El hijo del carpintero
El periodista Carles Capdevila confiaba en vivir los próximos 50 años con los nuevos códigos adquiridos tras superar su primera batalla contra el cáncer colorrectal. Tristemente, el enemigo ha ganado la guerra a la que el director fundador del diario ‘Ara’ fue invitado en agosto del 2015. «¿Cómo me voy a rendir? Nunca me rendiré», anunció al reincorporarse al ‘Hoy por hoy’ de Gemma Nierga. Capdevila abandona este territorio dejando un fecundo legado (‘La vida que aprenc’ es su úlimo libro y fue el más vendido de no ficción en Sant Jordi) como periodista y divulgador del contradictorio mundo de la educación de los niños.
Ha fallecido el reportero de la sonrisa sincera, el hijo del carpintero de Els Hostalets de Balenyà (Barcelona), el padre de cuatro hijos, el compañero de la periodista Eva Piquer. Los epítetos se acumulan para retratar con unas pinceladas quién era Carles Capdevila. Sería mejor que lo hicieran sus muchos amigos y compañeros de aventura, como el imprescindible Albert Om. Son muchos.
El periodista explicó mejor que nadie la complicada aventura de educar a los hijos, un debate al que invitaba, con grandes dosis de humor, a padres y profesores desde los medios donde se encontrase. La memoria nos devuelve decenas de programas de radio (‘Eduqueu a les criatures’, en Catalunya Ràdio, donde también dirigió el espacio ‘Alguna pregunta més?’) y televisión (‘Qui els va parir’ y ‘Malalts de tele’, en TV3).
O más al fondo los inicios como reporteros en el diario ‘Avui’ en los primeros años 80.
O más cerca, colaborando en los programas ‘El club’ y ‘Divendres’ (TV3) y en RAC1 en los inicios de ‘Minoria absoluta’.
Más de 30 años de periodismo.
Durante todos los meses que pudo, Capdevila intentó mantener el combate contra el cáncer sin complejos ni tabús. La figura del periodista llevando de la mano a su hijo pequeño al cole tardará en difuminarse del recuerdo de muchos padres, madres y abuelos que esperan cada mañana que el Ipsi abra las puertas. El paso era veloz, pero no regateaba el saludo ni esquivaba a quien pretendía arrancarle unas palabras, un consejo.
EL ARTE DE EDUCAR
Quien no lo haya conocido está obligado a buscar en internet algunas de las charlas sobre el arte de educar a los hijos que se viralizaron en los últimos dos años y le abrieron las puertas de centros educativos de toda España. Había ganas de conocerlo y disfrutar de esa conferencia monólogo sobre cosas que ocurren cuando se trata de educar a una criatura, en las que quizá nadie reparaba ni compartía hasta que Capdevila le arrancaba una sonrisa cómplice.
Carles Capdevila miró de frente al cáncer de colón que le diagnosticaron justo cuando faltaban 10 días para cumplir los 50 años. «Durante 49 años y 355 días nuca me dolió nada, nunca me preocupé de mi salud, nunca tomé un ibuprofreno», explicaba con gracia como resumen del largo tiempo en que estuvo «desconectado» de su cuerpo. Es en el programa de Gemma Nierga donde advierte: «Los próximos 50 años estaré pendiente de mi cuerpo».
En ese audio encontramos al hombre entusiasta que revela propósitos de enmienda. Tenía claro lo que tenía que hacer, cambiar de vida para vivir. Reivindicaba la ingenuidad («prefiero mil veces a un ingenuo que a un cínico»), la búsqueda de la gente que sufre. El dolor compartido en las salas de espera y la habitaciones dobles de los hospitales de esta sanidad pública que hace lo imposible pese a los recortes le condujo a los olvidados, la gente mayor que vive sola, a los cuidadores de esos pacientes.
La irrupción del cáncer no era nueva en la trayectoria del primer director del ‘Ara’. En el invierno del 2014, la redacción fue sacudida por el fulminante fallecimiento del redactor jefe de Economía Ignasi Pujol. Aquella primera tragedia en la existencia de un periódico tan joven con gente tan joven quedó grabada en la biografía de Capdevila.
Cuando le concedieron el Premio Ciutat de Barcelona, Jordi Évole lo recordó con un ‘Contraataque’ en la contra de este periódico como el director que no quiso ser un hijoputa. El colega contó la admiración que sentía por un Capdevila que, tras conocer que sufría un cáncer de colon, abandonaba el despacho de director dejando escrita una columna que muchos guardan en el ‘smartphone’.
Iosu de la Torre
Artículo publicado en ElPeriodico