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«El velo es la opresión del patriarcado islamista»

Mimunto Hamido Yahia. Autora del ensayo «No nos taparán»

Al principio de la conversación telefónica pido a Mimunt Hamida Yahia (Melilla, 1961) que se defina. Ahora vive en Estambul, donde esta jefa de cocina y autora del ensayo No nos taparán (Akal, 2021) quiere emprender un proyecto de cocina mediterránea y fundar una asociación de mujeres cocineras turcas y españolas. Apátrida hasta los 18 años, se fue de Melilla “en cuanto pude”, explica. «Soy una mujer comprometida con el feminismo y con la lucha de las mujeres nacidas en contextos islámicos y con el laicismo», se presenta. Conserva a buenos amigos en Girona, donde vivió durante unos años.

El libro nace a raíz de un blog en internet. Explique cómo se gesta ‘No nos taparán’.

Está pensado para las mujeres nacidas en contextos islámicos, y así lo digo porque no quiero decir musulmanas. Muchas de estas mujeres no son creyentes, y me incluyo. Por tanto, no podemos calificarnos de musulmanas aunque lo hayamos sido casi toda la vida. Es un problema que existe sobre todo en Catalunya, donde los cuentan como musulmanes pero nadie les ha preguntado si creen o no y los ponen en el saco.

Encuentra en las redes sociales un altavoz.

Sí, porque a las mujeres que como yo hemos nacido en el seno de familias musulmanas y se nos trata como musulmanas, nos resulta muy difícil expresarnos, hablar en público…, porque primero se nos excluye de la comunidad musulmana, que te expulsa en el momento en que no sigues las normas, y porque en segundo lugar está el feminismo institucional, que también te expulsa porque ya no formas parte de ese grupo. Se defiende una minoría que profesa una determinada religión; no se defiende minorías, en este caso mujeres, que han dejado esa religión y están oprimidas por haber dejado esa religión.

¿Las mujeres que no encajan en los parámetros de “feminismo institucional”?

Exacto. Te lo cuento de una forma muy gráfica. El caso de Catalunya, que es la realidad que más conozco y pienso que es la más afectada de todo el Estado español porque es la que tiene mayor inmigración, más personas venidas de contextos islámicos. Esquerra Republicana tiene en el Parlament una diputada musulmana, Najat Driouech, que lleva velo. Si no llevara velo no se le reconocería como musulmana. Esto es hacer el juego al islamismo que dice que todas las mujeres musulmanas debemos ir veladas. Y es bastante peligroso. Especialmente para las mujeres musulmanas que no llevan velo, porque se las clasifica entre puras e impuras en un país en el que, además, se supone que se está educando en igualdad de derechos. Es un problema grave en Cataluña porque es donde más mujeres musulmanas o de contextos musulmanes existen y porque no se entregan de esa opresión, de este patriarcado islamista. No hablo del islam como religión, sino como ideología. Es una forma de exclusión y racismo.

¿El velo da votos?

Claro. Quiero dejar muy claro que soy una persona de izquierdas. Porque siempre debo justificarlo en el sentido de que este discurso lo aprovecha la derecha xenófoba. Soy una persona con principios de izquierdas y me cuesta mucho entender esta nueva izquierda que incluye símbolos misóginos como el velo. No es una simple prenda, que es lo que he oído decir a Najat Driouech. Si lo fuera, podría quitárselo, y no puede hacerlo ante hombres que no sean de su familia. Por eso nunca quieren un debate con mujeres de contextos musulmanes que no sean musulmanas de religión o sean laicas, porque el discurso se desmonta muy rápido. Yo era adolescente durante el franquismo cuando en ese país todo el mundo debía ser católico y se validaban las identidades religiosas, es decir, el catolicismo.

Uno de los valores del republicanismo es la laicidad. ¿Se ha perdido?

Ya no aparece en ningún programa electoral y si lo hace es puesto con calzador. Nadie habla de derogar a los concordados con la Santa Sede ni a los concordados con la Comisión Islámica, firmados en 1992, con la Judía y el Evangelista. Si la izquierda no trabaja para derogar a estos concordados, pues está devaluando sus valores, sus principios de izquierdas.

¿Cómo se ha resuelto en Francia?

España es un país aconfesional, que no es lo mismo que ser un país laico. En Francia se aplicó la laicidad hasta que empezaron a aceptarse las identidades religiosas bajo la idea del multiculturalismo. Los símbolos religiosos deben estar fuera de las instituciones porque así lo dice la Constitución francesa. Al final se ha hecho, y se ha hecho mal y tarde. Y aquí también se está abordando mal y tarde.

¿Y qué sería necesario para hacerlo bien?

Hay que diferenciar la multiculturalidad. Europa debe aceptar otras culturas y otros credos. Soy atea y no estoy en contra de que la gente crea, evidentemente a título personal y sin hacerlo visible en las instituciones, y menos las izquierdas. Se puede convivir en paz sin aceptar símbolos que están en la calle y que oprimen a una parte muy importante de la población como son las mujeres. Y estamos hablando del burka, del niqab… Hay más burkas en Salt que en Marruecos. Soy de abrir fronteras y aceptar a la gente tal y como es pero siempre teniendo en cuenta las leyes del país, y aquí no se están cumpliendo. Cuando una niña va a la escuela con velo y le dicen que no puede llevarlo ya tenemos sidral. Y se apoya para que lo lleve porque, si no, se pierde la escuela. ¿Hemos luchado toda la vida para que no hubiera crucifijos en las escuelas y ahora por qué debemos soportar que haya símbolos religiosos en la escuela? No sólo religiosos sino además misóginos. El velo significa que no puedes casarte con nadie que no sea de tu religión, no puedes salir con chicos, no puedes ponerte un bikini e ir a la piscina con las amigas… Es mucha la presión que reciben estas niñas. Viven dos vidas: una en la calle y una en la comunidad. Me escriben chicas de Cataluña explicándome barbaridades. Los extremistas me tildan de islamófoba y, lo que es peor, también me lo dice la izquierda. ¿Qué debemos hacer? ¿Callar? Mi discurso no es de derechas, sino de derechos humanos y feministas. Lo racista es no adornarnos que pasa junto a casa. Y no contamos la mitad de las cosas, muy graves, por no alimentar el discurso del odio. Estamos permitiendo que pase por un relativismo mal entendido y un racismo implícito: «Nosotras, mujeres, tenemos unas normas y los hombres otras.» Esto no es igualdad en un país democrático.

Dice que el velo es tradición del Magreb.

Claro que no. Lo explica muy bien una gran escritora, muy buena amiga mía, Najat El Hachmi. Ambas somos de la misma cultura, rifeñas. Y el velo nunca ha formado parte de nuestra tradición. Najat es más joven que yo y a Najat le pusieron el velo en Vic, no en Marruecos. Y a mí nunca me lo pusieron porque, aunque mi madre y mi familia son creyentes, el hiyab nunca había formado parte de nuestra cultura y por tanto nadie pensó que yo tenía que ponerme. El hiyab nos colonizó a finales de los años ochenta en la ola de inmigración que hubo del Magreb en Europa. En Europa ya se habían establecido las mezquitas que previamente habían pagado los Hermanos Musulmanes y los wahabitas, donde se adoctrinaba a los que llegaban; convenía que en Europa el islam fuera visible. ¿Y cómo se podía hacer visible el islam en Europa de una forma rápida y barata –siempre digo que es barata porque en un mercado un hiyab vale 2 euros–? A través de las mujeres, en la calle. Cuando ves a un chico por la calle no sabes si es musulmán o no. Ni te lo planteas. Si ves a una chica con hiyab sabes que es musulmana. Siempre digo que lo disfrazan de identidad. Es decir: los hombres musulmanes carecen de identidad y en cambio las mujeres sí.

¿La identidad musulmana masculina es ver chicos jóvenes con caftanes?

El islam no es monolítico. En el Magreb se cruzan unas cosas y en Arabia Saudí otras, etcétera. Por ejemplo, en el Magreb se comen caracoles con normalidad y, en cambio, en Turquía y en los países árabes es haram, prohibido, pecado. A través de esta corriente que viene de Egipto, Hermanos Musulmanes, y la presión de Arabia Saudí, el islam se ha estandarizado, uniformizado con el islam extremista, el de la sharia. Es lo que se está vendiendo a los jóvenes musulmanes en Europa como el verdadero islam. Y el islam es proselitista. Existen plataformas antiislamofobia en las que, si lo investigas, te encontrarás becas de estudios en Turquía o en Bruselas para jóvenes musulmanes pero que cumplan las normas del islam. ¿Y cuáles son ahora? Una de ellas es que las chicas traigan velo. Y esto está ocurriendo en el Estado. Lo que ocurre es que nadie está investigando qué o quién está detrás de todas estas plataformas, ONG subvencionadas, en muchos casos, por las instituciones. Se está ayudando al islam extremista. Estoy hablando siempre de islamismo, de ideología religiosa, que es lo que se está instalando en Europa y se está validando por parte de la izquierda, y eso es lo terrible. Se nos está diciendo que el islam es éste, el que dice que las mujeres deben ir tapadas. Y en el Corán no se dice esto. Esto lo dicen los extremistas, los haditos, los imanes de las mezquitas, pero no es verdad.

¿Qué piensa del feminismo islámico?

El feminismo islámico no existe porque es imposible que exista. El feminismo islámico es un caramelo envenenado que te da el extremismo porque sabe que las mujeres musulmanas quieren estudiar y quieren llevar una vida más o menos normal, y no puede estirar tanto la cuerda. No puede justificarse el feminismo a través de la religión. ¿Te parecería normal un feminismo cristiano? Por definición, el feminismo es laico, internacionalista e interracial, porque es para todas las mujeres del mundo.

¿No se puede ser creyente y feminista?

A título personal puedes creer en los unicornios si quieres. Pero el feminismo no puede validarlo. Es como la izquierda. Un político, a título personal, puede ir a Montserrat a rezar a la Virgen. Ahora, que sea la cúpula de un partido, y de izquierdas, quien lo haga me choca mucho. Y le choca a cualquiera que sea de izquierdas. Tú puedes ser creyente y feminista, lo que ocurre es que el feminismo no debe ser creyente.

A Lluís Llach se le ha acusado de islamófobo en las redes.

A propósito de esto… Mohamed Said Badaoui, de Reus. Lleva 34 años aquí y ahora ha recibido una orden de expulsión del gobierno. Es salafista, su hija de 14 años va velada, y con el velo negro además. ¿Nadie se pregunta por qué un señor que lleva más de 30 años en Catalunya sólo hace dos que ha pedido la nacionalidad justo cuando deja el trabajo en la mezquita de Reus y funda una asociación para defender los derechos de la comunidad musulmana? ¿Nadie lo sospecha? ¿Nadie ve algo extraño? Y es de los primeros en atacar a Lluís Llach en las redes cuando compartió la foto que era de una campaña publicitaria pero donde hay una desigualdad terrible. Yo respondí con una foto igual pero real y de playas españolas: una mujer tapada en la playa y un hombre con traje de baño. Y todo el pleno del Ayuntamiento de Reus apoya a este señor. No acuso a nadie, sólo pido prudencia. No puede que la izquierda apoye esto, que la hija, una menor, vaya velada. Estamos en España y la desigualdad no se puede consentir. Ni en nombre de religiones ni de ideologías ni de nada.

Hay un ‘boom’ de influenciadores de la moda ‘hijabi’ en Instagram.

Es proselitismo para convencer a las chicas y para que el islam sea visible en los espacios públicos. Miss Raisa, la rapera, fue una defensora del hiyab; ha hecho apología cantando que el hiyab la liberaba, cuando es un autoengaño. ¿Qué ha pasado cuando se le ha quitado? Amenazas de muerte. Amenazas de muerte han recibido muchas chicas que se han quitado el velo. También fui muy crítica con Nora Baños, que fue candidata a las europeas por Podemos con hiyab negro. Cuando tienen 18 o 19 años, muchas chicas se casan. Con carrera y empoderadas, pero ya casadas con primos de Marruecos. «Puedes ir a la universidad, pero te acabas casando y con quien decimos nosotros.»

Pensar en las niñas

«No estamos pensando en las niñas», destaca en varios momentos de la entrevista. Pone de nuevo un ejemplo familiar. Su madre es muy creyente, “de las que rezan cinco veces al día”, y abucheó al vecino en Melilla porque había velado a su hija de cinco años. “Le dijo que era una vergüenza, que las niñas no deben llevar velo. Yo he visto a niñas veladas en Girona y se está atentando contra sus derechos humanos. No sólo porque hace calor y lleva velo, sino porque no pueden ir a la playa ni realizar actividades extraescolares ni jugar con niños… No pueden llevar una vida normal, y eso atenta contra los derechos humanos de la menor.” Quiere destacar la labor de la entidad

Valientes y Acompañadas. «No se les da el apoyo suficiente y están haciendo un trabajo excelente, de los mejores.» Con sede en comarcas gerundenses, la asociación tiene como objetivo combatir los matrimonios forzados. No es una problemática ajena a Cataluña. Desde que se creó la entidad en 2014, ha apoyado y dado una atención integral a unas 150 usuarias.

Gemma Busquets Ros
Publiccado en ElPuntAvui

 

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