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«Entre veïns/veineses a Benicalap i Ciutat Fallera; Primer año de funcionamiento» Román.


El pasado mes de enero se cumplió el primer aniversario desde que el proyecto “Entreveïns/veïnes a Benicalap i Ciutat Fallera” abriera sus puertas y empezara su andadura con el objetivo de crear una red solidaria con la que hacer frente, desde nuestros barrios, a las situaciones de pobreza y exclusión social a las que las políticas que, desde las instituciones europeas y los sucesivos gobiernos españoles, -todos al dictado de “la troika”-, están abocando a la mayoría de la población.

 Con esta iniciativa, el movimiento vecinal también abría sus puertas a nuevas experiencias y nuevas realidades que, aunque siempre han estado presentes, nunca se habían manifestado con la gravedad y el dramatismo de estos últimos años. Con ello, en nuestros barrios de Benicalap y Ciutat Fallera  hemos decidido darle un nuevo enfoque a la actividad ciudadana poniendo el acento en lo que, en la actualidad, se han constituido como las amenazas más letales para nuestros vecinos y vecinas: la precariedad y la exclusión social.

 La verdad es que este periodo de tiempo para nosotros y nosotras, -la mayoría gente con experiencia y años de militancia en movimientos sociales y políticos-, ha sido y está siendo, de una gran intensidad a la vez que de una enorme exigencia personal, y lo estamos viviendo con el profundo convencimiento de estar haciendo lo que nos demanda la realidad actual. Esto explica que, pese a la dureza del trabajo nuestros ánimos no solo no hayan decaído con el paso de los meses, sino que se han reforzado como consecuencia del compromiso y la constante  interacción con el drama humano.

 Tal vez lo más interesante, desde el punto de vista personal, haya sido comprobar en nosotros mismos los efectos que produce la empatía con otras personas. Cuanto más nos adentramos en las vidas y en los problemas ajenos y más los asumimos como propios, más se va cuestionando la visión que tenemos de nosotros mismos y más se va transformando nuestra propia existencia.

Por ello, el proceso que subyace tras el primer año de existencia del “Projecte Entreveïns/veïnes a Benicalap i Ciutat Fallera” hay que contemplarlo en una doble dimensión:

 a)    Por una parte la dimensión externa: Esta ha conducido a una fuerte implantación en los barrios donde nos hemos convertido en este tiempo en una clara referencia de apoyo solidario, desde la independencia y la autogestión, para los vecinos y vecinas. En un año, unas 140 familias y alrededor de 500 personas han encontrado, o están encontrando en nosotros, ayuda que va desde las necesidades básicas de alimentación y ropa, pasando por el asesoramiento en temas de inserción socio-laboral y vivienda, hasta el apoyo psicológico para paliar algunas de las consecuencias emocionales que acompañan inexorablemente a muchas personas que han visto truncados sus proyectos vitales y abocados a situaciones de pobreza y exclusión social. Todo ello contando únicamente con recursos provinentes del apoyo solidario de otros vecinos y vecinas.

 b)    En cuanto a la dimensión más interna y personal: Este año nos ha enseñado algunas cosas. En unos tiempos de desafección y de descrédito de la actividad política  para amplias capas de la `población, nos hemos reencontrado con el sentido más profundo y humano de la acción militante, aquel que surge de la rebelión contra la injusticia social, el sufrimiento y el menosprecio a la dignidad de las personas. Ello nos reafirma en la idea de que sin ética no hay política, y que ésta, la política, solo alcanza su verdadera dimensión, cuando va más allá de quedar reducida a una vulgar técnica para ganar  (o perder ) elecciones y se compromete de lleno con la gente. Y en ese marco emerge la importancia del grupo como instrumento de transformación de la realidad social, pero también de la realidad personal. Todo el trabajo desarrollado durante este año no hubiera sido posible sin la existencia de un equipo de personas fuertemente comprometidas dispuestas a poner todas sus capacidades y todo su esfuerzo para ayudar a otras personas. Dónde encuentran estas personas la motivación para actuar con esa entrega es una cuestión que me tiene asombrado. Lo que pienso es que más allá de las implicaciones ideológicas y/o religiosas de cada cual, las personas tenemos el conocimiento profundo de que cuando nos juntamos en grupo para interactuar con nuestros semejantes y afrontar las amenazas del entorno estamos contribuyendo al equilibrio de nuestro hábitat de subsistencia y, en consecuencia, a nuestro propio equilibrio. De ahí la fuerza transformadora del grupo.

Este año pasado ha sido un año intenso y muy fructífero en diferentes aspectos. Sospecho que 2014 también lo será. Quedan aún muchos aspectos del proyecto por desarrollar pero, por las razones que he expuesto, nuestro compromiso personal se ha afianzado a la vez que se ha incrementado la madurez del grupo lo que nos permitirá afrontar con confianza los retos que tenemos ante nosotros y nosotras.

 Josep Antoni Román
Filósofo y Consultor Psicológico

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