Feijóo ya es previsible
Pese a los montajes escénicos y las frases mitineras del PP y su líder Feijóo durante todo este mes, en el supuesto Debate de Investidura ha ocurrido lo que era absolutamente previsible. Feijóo no ha alcanzado la mayoría absoluta, no tiene votos suficientes para ser presidente. Pero él ya lo sabía.
Quizás porque lo sabía él y lo sabía el PP, la puesta en escena de la derecha ha sido más de formas que de fondo. La escenografía es algo que suelen manejar muy bien, incluso a veces extralimitándose tanto que caen en la extravagancia o el ridículo.
Eso fue lo que ocurrió con la llegada de Feijóo a las Cortes Generales. Un paseíllo por la calle saludando, siendo aplaudido y acompañado por todo su grupo, como una clase de colegio que va de excursión. Un montaje para engrandecer un liderazgo de cartón, porque el fracaso ya estaba escrito.
El PP suele echar mano muy a menudo de las puestas en escena: lo hizo con la manifestación de la Plaza de Colón junto al entonces malogrado Albert Rivera y junto a Abascal, hoy su socio principal. Lo vimos el pasado domingo en un mitin popular en la calle Felipe II que, aún no sé bien qué quería significar, porque era lo más alejado de quien pretende gobernar para todos los españoles. Pero yo lo he visto en Valencia cuando el expresidente Francisco Camps venía de sentarse en el banquillo por los casos de corrupción de medio gobierno suyo y, al entrar en el parlamento valenciano, el grupo popular se levantaba al unísono y aplaudía a rabiar, como si declarar como imputado fuera todo un honor.
La falsedad de la apariencia es lo que más cuenta para el PP.
Y así ha seguido posteriormente con el discurso de Feijóo. Ha seguido con el mismo estilo del debate electoral: mentiras una encima de la otra dicha con total seguridad entremezcladas con una vaguedad impresionante.
La primera mentira está en su declaración de principios: “Tengo al alcance los votos para ser presidente del Gobierno, pero no acepto pagar el precio que me piden”. Diciendo eso, todo lo demás que sigue ya sabemos que es incierto, falso o manipulado. El PP sabe que es incompatible los votos de Vox con los de otros partidos del arco parlamentario. Así que lo que no suma, resta.
No tendría suficiente extensión en este artículo para rebatir las mentiras de Feijóo, y además existen periodistas que lo han analizado escrupulosamente. Pueden para ello consultar “Las mentiras de Feijóo en su discurso de investidura y los datos que no quiso explicar” de Ignacio Escolar en Eldiario.es https://www.eldiario.es/escolar/mentiras-feijoo-discurso-investidura-datos-no-quiso-explicar_132_10547508.html
Feijóo no ha ido a la investidura a consolidar su posición como futuro presidente, sino que ha ido a investirse como líder de la oposición y, sobre todo, a ganarse una segunda oportunidad en su partido. Feijóo necesitaba hoy declarar a los suyos que él se queda, que él continúa, que sigue al frente. Feijóo necesitaba acallar los rumores que lo dan ya por amortizado. Esa ha sido la representación, puesta en escena y discurso de Feijóo.
Porque, en ningún momento, ha pretendido obtener mayores alianzas ni hablar para el conjunto del arco parlamentario ni tender puentes. Su discurso excluyente estaba escrito para los suyos, para los aplausos de los propios. Tanto es así que Feijóo y el PP solo han tenido muestras de cariño para Vox, los únicos socios posibles. Y el debate de investidura ha servido para presentar públicamente ante toda España una alianza que, aunque lo era de facto, daba vergüenza a los populares. Ahora ya no se avergüenzan, ya sabemos todos que PP y Vox cabalgan juntos. Pero Feijóo tenía necesidad de hacerlo por dos razones: una, para que Vox no lo dejara colgado como la vez anterior; y dos, porque si Feijóo no lo hace, Ayuso lo haría con total descaro.
La única sorpresa divertida que ha modificado el escenario ha sido la estrategia del PSOE presentando a Óscar Puente en vez de a Pedro Sánchez.
Ay, cuánta rabia muestra la derecha política y mediática que no ha podido resistir los abucheos, los insultos y las pataletas.
Sin embargo, además del buen papel que ha hecho el diputado Puente, tiene razón el PSOE.
¿Por qué debía intervenir el presidente del gobierno? Intervienen los grupos parlamentarios y escogen a sus oradores en función del tema presentado.
¿Por qué se ha molestado tanto Feijóo? Seguramente pretendía hacer una moción de censura contra Sánchez en vez de su debate de investidura, y no ha podido hacerlo. Pero, que no se olvide, el “protagonista” hoy es Feijóo, no Sánchez, por mucho que el PP estuviera ya situado en la oposición.
¿Por qué tan malas formas gritando “cobarde” y abucheando desde las filas del PP? Qué pregunta más obvia. En primer lugar, porque el PP suele hacerlo siempre: perder las formas, gritar, abuchear, insultar, … aunque luego Feijóo y los suyos lamenten la agresividad verbal de Puente (nada comparable con la mala educación del conjunto del grupo popular). En segundo lugar, fue Feijóo quien decidió hace tiempo ningunear al propio Sánchez como candidato del PSOE y no querer entrar en debates electorales. Y, en tercer lugar, porque seguramente pretendía repetir el formato del único debate al que asistió y que se sintió ganador, porque su estrategia fue apabullar con mentiras como una metralleta para que no hubiera tiempo suficiente a desmentirle.
¿Por qué debe decir Sánchez qué hará: si opta o no a la investidura, si negocia o no, si busca acuerdos o no, …? No es su momento, no es su investidura, no tiene por qué decir nada antes de tiempo.
A ningún otro partido del arco parlamentario le ha molestado la intervención de Óscar Puente, pero sí al PP porque han tenido que improvisar en su guion de 40 páginas mecanografiadas de Feijóo.
Desde que el PP “ganó-perdió” las elecciones, su única estrategia ha sido debilitar a Sánchez en vez de ganar apoyos para gobernar.
Si Feijóo no consigue gobernar, la responsabilidad no es de Pedro Sánchez ni del PSOE.
Finalmente se ha cerrado un capítulo sin misterio. El final se escribió la noche del 23 de julio.
Ana Noguera