La emergencia de la pobreza infantil ya no es silenciosa
Fue en octubre de 2014, durante el debate sobre los Presupuestos Generales del Estado. El recién estrenado líder socialista Pedro Sánchez hizo en su discurso una referencia enfática al desafío de la desigualdad en España. Más concretamente, a la gravedad del problema de la pobreza infantil, un ángulo ciego de nuestro sistema de bienestar que se hizo emergencia durante los años de la crisis. La reacción del Partido Popular –no se me olvidará nunca– fue una mezcla de sorna y abucheos: un burlón “¡oooooh!” recorrió sus bancadas mientras al resto del país se nos quedaba esta cara de pasmo que nos dura hasta el día de hoy.
Pensé en su momento, como pienso ahora, que el problema es de ignorancia y no de crueldad. No es que un virus contagiado en el Club de Golf hubiese convertido a cerca de doscientos diputados populares en una sarta de canallas. Es que sencillamente no se enteraban, como parece que no se enteran ahora. No se enteraban de que el desempleo y los recortes habían castigado de manera desproporcionadaa las familias con hijos de nuestro país. Que la pobreza de los niños era entonces, como es ahora, mucho más intensa que la pobreza media del conjunto de la sociedad (un 35%, en concreto). Que cualquiera de esos datos hubiese debido hacer saltar todas las alarmas acerca de la eficacia de nuestras políticas públicas, que no solo no resolvían el problema, sino que llegaban a agravarlo: de acuerdo con la Comisión Europea, una vez realizadas las transferencias sociales, el riesgo de exclusión de los niños aumentaba, no disminuía.
Ninguno de estos elementos ha mejorado de manera clara desde entonces. Informes recientes de Eurostat y Unicef sitúan todavía a España en el grupo de cola de la UE en el indicador de pobreza y exclusión de los niños, con uno de cada tres menores en esta situación. Peor que en 2010 y muy por encima de la media europea. La fotografía de un colosal fracaso colectivo que afecta hoy a centenares de miles de niños y que supone un tiro en el pie para nuestro progreso futuro.
La pobreza infantil ha sido durante todos estos años lo que hemos denunciado como una emergencia silenciosa. Hasta hoy. La decisión del nuevo Gobierno de crear un comisionado contra la pobreza infantil dependiente de la mismísima Presidencia pone punto final a la neblina en la que se ha desenvuelto este asunto. Sus prioridades, presupuesto y eficacia serán objeto de escrutinio a partir de ahora, pero nadie podrá negar a Pedro Sánchez haber dado el primer paso en la resolución de un problema: reconocer su existencia.
Gonzalo Fanjul
Artículo publicado en ElPais