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El Rouco

El llamado por sus colegas “Cardenal Okupa” se traslada a un piso de 370 metros que la congregación posee en la c/ Bailén, a cuatro pasos de la Almudena. El piso al parecer no estaba a su altura y ha habido que gastarse medio millón de euros en “reformarlo” para dejarlo a su gusto. Ahora, por fin, decide trasladarse con dos monjas y un sacerdote a su servicio. Como decía el Mesias: “Por vuestras obras os conocerán”. Y, mano a la obra, el piso se lo han dejado hecho una monada: todo reformado, muebles y puertas de maderas nobles, seis habitaciones y cuatro cuartos de baño (una para cada culo) Es evidente que un ático como este está más cerca del cielo que una planta baja del Barrio Obrero. Al menos ofrece una seguridad: allí, probablemente, culminará su cristiana vida y vivirá como Dios. Seguro que lo entierran en el Valle de los Caídos.

Para los ateos esto no debería ser noticia ni motivo de comentario, esto solo debería afectar a aquellos que ponen una x en la casilla de la iglesia o a aquellos que echan monedas en el cepillo. Pero no es así. En este cristiano país los ateos y los pertenecientes a otras confesiones también pagamos los gastos y dispendios eclesiásticos. No os voy a enumerar aquí, por archisabido, las múltiples formas de pago a que nos someten, casi todas ellas a través del Estado “aconfesional” que padecemos.

Sin pretender ser exaustivo solo voy a enumerar unos pocos de los múltiples modos de hacernos “tributar” para la curia. Uno de los más recientes, un regalo de Aznar (Franco quizás no se atrevió a tanto) son las inmatriculaciones. Consisten, como ya expliqué en otro artículo, en que los obispos, usurpando las funciones del Registro de la Propiedad y de los Notarios, pueden poner a nombre de la iglesia cualquier edificio, local o parcela que no esté registrada previamente. El mayor y más conocido ejemplo es la Mezquita de Córdoba, para vergüenza nacional, pero hay cientos y cientos de más ejemplos. Otro son los dineros que en virtud del Concordato le pagamos “religiosamente” a la iglesia año tras año. Las comillas anteriores no son irónicas, son simplemente para resaltar que en estos tiempos en que se recortan áreas tan sagradas como la sanidad, la dependencia o la enseñanza, nadie en los gobiernos de la Casta se ha ocupado de recortar ni un euro a la iglesia. Los números que dan los expertos dicen que el gobierno que más dinero dio a la iglesia fue el de Zapatero y que Rajoy intenta mantener el listón.

Se dice que el Papa León X se declara en carta al Cardenal Pietro Bembo: “Desde tiempos inmemoriales es sabido cuán provechosa nos ha resultado esta FÁBULA de Jesucristo”

Miguel Álvarez.

 

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