La caza
Se abre la veda. Parece que al fin se puede solucionar uno de los temas más importantes y cruciales para este país, pues aunque a la gente normal pueda parecernos increíble, al parecer se está barajando a niveles muy altos y secretos la idea de prohibir la caza, y de paso los toros, el flamenco y otros valores distintivos de nuestra raza. Realmente no se sabe muy bien cómo, ni quién, pero sí se conoce el para qué: para quitarle a España una de sus más preciadas señas de identidad.
A mí, personalmente, me defrauda y molesta profundamente que se hayan dejado fuera del tintero al pasodoble, olvidado y en peligro de extinción, siendo por su garbo y tronío sin par, quizás la más preciada joya de nuestras propias esencias.
Aunque oficialmente no se haya dicho nada, aunque no se sepa cómo, algunos de estos leales españoles creen saber, están convencidos, de la evidencia de la existencia de una mano poderosa y maligna detrás de este viejo proyecto de prohibir la caza. También creen saber, al parecer de muy buena tinta, que todo forma parte de la archiconocida vieja confabulación judeo-masónica para cargarse el país, dando paso a modas extranjerizantes y ateas. Esta confabulación, naturalmente, debiera empezar su maligna tarea por su eslabón más débil: la caza. ¿Por dónde si no?
Menos mal que frente a los ataques de los enemigos de Espanña siempre tendremos a los buenos patriotas, a nuestros salvadores: ellos defenderán de nuevo al país, como tantas veces lo han hecho en el pasado. Que se cuide la mala gente de llevar al Parlamento o a cualquier otro lugar peligroso nuevas ideas o proyectos de progreso porque ahí estarán siempre los verdaderos españoles atentos a que no se toque ni siquiera un ápice de nuestras más preciadas y sagradas tradiciones. Pero sabemos que podemos dormir tranquilos: en el hipotético caso de que por las buenas no se pudiese impedir o frenar estos perversos designios, posiblemente y como tantas veces en el pasado, monten una santa cruzada y hasta ahí habrá llegado esa historia de prohibir la caza y otras tonterías.
Los españoles tenemos el privilegio de vivir en un país muy peculiar y único. Así cómo en los demás países de ámbito europeo existen partidos políticos de todo tipo, desde los que van de la extrema izquierda a la extrema derecha, aquí no, aquí faltan partidos de derechas, no los hay, no existen, incluso podemos llegar a pensar que, quizás por nuestro particular designio histórico no puedan existir: la prueba es que recientemente acaba de desvanecerse, tan rápidamente como un azucarillo en una charca, aquel espejismo de Ciudadanos que aparentaba intentar ocupar el espacio propio de una derecha civilizada, disputándole con suaves codazos dicho espacio al indefinido e inefable PSOE. Los pobres se han visto al descubierto a las primeras de cambio, exactamente cuándo visualizaron un sillón a ocupar. Ha bastado que los más montaraces, los generosamente financiados pupilos de Esperanza Aguirre, con el visto bueno de la FAES, lancen un órdago en Andalucía para que los Riveras y Casados se quiten del todo sus respectivas caretas y se lancen a hablar de la invasión de los refugiados, de los moros y los toros, de las malas influencias del feminismo, de la familia, del 155 y los catalanes…. y del peligro de que alguien quiera impedir algo tan sagrado como el derecho a disparar contra todo aquello que se mueva por montes, prados y marjales. Debemos estar atentos, a partir de ahora no tendría nada de extraño que llamasen a los de la Asociación Nacional del Rifle para que les montasen una franquicia aquí.
Así que, y como conclusión: a falta de una derecha que ejerza como tal, ya tenemos en cambio tres partidos de ultraderecha disputándose las esencias de la herencia de Franco, dejando abandonado a su suerte el espacio entre ellos y el PSOE, el que debía corresponder a una derecha civilizada en la que nadie cree, espacio que al parecer a nadie le conviene ni apetece ocupar.
Así que se ha abierto la veda. Se han echado al monte. Se trata, la cosa parece que va por ahí, de cazar a aquellos que pretenden impedir o dificultar el sagrado derecho de todo hijo de vecino a sacar la escopeta. Sin duda la caza es para ellos sumamente importante, esencial, vital. Sobre todo y muy especialmente la caza de votos.
Miguel Álvarez