La generación perdida
Llevamos tiempo escuchando hablar de la generación perdida. Se ha dado en denominar de este modo a esos jóvenes que se han formado en España y han tenido que emigrar.
Hemos invertido, como país, un gran capital económico y humano para formarlos, y, al final, no hemos sido capaces, como nación, de retenerlos y aprovechar ese conocimiento que han adquirido. Muchos han emigrado para realizar funciones que en nada tienen que ver con aquellos estudios que realizaron. Se trata, sencillamente, de una cuestión de supervivencia. Otros estarán poniendo su talento a disposición de empresas u organizaciones de otros países.
La mayoría no volverá. La mayoría iniciará una nueva vida en el lugar al que emigró. La mayoría transmitirá su conocimiento, ese que tanto nos ha costado, a individuos de las sociedades en las que ahora habitan. Por tanto, no hemos perdido una generación, hemos perdido esa generación y las siguientes. Vamos a experimentar un retroceso irreparable, gracias a las políticas de austeridad que los gobiernos conservadores nos han impuesto.
Pero a los partidos conservadores eso no les preocupa, al contrario, les preocupa lo opuesto. Las personas formadas, sea cual fuere la materia en la que lo hagan, son individuos que se plantean preguntas, que buscan y solicitan información, que tienen un criterio, se convierten en personas críticas, opinan con fundamento. ¿No es eso un obstáculo para sus fines? ¿No es mejor un pelotón de personas incultas, a las que poder engañar con unas cuantas frases estudiadas?
Esa va a ser nuestra penitencia, que la generación perdida, va a dejar tras de sí un desierto de conocimiento, un terreno abonado para la España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía…
Víctor Chamizo.
Artículo publicado en Rompegrilletes.