Gente dura
Ahora solemos usar esa expresión para quienes son capaces de infligir dolor a otros. Hay una escena terrible en Apocalipsis Now, la película de Coppola, en la que el coronel Kurtz (Marlon Brandon) le explica al capitan Willard (Martin Sheen) cómo comprendió que los vietnamitas les iban a ganar la guerra. Kurtz y sus hombres habían acompañado a una misión sanitaria a vacunar a los niños de una aldea. A la vuelta, después de andar varias horas por la selva, los alcanzó un anciano, que llorando les pidió que volvieran sobre sus pasos. Al llegar a la aldea se encontraron, cortados a machete y apilados en un montón, los bracitos de los niños vietnamitas que habían sido vacunados por los americanos. Kurtz, en una terrible mezcla de locura y lucidez dice a Willard: “Y entonces me di cuenta de que ellos eran más fuertes porque podían soportarlo: no eran monstruos, eran hombres, tropas entrenadas. Esos hombres que luchaban con el corazón, que tenían familia, hijos, que estaban llenos de amor, habían tenido la fuerza, el valor, para hacer eso”. Kurtz admiraba a aquellos hombres porque habían sentido aquel inmenso dolor y lo habían podido soportar, no por lo que le habían hecho a los niños. Por haberlo hecho los combatía.
Los yihadistas que mataron a incontables personas en la noche del pasado viernes en Paris, no son duros en el sentido antiguo, en el que dice Judt y que ilustra brutalmente Coppola. Ni siquiera los que se inmolan, convencidos de que mañana estarán intactos en el paraíso como premio por haber matado. Duros fuimos los españoles después del 11M en Madrid. Fuimos duros porque el dolor nos desgarró, pero no nos convirtió en otros. No devolvimos el golpe, haciéndole, a otros inocentes, lo mismo que les habían hecho a nuestros inocentes, comprendimos que todos los inocentes son nuestros, que la inocencia es la única frontera relevante. No hubo actos de xenofobia, no hubo acciones de venganza, la gente salió valientemente a las calles a rechazar de manera pacífica la brutalidad de los asesinos. Detuvimos a los asesinos y los castigamos, sin que nos convirtiéramos en bestias.
Por desgracia, sólo cuando nos quebramos, cuando nos rompemos, se ve de verdad de qué estamos hechas las personas y las sociedades. Hoy, después de que durante años de crisis hayamos tenido que escuchar tantas cosas malas e injustas sobre nosotros como sociedad, conviene recordar con orgullo quiénes somos, de qué estamos hechos los españoles. Hoy nos toca ayudar a nuestros hermanos franceses a soportar lo que no se puede soportar. También los franceses son duros, en el buen sentido de nuestros antepasados, también ellos responderán con toda la inmensa fuerza del Estado de Derecho, pero sólo con esa fuerza, no con la crueldad salvaje de quienes en la noche del viernes los rompieron, nos rompieron. Por eso la civilización ganará a la barbarie.
José Andrés Torres Mora.
Artículo publicado en el DIario SUR.