La dignidad de la presidencia de la Generalitat
Los valencianos nos encontramos sometidos a un doble martirio. De una parte, el que procede de EEUU, del hombre anaranjado, de su opulento acompañante, del propósito que les anima: crear una nueva fase del capitalismo, transformando la economía de mercado en territorio ocupado, ordenado y manipulado por los monopolios tecnológicos. Un territorio de imperios y nuevas colonias, de libertades vigiladas, de ideologías materialistas con retóricas populistas y neofascistas.
De otra parte, sufrimos la tortura local: la que parte del día de la DANA y se intensifica cada día que pasa al ritmo de las falsedades, incoherencias y tergiversaciones que emanan del Palau de la Generalitat y su entorno más directo. Sólo Dios sabe cuántos asesores en amaños, cuántos fabricantes de realidades alternativas, cuántos investigadores de la paja ajena transitan por un edificio que tanto simbolismo guarda para el pueblo valenciano.
Aun sorteando el fango de la irresponsabilidad y la negligencia criminales, que encontrará la limpieza que merezca en los tribunales, lo que se encuentra, mientras tanto, es un gobierno valenciano cuya principal dirección parece ser la recriminación permanente y el forzado desencuentro con la Administración central, como si todo ello fuera imprescindible para que el señor Mazón se reivindique ante sus jefes o ante sí mismo.
¿Es digno de un marco de desastre, sudor y lágrimas abrir un combate del que quienes salen nuevamente perjudicados son los damnificados que intentan recomponer sus proyectos de vida? ¿Es propio de una posición digna y sensata ese despliegue de reproches cuando el bien a proteger son los intereses de los valencianos victimizados por la DANA? ¿Por qué, entonces, nos sabe a recto y necesario que los comisionados de la Generalitat y la Administración central, – “lealtad, colaboración y respeto”-, se encuentren y pongan en común su información, sus ideas, su hoja de ruta? ¿Por qué, pues, nos consuela que la delegada del gobierno plantee un punto y aparte en las agresiones verbales entre ambas administraciones mientras nos sabe a hiel el desprecio del señor Mazón cuando aprecia, en esa oferta, un signo de claudicación política?
No, el interés general de los valencianos no se encuentra protegido por el president de la Generalitat. Y el prestigio de la institución autonómica sufre su principal embate desde que reinició su andadura en 1983. Es cierto que otros de sus presidentes nos han defraudado con el aprovechamiento indecente de su posición para guisarse sus propios intereses personales y ser traficantes activos o faros pasivos de la corrupción. Pero la ineptitud mostrada el 29 O va más allá de aquella degeneración porque ha truncado vidas, familias, hogares y empresas en un primer momento; porque la disparatada guerra política de la Generalitat ha marginado los puentes de coordinación y colaboración que se precisan para acelerar la salida del desastre y transformar en evitables las amenazas futuras.
Por si ello fuera poco, vemos cómo, mientras nos lamemos las heridas de la DANA, el president de la Generalitat impulsa a toda prisa un decreto-ley para anular aquello que, con enorme modestia, pretendía reducir la bolsa de gases que provocan el cambio climático. Vemos cómo ataca la protección de l’Horta de València con otro decreto-ley, refugiándose en el falaz argumento de las infraestructuras contra inundaciones, cuando el cambio legislativo permitirá construcciones de todo tipo en aquellas zonas de huerta que se consideren “degradadas”. ¿Degradadas?: las que hay, ¡y muchas más que habrá tras el incentivo de poder construir!
Y, por si no hubiera bastante, se anuncia una nueva Ley Valenciana de Costas que, entre otras consecuencias, reducirá la protección de los pocos kilómetros de litoral virgen que nos quedan. Si primero, con la Ley de “Simplificación”, fue la reducción de la distancia de los hoteles al mar, ahora se añade esto y algo más: porque ya veremos lo que da de sí, en positivo y negativo, otro decreto ley: el de “medidas urbanísticas urgentes para favorecer las tareas de reconstrucción tras los daños producidos por la DANA” y las nuevas figuras urbanísticas que contempla.
En conjunto se materializa la clara regresión de un marco regulatorio que se ajustaba a valores medioambientales moderados, prudentes y, al mismo tiempo, coherentes con lo que la DANA nos ha demostrado: la mayor violencia y frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos a causa de ese calentamiento global del que los valencianos somos tanto contribuyentes de su intensidad como víctimas propicias de sus consecuencias.
Sin embargo, ni siquiera la contradicción entre el desarme legislativo medioambiental y la dramática proximidad de la DANA parece haber hecho mella en el señor Mazón. Sus marcos mentales son alarmantes porque no es ésta la única incoherencia: ¿hay algo más indigno que condicionar su futuro político a la reconstrucción post-DANA y, simultáneamente, dejar sin abrigo institucional al general Gan Pampols, a quien ha encomendado la planificación de dicha tarea? El president ha permitido que VOX le atacara con rudeza y dureza, guardando un silencio público atronador. ¿Hay algo más indigno en un president que el reajuste de su relato a la investigación de la jueza de Catarroja y así reforzar el terreno para que la exconsellera Salomé Pradas sea la víctima preferente de las pesquisas y responsabilidades judiciales?
Señor president, la Generalitat no es una diputación ni la Comunitat Valenciana una réplica de la Comunidad de Madrid. No obstante, mi hipótesis de trabajo es que ambas equivalencias se sintetizan en su mapa cognitivo. Algo que le proporciona ser jaleado por parte de los suyos y mantener el apoyo de los ventajistas que contemplan la Generalitat como fuente de rentas rápidas mientras usted permanezca en el Palau. Personajes, unos y otros, que incluso puede que le susurren su disposición a defenderle en la calle Génova si las cosas siguen torciéndose y su futuro se consume ante la probabilidad de una derrota electoral. Pero recuerde que es gente volátil, sin más ideología que la de sus cuentas corrientes o sus ansias de proyección social.
Señor president: en todo caso, con apoyos interesados o sin ellos, usted ha traspasado el límite de la dignidad institucional que su cargo le confiere. Se encuentra abducido por sus temores, cautivo de sus errores y desconectado de un pueblo que ya no le guarda afecto y sí mucha recriminación, como puede constatar día tras día. Devuelva a los valencianos la responsabilidad que usted no es capaz de gestionar con la altura de miras y de sentimientos morales que merece la presidencia de la Generalitat.
Manuel López Estornell
Publicado en Valencia Plaza