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Jorge Semprún – “Ejercicios de Supervivencia”

Libro: “Ejercicios de Supervivencia”.

Autor: Jorge Semprún

Editorial: TusQuets. Colección andanzas

Año 2012. Versión francesa

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Es difícil sustraerse al autor, a su capacidad de seducción y a sus relatos. En todos sus libros perviven y se acuñan significativos ejercicios de memoria histórica individual y colectiva.

Semprún muere en Paris en 2011. En este libro póstumo, casi un cuaderno de sus últimas referencias personales, el relato discurre como “un collage” de sus muchas vivencias.

El fondo del texto discurre bajo un relato electrizado de las torturas recibidas, las que sufrió y de las que fue testigo y sufrieron otros. Como la narración sobre esos aspectos seria insufrible por doloroso, el autor ha sabido tejer en medio de la trama un conjunto de datos y circunstancias que hacen de la lectura un guión cinematográfico, un bodegón, un anecdotario en el que superponen los recuerdos, los hechos y los motivos.

El lenguaje es directo, de una pluma poco dada a circunloquios, plagada de referencias ilustrativas, lo que la hace no solo más digerible y nutritiva, sino concienzudamente rigurosa en la valoración de cada escena. Se nota la mano de su experiencia en la redacción de guiones de cine, en su gusto por los fotogramas, por ilustrar escenas, por extenderlas como las viandas sobre un mantel en una mesa de invitados.

Algunas de las escenas son aterradoras, otras incluso tiernas, muchas solidarias. Se mezclan en ella las dosis precisas de dolor, abnegación y la entrega.

Se secuencian escenas de un Ministro, cuando lo fue, ante un conocido comisario de policía que confiesa conocerlo en una recepción, y que le confirma que ordenó seguirle en otro tiempo, y que le dieron órdenes de no detenerle, ni de matarlo. Su respuesta es de fría repulsión, mientras que en otras, transcurre en medio de una viva alegría, con 20 años, a la salida de Buchenwald, en su  última escapada, la de la liberación, en medio de un colectivo de presos armados hasta los dientes, evadiéndose por la carretera a Weimar.

Es en ésta última y pintoresca escena, cuando la muchedumbre se cruza con el primer vehículo de tropas americanas del general Patton a punto de alcanzar sus objetivos de llegar a liberar el campo de concentración. Dos militares judíos americanos liberando un campo de presos alemanes. ¡Qué paradoja¡

En otro fotograma la escena se detiene cuando en el Hotel Majestic, centro de gravedad de los alemanes en la capital francesa, Semprún contempla la ventana donde años después traducirá documentos para la Unesco, y a unos pasos, detrás de una puerta, se asoma tras el dintel de la pieza contigua, la bañera donde se torturaba por ahogamiento a los presos.

Se citan también en esta narración su detención en Francia, sus torturas en Auxerre, la de otros contactos, la omnipresente sombra de la Gestapo y su envío como prisionero al campo de Buchenwald, (Weimar) pudridero donde van a parar entre otros, los presos políticos de media Europa.

Allí conoce a algunos contactos con los que ha compartido miedos y experiencias en la clandestinidad, y a los que admira. Stephane Hessel, el diplomático, resistente como él, con quien se verá años después. La nómina es considerable, de otros dirigentes políticos y sociales franceses, alemanes y españoles.

Solo el relato de sus contactos, sus amigos, de sus compañeros de cautiverio, después retorna a sus recurrentes y conocidas peripecias por Madrid que vuelven a ocupar un espacio, quizá breve, como fantasmas entre los rincones de su mente.

Es también muy significativo que cuando el autor se ha “caído” de la labor de dirección del PCE a partir de 1963, sigue viajando a la capital, nunca dejó de hacerlo, y se aloja en Madrid con documentación falsa, como tantas otras veces, en este caso, en la  morada del poeta Ángel González, y como éste, como buen amigo, alarmado, precipitando su salida del trabajo, le insta un día a coger la maleta y desaparecer en una escena de nerviosismo evidente.

Es curioso que la policía tuvo al dirigente comunista muy cerca, casi a su merced, a escasos metros de los Nuevos Ministerios, donde el poeta trabajaba como funcionario y cuya casa distaba tan solo unos pocos metros de su trabajo.

Jorge Semprún vuelve en este breve relato una vez más, a recordar sus diez años de dirigente en la clandestinidad madrileña, con papeles falsos, proporcionados por Domingo Malagón, el mago de las falsificaciones del PCE,  burlando la vigilancia de la policía política en muchas ocasiones, y sujeto a misiones diversas, de penetración y de proselitismo, en los complejos y vigilados medios intelectuales y universitarios del Madrid franquista. Es una ráfaga, breve, pero sugerente, que invita a releer sus años en Madrid como Federico Sánchez señalado relato recogido en otras obras.

Es curioso que cuando deja el encargo en 1962 porque Carrillo decide apartarlo, no solo de la cúpula por su disidencia, sino de las tareas encomendadas, y poner en su lugar a otro cuadro político, este es detenido a los pocos meses y con él se produce, por descuido, la caída de varios cuadros políticos entre ellos del malogrado Julián Grimau. Episodio que recoge con dolor.

El libro contiene a retazos, un mosaico, una guía de referencias históricas y vivencias que se acuñan y se aplican como un envase dentro de otro, dando forma sincopada a un prolijo muestrario de recuerdos.

El próximo mes de Junio se cumplirán los diez años de su muerte. Vale la pena tenerlo en cuenta en nuestras referencias.

Semprún ha sido un escritor culto, un personaje que ha vivido la historia del siglo XX con intensidad, en primera persona, atesorando sus experiencias a través de varios países, en varias lenguas, bajo múltiples identidades, y que ha sido Ministro de Cultura de España.

Sus libros son, no solo el legado de una persona que ha vivido, sino que constituyen testamentos públicos de la historia europea.

Pedro Liébana Collado

  1. Enrique López San Lorenzo Says:

    Pedro. Eres extraordinario. «El puto amo». Tu bibliografía me deja atónito. Y, aún hoy, siento un hecho que ocurrió hace más de 15 años, donde mi palabra fue truncada por la deslealtad de muchos.
    Sepas que aún recuerdo que un día dijiste a Eduard Montesinos:»¿tú no te fías de mí?».
    Esa osadía me resultó tan veraz que desde aquél día te admiré.
    Luego, yo enfermo, organicé una asamblea. Y algunos me traicionaron. No pasa nada. La naturaleza humana. Y de ahí surgió un nuevo barón comarcal, una mesa camilla. Uno ha quedado out. Pedro Sánchez sabrá. Yo lo sospecho. Otro, desgraciadamente, falleció. Otro, inesperadamente, fue a un sitio indeseable. Y otra no se sabe nada.
    Así es la naturaleza humana.
    A veces pienso lo mucho que se desnuda Jorge Semprun. Pero en realidad es lo mismo. Al nivel que sea.
    Pedro Liébana, muchísimas gracias siempre por ti enseñanza y tu bondad.
    Fuerte abrazo.

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