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«La calle es mía»… y la prensa, también

Han sido necesarios muchos ataques, persecuciones, acosos, silenciamientos, insultos, amenazas, mentiras, campañas de intimidación en redes, el Parlamento y en la calle a políticos, periodistas y/o a sus familias… Han tenido que pasar demasiados días, semanas, meses, años… para que la mayoría del Congreso consintiese en reformar su Reglamento y poder sancionar a los activistas de ultraderecha que, haciéndose pasar por periodistas, se dedican a boicotear ruedas de prensa y a violentar a políticos y periodistas, estos sí, que hacen su trabajo en la Cámara Baja.

Hace ya mucho tiempo, insistimos, que había que haber impuesto la democracia a estos catecúmenos del fascismo, por ejemplo, garantizando el derecho a la información de los ciudadanos/as recogido en la Constitución mediante la penalización a los sicarios de la ultraderecha, pero la lentitud de la mayoría de nuestra clase política es desesperante. Salvando la distancia infinita entre ambas cuestiones, basta con haber seguido la respuesta de nuestras instituciones, españolas y europeas, al genocidio del Estado de Israel en Gaza, decepcionadamente lenta y mojigata, insuficiente en todo caso desde hace demasiadas décadas y asesinados.

Han sido PP y Vox quienes votaron en contra este martes -y en nombre de la libertad de prensa, argumentaron sin ponerse colorados- de la reforma del Reglamento del Congreso para poder expulsar a unos vasallos, que son, en realidad, los suyos. PP y Vox los financian desde las administraciones que gobiernan y PP y Vox se aprovechan de sus bulos, acoso y violencia para intentar dinamitar a gobiernos que no son suyos porque los votantes no quisieron, por más fantasías que albergue Feijóo. ¿Cómo van a querer que se vaya una mano de obra barata y entregada a la causa de la oposición antidemocrática? Si hay jueces que se manifiestan contra leyes no redactadas por un gobierno, que abren causas y las dilatan sin ton ni son, que se creen los dueños de los tres poderes del Estado -si eres rey, en cambio, sí puedes hacer lo que te dé gana; al jefe se le respeta-; si existen fuerzas y cuerpos de Seguridad patrióticoscloacasvillarejos, fiscalías que afinan informes policiales falsos… ¿Cómo no va a haber sujetos dispuestos a hacerse pasar por periodistas para desestabilizar y dinamitar las instituciones y la democracia desde dentro? ¿No es esa la finalidad de los autoritarismos, trumpismosputinismos y otros neofascismos varios? ¿Es nuevo todo esto, acaso? El periodismo es decisivo para garantizar una democracia, por tanto, hay que cargárselo, sea intimidando a sus profesionales, desalentándolos, amenazándolos o impidiendo hacer su trabajo de control al poder.

Por más que PP y Vox traten de disfrazar de intento de censura del Gobierno esta reforma reglamentaria, lamento comunicarles que esta vez, no; que esta vez no va de políticos, esta vez va de periodistas. Y han sido muchos y muchas las profesionales, de medios de toda línea editorial, los que se han implicado y trabajado para que estos individuos perfectamente identificados sean expulsados del Congreso. Es imposible estar en contra de esta iniciativa salvo que seas uno de estos sicarios, el negociete web que los cobija o el generoso/a mecenas privado o público que los financia para su uso y disfrute.

Por eso no sorprendió en absoluto que fuera Miguel Tellado, portavoz parlamentario del PP, precisamente él, quien hablara de censura y señalamiento contra los agitadores ultras por parte del Ejecutivo. «Me parece mal que los políticos pretendan controlar lo que hacen los periodistas«, cascó pesaroso e inmutable como siempre en el Congreso, mientras alababa a los sicarios y sus webs llamándolos «medios de comunicación incómodos para el Gobierno». Habría que reírse si el tema no fuera tan serio y causara tantísimos problemas a la prensa: Tellado, la mano derecha de Feijóo aquí y en Galicia, donde los periodistas -sí, los periodistas- de la televisión autonómica han sufrido lo que no está escrito -acoso laboral, represalias, censura, marginación, instrucciones a mayor gloria de la Xunta… – durante años y años de gobiernos del PP; donde los periodistas ven que sus cientos de venres negros, viernes de huelga, acaban de desembocar en la aprobación de una ley de Prensa al más puro estilo del Ministerio de Información franquista de Manuel Fraga, fundador del PP y experto en borrados -también de personas-. Por supuesto que -sobre todo, gallegas y gallegos- hemos entendido enseguida el rechazo de Tellado y el PP de Feijóo a la reforma del Reglamento del Congreso: ese «no» es la mejor ilustración de lo que quieren hacer con el periodismo. Y sí, esta vez son pura coherencia.

Ana Pardo de Vera
Publicado en Público

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