El Trumpismo Español
Mucho se ha hablado, se habla y se hablará de la amnistía, pero hay una situación que me preocupa mucho más: el trumpismo español.
La derecha tiene todo el derecho a manifestarse en la calle, a protestar, a gritar, a llevar pancartas, y debe hacerlo legalmente, como corresponde a un Estado de Derecho que les ampara y que nos hemos otorgado entre todos, bajo la confianza de las decisiones democráticas parlamentarias.
Ahora bien, lo que está ocurriendo en la calle con la agitación panfletaria de la derecha raya lo peligroso por varias razones:
- Porque, si se les aplicara la “ley mordaza” que ellos aprobaron con mayoría absoluta y que todavía no ha habido suficiente apoyo parlamentario para su modificación, pese a que el gobierno de Sánchez lo ha intentado, muchos de los manifestantes recibirían una multa, pues la manifestación no estaba autorizada por la Delegación de Gobierno ni se había pedido permiso. Pero, no olvidemos que siempre es más fácil manifestarse con un gobierno progresista que con un gobierno de la derecha.
- Porque parece que todo vale. Así vemos a la nueva activista Esperanza Aguirre, llamando a la gente a cortar la calle y a desafiar el orden público. Claro que tienen derecho a manifestarse en la puerta de Ferraz, ¡faltaría más! Eso es la democracia. Lo que sorprende e indigna es el doble rasero con el que se mide a los manifestantes. Esperanza Aguirre es la misma que decía que “manifestarse es privatizar el espacio público”, cuando ella no tuvo reparos en privatizar la sanidad y la educación; o que solo sirve “para espantar turistas” y dañar la imagen de España. Parece que ahora todos esos argumentos ya no sirven. Ha surgido un CDR madrileño liderado por Esperanza Aguirre, quitándole el puesto al propio Santiago Abascal.
- Todo esto no quedaría más que en el ridículo si no fuera porque el tono va subiendo con gritos como “muerte a Pedro Sánchez”. Ya no es “váyase o dimita” sino “muerte”. Un grito nada democrático y enteramente fascista. Como también pone los pelos de punta oír gritar contra la Constitución “porque destruye la nación”. Es evidente que quienes dicen eso no tienen una gran sentido histórico ni político ni social de lo que significa la democracia española y lo que representa nuestra Constitución.
- Subimos un poco más el tono. Aparece la Iglesia para utilizar sus sermones, una vez más, como arengas políticas. No utiliza su púlpito para hablar de reconciliación, amistad, paz, bienestar, convivencia, hermandad, palabras que suenan a hueco en la boca de algunos “padres” de la Iglesia española. Al contrario, encontramos sus opiniones advirtiendo que la amnistía está contra los mandatos de la Biblia. ¿Sí? ¿En qué evangelio dice eso? La Iglesia española se arremanga para dar un buen empujón a la derecha española. Pero no la derecha liberal, que ya no sabemos cuál es, sino a la derecha más recalcitrante.
- Y, ahora viene, la elevación del trumpismo español con la utilización de la justicia. Los miembros del Consejo General del Poder Judicial nombrados por el PP, que están más que caducados y usurpando el puesto porque el propio partido Popular se niega a su renovación, lleva a cabo una decisión insólita. Convoca un pleno extraordinario con una declaración pronunciándose a favor de la ley de amnistía cuando esta todavía no existe. ¡Increíble! Unos señores, que deberían dimitir llevándose a su casa la vergüenza de ocupar unos cargos y unos sueldos que deberían estar al servicio de España y no del PP, actúan como parlamentarios del grupo popular.
¿Alguien puede aportar más irracionalidad a esta situación? Pues sí, porque todo no recae en la misma balanza ya que esto es un juego de contrapoderes. Cuanto más crece la derecha intransigente en España, más crece al mismo tiempo el independentismo radical en Catalunya.
La amnistía sirve para reconciliar posiciones enfrentadas, para devolver a la política el diálogo y la negociación, para volver al trabajo parlamentario y democrático.
Ahora bien, el señor Puigdemont y su grupo de Junts debería medir bien los límites y no tensar la cuerda a lo inaceptable.
En primer lugar, que no olviden que son 7 diputados. Que no representan nada más que una ínfima parte de Cataluña, que la gran mayoría actualmente no está a favor del independentismo, que no pueden arrogarse hablar en nombre del “pueblo catalán” porque no lo son, que la amnistía no supone reconocimiento de que “se actuó bien”, sino perdón por los delitos cometidos y volver a la senda de la política. Y que se amnistían unos hechos ocurridos en un momento.
No es una amnistía “a la carta” de mis amigos. Así pues, hay claros límites: ¿qué tiene que ver la familia Pujol en todo esto?
Resulta lamentable comprobar que, una vez más, la derecha más ultra con el independentismo más rancio, juntan sus extremos porque se inflan con la agresividad mutua. No están pensando en el bien de España sino en el puro rédito electoral. Volvemos a “cuanto peor, mejor para mis intereses”.
Un proceso que debería ser democrático, transparente, riguroso, con diálogo entre todas las fuerzas políticas, con la búsqueda de caminos de encuentro, con la voluntad del entendimiento y de rebajar enfrentamientos estériles, se está convirtiendo en una jauría política.
Ana Noguera
noviembre 13th, 2023 at 10:47 am
Ciertamente tenemos saturación en torno al ruido político y a la turbulencia en ascenso, por ello es de agradecer la serenidad i el rigor que aporta Ana Noguera es lo que más necesitamos.
Hay que contrarrestar en la medida de lo posible la toxicidad apelando a la verdad y al equilibrio en el estilo del lenguaje utilizado incluso
Gracias a la Fundación por estar siempre ahi