Las abogadas
Aún no puedo opinar sobre la serie que se estrena esta misma semana, “Las abogadas”, porque este artículo es previo a su estreno. Tampoco importa, porque el mérito de la serie, en mi opinión, ya está ganado.
Reconozco sentir una enorme emoción ante su estreno y TVE nos ha hecho palpitar con la estrategia de “esconder” la fecha de emisión hasta el final.
Son muchos los méritos que recoge esta serie. En primer lugar, homenajear a unas mujeres valientes, fuertes, comprometidas que aún siguen en activo, salvo la recordada Lola González, que tuvo una vida muy complicada sufriendo el asesinato de su novio en una comisaría franquista y posteriormente la matanza de su marido en el atentado de Atocha.
Su marido que era el hermano de Paquita Sauquillo, una mujer extraordinaria. Puedo decir con orgullo que la conozco personalmente y que es una gran amiga. La he visto recientemente, hace menos de un año, cuando vino a Valencia, al Consell Valencià de Cultura, institución de la que soy vocal, a una mesa redonda sobre los 75 años de los Derechos Humanos. Allí nos presentó también el último libro que acababa de publicar, con prólogo de Federico Mayor Zaragoza, “El arte de ejercer la ciudadanía”. Porque Paquita, la siempre querida Paquita, aún no ha parado de luchar por consolidar y profundizar en la democracia.
Como tampoco lo han hecho, cada una en un ámbito diferente y próximo a la vez, Manuel Carmena y Cristina Almeida.
Sí, han sido y son mujeres fuertes, comprometidas, luchadoras, convencidas, seguramente únicas, porque así tuvieron que serlo en aquella época para sobrevivir y porque son ellas las que han ido con su valentía abriendo camino al feminismo y a la conquista de derechos de igualdad. Muchas estamos aquí porque ellas lo hicieron posible.
Ese es el segundo mérito de la serie: que podamos recordar o conocer, quienes no la han vivido, aquella época franquista con sus últimos coletazos de furia y dolor antes de llegar a la democracia. Quien piense que fueron años fáciles se equivoca. Ni siquiera lo eran para quienes declaraban ser “apolíticos” y miraban a otro lado, porque el peso de la religión católica, de la cultura impuesta, de las prohibiciones, de las legislaciones injustas, de la mantilla y los rezos, pesaba demasiado y hacía estrecha la vida. Yo era preadolescente cuando ocurrieron aquellos acontecimientos de Atocha, y no lo comprendí hasta mucho más tarde, pero sí he tenido la suerte, como mi generación, de tener ascendentes tanto familiares como profesores y amigos en política, posteriormente, que me trasladaron la memoria directa.
Tercer mérito: que la juventud de hoy conozca quienes son estas mujeres que aún están peleando, ya no por ellas mismas, sino por los derechos de sus nietos y nietas, y que no caigan en el olvido. Porque la democracia es difícil de obtener y fácil de destruir. Hoy tiene más adversarios que nunca: la desigualdad social y económica, las autocracias, las farsantes democracias iliberales, los súper ricos caprichosos como Musk, las burbujas de las redes sociales, los algoritmos y la posverdad, el populismo y la polarización, la falta de utopías, … y no conocer la historia.
Mi hija empieza esta semana a trabajar como abogada. Todo es muy diferente. Pero si no quiere perderse en medio de una bruma legislativa necesita una brújula: conocer quiénes son ellas y qué han hecho con su oficio y compromiso, puede ayudarle a no perder nunca por qué quiso estudiar leyes.
Me entusiasman las cuatro actrices que han escogido. He visto sus trabajos y me parecen jóvenes extraordinarias. Estoy convencida que para ellas esta serie será también un antes y un después. Algunas no han tenido oportunidad de conocer todavía a quienes representan. A Lola no podrán, pero que no se pierdan la oportunidad de tomar un largo café con ellas, de escucharlas, de dejarse llevar por el arroyo pasional de esas heroínas.
Gracias a las guionistas y la directora por hacerlo posible.
Muchas veces no sabemos ni conocemos quiénes son las personas que nos rodean habitualmente, qué vida han tenido, qué sucesos extraordinarios o dramáticos les han marcado, cómo han influido en su día a día y con su toma de decisiones en la historia. Los héroes y las heroínas no son de cuentos ni de tebeo. Son de carne y hueso.
Gracias Lola, Manuela, Cristina y mi querida Paquita.
Ana Noguera