Froilán en Abu Dabi
El sobrino del rey será castigado con un sueldo de 6.000 al mes y un piso de lujo con vistas al mar
Las discotecas más exclusivas de Madrid lucen bandera a media asta. Froilán se marcha de la capital del Reino con destino a la capital de los Emiratos Árabes, Abu Dabi. Se trata de un correctivo, cuentan tertulianos con acceso preferente a las informaciones de Zarzuela, convencidos de que lo insostenible de tener una monarquía es que sus miembros jóvenes se dejen ver de fiesta. Sonará el despertador en el Medio Oriente. Cuando eso pase, es de prever que el sobrinísimo, aceptando la condena que le toca cumplir, se levante de la cama y, con un café en la mano, mire por el descomunal ventanal la inmensidad del Golfo Pérsico mientras se rasca por detrás del calzoncillo y frota sus ojos en plan “colega, dónde está mi coche”. Luego tocará llegar a la oficina y presentarse: soy el condenado a cumplir trabajos para la comunidad, quién es mi secretaria. Que el destierro a Emiratos sea un castigo y no un cambio de residencia voluntario resuelve fácilmente, mediante una regla de tres simple, el enigma de qué hace allí su abuelo. Abu Dabi, convertido en un lujoso Alcatraz para Borbones. La diferencia entre un ateo y un creyente es que el ateo cree que todos los dioses son invenciones del hombre y el creyente cree que lo son todos menos el suyo. La diferencia entre un republicano y Felipe VI es que al republicano le sobran todos los borbones y al rey Felipe le pasa lo mismo, excepto consigo mismo.
Froilán trabajará para una petrolera a cambio de 6.000 euros al mes y un lujoso piso con vistas al mar que la empresa le pagará en la zona más exclusiva de la ciudad. Esto que en Zarzuela llaman castigo es lo que en las casas de España provocaría que una madre se pasase la tarde entera enganchada al teléfono contándole a todas y cada una de sus amigas lo bien que le va a su niño. Si un día me ofreciesen llevar la comunicación de Zarzuela –todos tenemos un precio, que pregunten por mi teléfono–, no me parecería grave que se supiese que el crío, a sus 24 años, sale de fiesta; pero me esmeraría en ocultarle a la opinión pública del país cuyos jóvenes sufren el mayor maltrato laboral y habitacional de Europa que Froilán será castigado con un sueldo de 6.000 al mes y un piso de lujo mirando al mar. Llamadme poco ortodoxo. Haría todo lo posible por que no se supiese que, para colmo, el enchufe viene del petróleo del que su abuelo tanto y tan bien comisionó durante décadas. Nos mean encima y nos dicen que llueve, se decía antiguamente. Eso quedó caduco cuando llegó la era de la desfachatez sin disimulo. Ahora nos mean encima y, como ya hay confianza, nos ponen a analizarles el nivel de ácido úrico. Así da gusto.
La era de la desfachatez sin disimulo coincide, lógicamente, con la era de los valores para el otro. Esfuerzo y superación, repite en sus discursos navideños la familia cuyos logros surgen de sus apellidos. Moderación salarial, repite el líder de la CEOE que acaba de endosarse un sueldo de 400.000€ al año. La competitividad vía reducción de costes es fundamental, dicen los directivos de grandes empresas del IBEX en las que, el que habla de competitividad, cobra hasta 118 veces más que el que recibe el mensaje motivacional. Podríamos no acabar nunca. Los cínicos bien pagados no cabrían en todo Abu Dabi por más terreno que se le ganase al mar para seguir construyendo rascacielos y mansiones.
Gerardo Tecé
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