Javier Reverte Editoria – “Venga a nosotros tu reino”
“Venga a nosotros tu reino”
Autor: Javier Reverte
Editorial: Nuevas ediciones de bolsillo. Año 2008
Javier Reverte fue un periodista y escritor español. Nació en Madrid en 1944 y murió en la misma ciudad, en 2020. Su abundante obra literaria se encuentra indisolublemente unida a su vocación de corresponsal y a sus viajes por el mundo y sus trabajos de investigación.
En esta obra su trabajo se centra en el papel de la Iglesia Católica después de la guerra civil. Utiliza para ello el itinerario seguido por un cura polaco, un joven que sufrió el asalto y sacrificio de los habitantes y de su familia por los nazis alemanes en la Varsovia de 1944. Una vez terminada la contienda decidió ingresar como sacerdote en la Iglesia católica polaca y viajar a Roma a estudiar. Un alto cargo del partido comunista polaco, tío suyo, le ofrece enrolarse en un proyecto que tiene como fin compaginar este proyecto personal, con la iniciativa del obispo Bronislaw Piasecki. Esta iniciativa estaba concertada con los comunistas polacos, partido que detentaba el nuevo régimen recién salido de la II Guerra Mundial. Pax era una asociación religiosa que tenía como fin proponer la paz en Occidente y promover la influencia de la Iglesia católica entre los colectivos obreros. El cura polaco, Stepan, se moverá en los suburbios de Madrid que a toda prisa se desarrollaban en la capital. La intriga se centra alrededor de sus andanzas.
La filosofía de dicho movimiento renovador se inició en Francia a cargo de Jacques Maritain y se complementó por otros autores franceses e italianos. Era una filosofía con una visión menos reaccionaria de la sociedad, de honda raíz católica, pero alejada del fascismo francés, e italiano, de los años 30 y 40 y alejada de las concomitancias con el mandato Pio XII, lleno de luces y sombras. Era un movimiento mucho más comprometido con el papa Juan XXIII, y con lo que luego sería la apertura de la Iglesia Católica promovida por el Concilio Vaticano II. Hubo otro hecho adicional que se produjo en 1948, y que influyó decisivamente en todo esto. Fue la aprobación por la ONU de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
En el caso de España el proceso se gestó desde Italia fruto de la colaboración entre los católicos y el PCI y saltó a España de la mano de parte del clero proclive a expandirlo. Había algunos antecedentes en la época republicana a través de que Acción Católica había promovido iniciativas de sindicalismo católico, de las iniciativas sindicales de la UGT y la CNT.
El autor relata al final las dificultades que tuvo para acceder a los fondos documentales de la Iglesia católica española y acreditar ciertos detalles de ese proceso. No obstante, el autor arma la novela con los datos que ha podido reportar y apoyándose en personajes reales de la época, aunque en algunos casos, como el propio autor indica, ha tenido que adaptarlos al argumento literario del relato. Ha cambiado algunos nombres como los dirigentes del momento de la JOC y la HOAC, y se ha ajustado la trama argumental a la verdad histórica. No obstante, el resultado es extraordinariamente valioso porque sitúa lo fundamental del contexto histórico en que se mueven los personajes.
Dentro de las iniciativas del Cominform los partidos comunistas del Este bajo la dirección del PCUS, establecieron una serie de programas para adaptarse a la guerra fría y al nuevo contexto histórico geopolítico en el que iban a desarrollarse en Europa. Uno de ellos fue la defensa de la Paz y la concordia como pretexto como principio para aplicarlo a la práctica política con el fin de impedir u obstaculizar el acuerdo del franquismo con USA dentro de la geopolítica española, y con ello, el proyecto de establecimiento de las bases norteamericanas en España. Este hecho que tuvo lugar en 1953, fue el mismo año en que el régimen firmó el Concordato. Ambos escudos fueron claves para el mantenimiento de Franco como centinela de Occidente.
El movimiento Pax y su traslación en España, a cargo de la JOC (Juventudes Obreras Católicas) y HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) se constituyeron pocos años después de 1939. Existieron durante muchos años de la Dictadura. Con ellos la Iglesia católica española logró alejarse de su imagen de apoyo al golpe militar y hacer sentir otra perspectiva a través de su influencia en los medios lo que le sirvió para preparar la transición política. Estas organizaciones dieron soporte asociativo a muchos colectivos de trabajadores que no tenían otro lugar para compartir espacios, antes de que los sindicatos convencionales UGT y CCOO reactivaran sus filas y se desarrollaran sus actividades reivindicativas en democracia en locales propios.
El movimiento obrero según las diversas estrategias tuvo dos lugares de cobijo y amparo, uno fue el promovido por la Iglesia católica, y otras las del propio sindicato vertical del régimen. Andando los años, el movimiento Pax, fue en cierto modo desactivado por el Vaticano, ante el auge que había tomado la aproximación al gobierno del PCI, de Enrico Berlinguer, para gobernar Italia. El asesinato de Aldo Moro fue el punto de inflexión. Este político representaba el ala de la Democracia Cristiana más comprometido con la izquierda y dispuesto a compartir gobierno en un compromiso histórico.
No obstante, el flujo original siguió existiendo dando paso a un movimiento denominado Pax Christi, que continuó promoviendo iniciativas de denuncia social y política y muchos de los seguidores siguieron vinculados a esa mirada concomitante de la defensa de los desheredados y el catolicismo. Su traslado a América Latina generó los movimientos de liberación nacional que tuvieron lugar después. Incluso en los momentos históricos anteriores a la caída del Muro de Berlín, estos colectivos participaron al lado de los trabajadores del país en la fundación del sindicato Solidaridad. Era la Polonia de finales de los 70. Sus consecuencias en los años posteriores a 1980 fueron fundamentales para poner en crisis el sistema comunista.
Los personajes que pertenecen a la jerarquía eclesiástica y que aparecen en la novela son personajes reales. Así se describen los arzobispos Plá y Deniel, sucesor de Gomá, primado de la Iglesia católica en los años 50, que era obispo de Salamanca en 1936. Casimiro Morcillo (Como animador de la JOC y la HOAC) y Eijo Garay, el primado azul por sus afinidades personales con Franco y afín a Falange. Todos corresponden a la época. No solo existieron, sino que son presentados tal y como ejercieron sus funciones, al igual que la policía política, representada por un comisario vinculado a los momentos más oscuros del régimen. No solo ellos, sino muchos de los secundarios de la narración contribuyen a dar verosimilitud a la trama. Hay incluso un cameo de Federico Sánchez (Jorge Semprún) en el relato,
La vida y las andanzas por Madrid del sacerdote católico Stepan, son el eje conductor del relato, y en torno de él, la narración adquiere vida propia. No deja de recogerse en ella, como en un retrato del surrealismo italiano, los años posteriores a 1939. No obstante, en los años 50 siguen siendo años de penuria llenos de muchas estrecheces. Los hogares se encuentran en situación muy necesitada, entre la clase obrera y las clases medias. En ese instante, solo los vencedores de la guerra civil tienen acceso a los bienes, como botín de guerra, puesto que detentan los resortes económicos, sociales y políticos que el régimen les brinda. En 1956 también es el año de las primeras algaradas estudiantiles contra la Dictadura.
El resultado de la narración y su desenlace mantiene la tensión hasta el final. No decae en ningún momento. El texto se desarrolla entre la intriga y el espionaje, en medio de un contexto político propio de una dictadura. La policía política era el guardián del sistema y sus intervenciones están bien recogidas. El propio autor reconoce que los personajes han adquirido su propia autonomía, y en el curso del relato se van distanciando de los hechos reales a medida que avanza la trama, adquiriendo vida propia. El final no coincide con lo sucedido en la vida real con alguno de ellos. Javier Reverte ha optado por darles vida más allá de lo acaecido. Invoca para ello a Fernando Pessoa, el escritor portugués, que acredita que “La Literatura no es más que un esfuerzo por hacer real la vida”.
Pedro Liébana Collado