podemos dejarla al criterio exclusivo del negocio, el mercado o el valor económico. Porque lo que hoy pueda parecer un negocio rentable a corto plazo (algo que incluso pongo en duda), mañana puede ser una ruina.
Escribo este artículo para firmar a pie juntillas las posiciones expuestas por Joan Romero con tanta claridad, información y contundencia. No tengo ninguna incidencia política; soy tan solo una ciudadana afectada y muy preocupada. Hace tiempo tuve voz política sobre este asunto y no he modificado mi posición. Ya en el año 1999 me parecía un grave error seguir sacrificando la ciudad por el puerto y propuse una remodelación completa de la dársena, del puerto comercial y de las instalaciones en Sagunto. Hoy me ratifico con mayor fuerza porque veo con más claridad que el futuro no está ahí.
Igual que aquel asunto quedó pendiente, también quedó olvidado el concepto de área metropolitana que con tanta convicción defendí. Valencia ciudad no debe imponerse a los pueblos de alrededor pero tampoco puede construir una ciudad de puertas hacia adentro creando animadversión con quienes viven en las afueras. La construcción de la ciudad y su área no la ha diseñado la ciudadanía, pero la sufrimos: su falta de transporte público, los atascos de entrada y salida, los desplazamientos diarios y la incomunicación con la ciudad.
La ampliación del puerto supondrá una nueva fractura en lo metropolitano. Una V30 que, como una cicatriz, será la congestión masiva de camiones transportando contenidos desde el puerto. Hasta 9.000 camiones diarios se sumarán al tráfico actual. El resto (unos 10.000 más) esperarán en el puerto su destino definitivo.
No es una balanza donde en un lado predomine la ecología y la modernidad frente a la economía y el trabajo porque ya no funciona así. ¿De verdad el futuro de València pasa por ser un almacén portuario? Ni siquiera los trabajos prometidos tienen un peso considerable frente a lo que podría suponer la inversión en los miles de investigadores, científicos, ingenieros, informáticos, médicos, … que estamos exportando por no poder ofrecer un mercado equilibrado a la formación de nuestros jóvenes. Exportamos talento y somos incapaces de apostar por un modelo económico-laboral que sitúe a València en la órbita de la modernidad. La ampliación del puerto, con todos mis respetos, es encallarse en un trastero de la globalización.
Defender la no ampliación no es una posición romántica ni ingenua. Sinceramente estoy convencida del grave error histórico de sacrificar a Valencia de forma irreversible. Además, esto no acaba aquí: la voracidad del puerto es ilimitada. Existen alternativas para el crecimiento del puerto sin condenar a la ciudad, para invertir creando empleo de futuro, para mejorar la calidad de vida y la comunicación del área metropolitana. Existen alternativas de las que no tengamos que arrepentirnos ni bajar la cabeza ante la generación venidera.
Ana Noguera
Publicado en Levante.emv