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La Banca contradice a Adam Smith y su ‘Mano Invisible’

El reconocidísimo economista, filósofo y moralista Adam Smith en 1759 en su obra “La Teoría de los Sentimientos Morales” acuñó el término de La mano invisible” que perdura como noción muy ilustrativa. La idea es sinónima de la también extendidísima “Ley de la oferta y la demanda”.

Esta “Mano invisible” sería el gran motor de la economía. Se basa en el interés de las personas y las empresas por incrementar su riqueza y beneficios. También en parte de la cultura del esfuerzo “a mayor trabajo, mayor recompensa”. Su herramienta más eficaz es la competencia: “Si quiero ganar más y subo los precios, mi competencia será mas barata y perderé los clientes”.

Como moralista también defiende que no hay nada de malo en que ese incentivo sea el más influyente en la vida económica y social. Ya que indirectamente hace mejorar a la sociedad globalmente tanto en sus procesos de perfeccionamiento técnico y del conocimiento, como del incremento de la riqueza y el nivel de vida.

Pero ahora no escribo por la valoración moral. Lo hago porque me produce perplejidad ver como la “ley de la oferta y la demanda” ha fallado tan estrepitosamente en la situación de la banca europea y en particular la española.

Ha habido en los últimos años (desde el 2008) enormes hitos socio económicos que hacían predecir que “La mano invisible” de Adam Smith se encargaría de poner a trabajar en competencia a los distintos bancos en un ajuste a la baja de los costes de los servicios para los clientes. Y ha sido todo lo contrario, de ahí mi estupor. Paso a enumerar los principales elementos que debían abaratar y ajustar los márgenes:

  1.  La reconversión de las Cajas de Ahorro a bancos. Nos decían que las Cajas eran una distorsión del mercado en España y que su desaparición limpiaría el sector y optimizaría las cuentas de resultados bancarios. Y así se hizo, en 2010 existían 45 cajas de ahorros, mientras que en 2021 tan solamente quedan 5 grupos bancarios resultantes de ellas en diferentes procesos.
  2.  Las fusiones y absorciones entre entidades. Nos decían que eso era buenísimo; que la dispersión en muchos bancos pequeños aumentaba costes y que por economía de escala las fusiones bajarían costes. Además los pequeños serían incapaces de sobrevivir entre tanta competencia. No ha sido así. ¿No estamos cada vez más cerca de un oligopolio?
  3.  Cierres de oficinas. Para abaratar, se empeora el servicio reduciendo oficinas a una velocidad y cantidad enorme. De 46.662 oficinas en 2008 hemos pasado a 17.808 en 2023. Solo ha quedado una de cada tres (datos del banco de España). Es evidente sin que haya necesidad de explicarlo, que eso reduce los costes de modo exponencial.
  4.  Reducción de personal. Despidos masivos y ajustes de plantillas. De 278.000 empleados en 2008 hemos pasado a 162.740 en 2022. Esto es igualmente un enorme ahorro en la cuenta de explotación.
  5.  Incremento de comisiones. Todos recordamos como hace apenas 10 años todos los servicios a los usuarios eran gratis (o incluidos). Ahora sabemos que pagamos comisiones por todo y solo nos perdonan algunas, a los particulares que tienen cifras altas, o contratos espurios como seguros, alarmas, etc. Los ingresos han aumentado directísimamente.
  6.  Los enormes beneficios y márgenes derivados de altos intereses que cobran en relación con los bajos intereses que abonan en las cuentas y depósitos.

Es alarmante y sospechoso que esos 6 elementos de mejora de los balances, no se repercutan en mejoras a los clientes como esperaría Adam Smith.

El resumen es que los 5 grandes bancos han ganado 26.000 millones, un 26% más que el año precedente.

Y aun es más sangrante ver que cuando perdieron dinero lo pagamos todos los ciudadanos (el rescate de los bancos fue de 40.000 millones, casi 1.000€ por español) y cuando ganan se lo queda. ¿Por qué no devuelven ahora que tiene superávit los déficits que pagamos nosotros años atrás?

Y surge la pregunta, ¿Dónde está la competencia?¿Dónde la mano invisible?¿Porque tenemos la parte mala de la libertad de mercado (la desigualdad rampante) y no tenemos la buena que es unos precios ajustados por efecto de la competencia?

¿Por qué no compiten los bancos ya que les desbordan los beneficios y bajan sus márgenes o aumentan los servicios?

Cuando esto sucede en economía solo puede ser por dos razones: porque el mercado esté intervenido por el Estado (cosa inimaginable por ahora) o porque la competencia ha sucumbido a un acuerdo entre la banca conformando un cártel (según la RAE: Convenio entre varias empresas similares para evitar la mutua competencia).

¿Nada pueden hacer los gobiernos nacionales y/o europeos para corregir esta distorsión aprovechada y abusiva de la libertad de mercado? Querían que los bancos fuesen muy grandes para plantar cara a sus competidores, y muy al contrario, se alían entre ellos y plantan cara a los gobiernos que no son capaces de enderezar su enorme fuerza. ¿Dónde está la competencia salvadora y la “Mano Invisible”?

Salvador Beltrán Talamante
Publicado en Levante.emv

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