La sombría historia de Juan Roig, el niño al que no le gustaba estudiar convertido en amo de Mercadona
Cuenta Manuel Mira, el escritor que elaboró una biografía no autorizada del empresario Juan Roig Alfonso, titulada El emprendedor visionario, editada por La Esfera de los Libros, que este valenciano nacido el 8 de octubre de 1949, amo de Mercadona, es un hombre tímido y frió de trato, práctico, directo, austero, un duro negociante, admirador de la cultura del empleo chino y donante de Faes, la influyente Fundación de Jose Maria Aznar, a la que regaló en dos ocasiones (2005 y 2012) la cantidad global de 100.000 euros.
Se cuenta en El emprendedor visionario, que un día un empleado de Mercadona descubrió casi al azar que la cerveza más vendida en el supermercado de la localidad barcelonesa de Montcada, donde trabajaba, era la que nunca cambiaba su precio. Aquel dato llegó hasta Juan Roig.
Rápidamente lanzó la campaña «Siempre Precios Bajos (SPB)», un lema que convirtió en pilar de su negocio alimentario. Esta idea era, sin embargo, una copia, como muchas otras de las decisiones que ha tomado a lo largo de su dilata historia el dueño y amo de la gran empresa alimentaria Mercadona. Roig pensaba que había inventado algo importante, cuando, en realidad, el hallazgo ya lo había hecho antes la cadena de distribución de alimentos americana Walmart, la más importante del mundo, con Every day low prices (Cada día precios bajos).
Cuenta también la biografía no autorizada de Roig que cuando fue padrino en el colegio valenciano bilingüe Caxton College de la promoción de su hija pequeña Juana Roig, fruto de su matrimonio con Hortensia Herrero, la mujer de toda su vida, regaló un ejemplar a cada una de las compañeras de su hija del libro Nunca renuncies a tus sueños, de Augusto Cury, un estudioso de la inteligencia de Jesucristo. Ahora Roig está encargada de la tienda online, un negocio nada rentable hoy en día según publicó en exclusiva elcierredigital.com.
Juan Roig es uno de los hijos del carnicero Francisco Roig, conocido como el porquero. Estudió en los Jesuitas de Valencia, donde quedó retratado como un alumno no muy brillante a quien los curas nunca hubieran imaginado como empresario de éxito y que incluso repitió el tercer curso. Ante las perspectivas poco halagüeñas, su padre se lo llevó interno a La Concepción, un colegio de los Franciscanos en el que tampoco brilló por sus calificaciones. Su primer negocio brillante fue la adquisición de Cárnicas Roig, que se convirtió en la década de los 80 en Mercadona, gracias a que Juan Roig compró las acciones al resto de su familia con un préstamo bancario gracias a su conexión con dos bancos de la zona luego bajo sospecha (Banco de Valencia y Bancaja).
Su biógrafo no autorizado, Manuel Mira, dice en su libro que Roig no habría creado su imperio si en la facultad de Económicas de Valencia no hubiera conocido a Hortensia Herrero, hija de militar, su esposa desde 1973 y la madre de sus cuatro hijas (las gemelas Hortensia y Caridad, Amparo y Juana).
Hortensia es abogada y se casó en 2007 con Jesús Ferrer Pastor, hijo de un conocido abogado valenciano. Carolina es economista, ha sido fallera mayor, y se postula como sucesora natural de su padre el día de mañana. Ámparo es arquitecta y se casó con Antonio Cabero, hijo de la Condesa de Salvatierra de Álava. Y Juana es licenciada en Administración y Dirección de Empresas, cuyo marido es Álvaro Otero, que es hijo de un prestigioso médico valenciano. Las cuatro hijas ya le han dado a Roig siete nietos.
La historia de su vida familiar y personal la recogió extensamente el diario Las Provincias de Valencia, donde se relata como Roig tiene en la actualidad junto a su mujer el 80 por ciento de las acciones de Mercadona, tras comprar el paquete de acciones a su familia. Según Forbes, tiene una fortuna estimada de 2.700 millones de euros, la quinta más rica de España.
Pero no todo en los negocios de Roig han sido luces, también hay muchas sombras. Roig no es un empresario precisamente modélico en todos los aspectos. Mercadona se basa en el éxito de las marcas blancas. El auge de estos productos más económicos permite en un primer momento abaratar la cesta de la compra, pero, según sus detractores, ha supuesto la entrada de algunos alimentos de menor calidad que los españoles. Por ejemplo, las marcas blancas de legumbres en Mercadona son generalmente extranjeras.
Igual calidad, menor precio
Mercadona ha sabido aprovechar los problemas económicos de los españoles para crecer en época de crisis. El reclamo con el que triunfaron, “igual calidad menor precio”, caló entre muchos españoles. ¿Cómo podía conseguirse mejor precio con el mismo producto? Entre las justificaciones estaba el de reducir los gastos de promoción, innovación y marketing. Sin duda que lo han hecho, con las desventajas que conlleva.
Pero en la realidad no solo es eso y aunque los productos de marca blanca cumplen los mínimos de calidad, en muchos casos ésta es muy inferior o con origen en mercados más económicos, como es el caso de las legumbres de Mercadona, que no son españolas en su gran mayoría.
Así, el precio que los directivos de Juan Roig pagan a los agricultores en China por una judía variedad “La Granja”, de la marca Hacendado, es muy inferior a comprar un producto de esta misma variedad producida en Segovia o en el Barco de Ávila.
Pero el principal problema que puede encontrar el consumidor en algunos establecimientos es que su capacidad de elección y sustitución es limitada. Y en muchos casos imposible. Lo más barato en Mercadona, generalmente, es un producto de menor calidad y de origen extranjero. Esta es la realidad que como veremos se extiende a todo tipo de productos. Para muestra un botón: Mercadona lidera la venta de legumbres de origen norteamericano, chino y hasta australiano dejando los productos españoles al margen. Por no entrar en otros productos destacados en los que elcieredigital.com ha comenzado ya una exhaustiva investigación.
«Estos gigantes alimentarios se apoyan en la ignorancia del consumidor, que pocas veces mira el origen del producto y solo se fija en la marca, en la creencia que un producto tan “nuestro” no puede proceder, como lo hace, del otro lado del Océano Atlántico», afirman. «Además, estamos hablando de alimentos típicos en los que, incluso, se lanzan campañas institucionales para fomentar su uso como parte de la dieta Mediterránea. Pero al final, las prácticas de la Mercadona presidida por Juan Roig, hacen que este balance positivo no acabe llegando al bolsillo de nuestros agricultores. Tanto por su mayor cuota de mercado en distribución, como por su apuesta decidida hacia productos de fuera de España».
Si usted cree que cuando sale del supermercado ha comprado un excelente producto nacional y apoya al agricultor español mire antes la etiqueta, seguramente esté equivocado. Y Mercadona lo sabe.
Derechos de los trabajadores
Pero no solo la actuación de Mercadona perjudica al campo español. En 2004, con la llegada de la empresa al País Vasco, el sindicato CNT ya lanzaba la voz de alerta: “Mercadona se ha construido una imagen de empresa modelo ante la opinión pública en lo que respecta a los derechos de sus trabajadoras y trabajadores. Todo resulta perfecto e idílico hasta que llega el momento de hacer uso de esos derechos… y entonces comienzan los problemas”, advertía entonces el sindicato.
En este documento, este sindicato destacaba que “tras más de una década de lucha dentro de Mercadona sabemos que es la política de la empresa presionar y acosar a la plantilla para que no haga uso de varios derechos». Entre otros ejemplos, CNT advertía que “desde la empresa y sus servicios médicos presionan y coaccionan a las trabajadoras para que no hagan uso de la baja de maternidad”. “Igualmente, cuando caes de baja empieza a funcionar su maquinaria de acoso desde los servicios médicos y los coordinadores de tienda para que vuelvas a trabajar, haciéndote sentir culpable”, subrayaban. “Son multitud los casos en que trabajadoras y trabajadores son forzados a reincorporarse a su puesto de trabajo antes de recuperarse provocando que en algunos casos la lesión o enfermedad se convierta en crónica”, destacaban.
CNT también advertía sobre las controvertidas prácticas de Juan Roig en materia de despidos. “Esta empresa suele recurrir a despidos disciplinarios e injustificados, acusando falsamente al personal de robos o insultos”, señalaba. Eso sí, cuando llegaban a juicio los abogados de la empresa siempre han intentado llegar a acuerdos con los despedidos.
El mismo sindicato contaba entonces que Mercadona “fomenta la competitividad entre la plantilla a causa de la prima de producción”, lo que obliga a las empleadas y empleados a mantener una “disciplina militar”. “Aquellas y aquellos que se nieguen a seguir a rajatabla estas órdenes, sufrirán acoso laboral y vejaciones: ya son muchos los casos de trabajadores con graves problemas psicológicos tras verse sometidos a esta situación”, indicaban.
Este sindicato fue el único que se atrevió a plantar cara a Roig, logrando incluso en el mes de diciembre de 2013, una indemnización de medio millón de euros contra doce despedidos en Valencia. La empresa de Roig inventó el despido disciplinario de trabajadores con más de veinte años de antigüedad, así se ahorraban las indemnizaciones y contrataban más barato a los nuevos trabajadores. Entre las causas esgrimidas para los despidos disciplinarios había algunas tan extrañas como haber cogido un pastelito caducado de la basura.
Uno de los incidentes más sonados fue el protagonizado por María Ángeles García y Patricia Román que fueron despedidas el 6 de junio de 2016 de Mercadona, por comerse un saladito de 15 céntimos que iba a caducar y que, por lo tanto, iban a tirar a la basura. El diario La Voz del Sur relató que todo ocurrió en este supermercado de la localidad gaditana de Jerez de la Frontera.
Según explicaba Francisco Cuevas, del sindicato CNT, ambas estaban a punto de finalizar su jornada laboral y se sentían «agotadas». Les entró hambre, y la compañera de la sección de Panadería les ofreció «un saladito de apenas 15 céntimos que estaba a punto de caducar y que iba a terminar en la basura». Ángeles y Patricia se lo comieron, pero la coordinadora las vio y las llamó a la oficina. «Les echó una bronca tremenda y les dijo que les abriría un expediente», señalaron.
Sin embargo, y a pesar de que al día siguiente «ambas acudieron a caja a pagar el saladito», unos días más tarde, el 6 de junio, «les llegó la carta de despido procedente, porque la empresa considera que lo que han hecho en una falta muy grave, un robo». Cueva añadía que «esto no ha sido más que una excusa que estaba buscando la empresa para echarlas, es una práctica muy habitual en Mercadona, que tiene récord de sentencias por mobbing».
Luis Martin
Artículo publicado en Elcierredigital
marzo 12th, 2024 at 3:53 pm
Un gigante con los pies de barro, su productividad se basa en la expansión, está condenado a crecer, solo por esta vía puede ganar productividad, la esclavitud ya fue abolida,el día que pare su crecimiento, se caen las patas que aguantan el tejado