Las abrazadoras de Chipko
Ante el eterno conflicto entre los intereses económicos y los derechos de uso de la ciudadanía de los espacios naturales, surgieron, surgen y surgirán movimientos en el mundo rural y en nuestras ciudades encaminados a que el desequilibrio natural a favor de las corporaciones, apoyadas en los poderes públicos como instrumentos de control, se convierta en puntas de lanzas y ejemplos a seguir para ganar el pulso desigual que se produce en todos y cada uno de los aspectos relacionados con la vida.
El movimiento Chipko es uno de los más emblemáticos en defensa de los recursos naturales, por parte de aquellas personas cuya supervivencia necesita del equilibrio del ecosistema en el que conviven.
Chipko es una palabra hindi que significa “abrazar”, y eso es lo que hacían literalmente las mujeres campesinas: abrazarse a los árboles para salvarlos.
Esa imagen, tan sencilla pero tan impactante, identifica dicho movimiento 30 años después, y aquellas mujeres de las laderas del Himalaya, que ante la política que pretendía imponer el gobierno indio sobre la gestión de los bosques, tomaron la iniciativa de abrazarse a ellos para salvarlos porque, al abrazarlos, las mujeres interponían sus cuerpos entre los árboles y los leñadores.
La pregunta es ¿cómo unas campesinas hindúes, que no tenían ninguna participación social, se convierten en las protagonistas de dicha iniciativa ecologista local?
La división de funciones, en su sistema patriarcal de organización social, mostraban las dos posturas que se observaban frente a la desforestación. Ellos son los que preparan la tierra y los propietarios de la misma por el sistema de transmisión patrilineal; ellas son las encargadas de cultivarla y cuidarla, ya que la alimentación de la unidad familiar depende sólo de la agricultura y ganadería de subsistencia que ellas practican solas. El bosque era el abastecedor de alimentos cuando las cosechas se acababan, era el que proporcionaba madera para construir sus casas, para calentarse.
Ellas toman conciencia de que el equilibrio medioambiental de su región se ve alterado por la política de tala de los bosques, con el fin de crear infraestructuras que permitan salir del aislamiento de la región.
Son conscientes de que la profusión de inundaciones, la reducción de la calidad de la tierra, se deben a la disminución de las dimensiones de sus bosques y, por eso, se abrazan a ellos, a sus ayudantes naturales.
El papel de las mujeres en la sociedad civil era nulo pero, ante la necesidad de luchar por su propia supervivencia en sus regiones, se vieron obligadas a luchar como colectivo frente a la amenaza.
Esas circunstancias las llevaron de pasar de participar en reuniones, marchas y diversas actividades, a tomar conciencia de su potencialidad como colectivo y a exigir su participación en la toma de decisiones, a nivel de comunidad, sobre su presente y el futuro de su descendencia.
A este colectivo de mujeres campesinas, activistas, las conoció Vandana Shiva en un viaje a esos bosques que bien conocía desde su infancia y esas mujeres, y su actitud, la hicieron reconsiderar todas sus prioridades vitales hasta conseguir ser una de las ecofeministas mundialmente más conocidas, pero esa, esa es otra historia…
Araceli Benito de la Torre.
Artículo publicado en la revista Con la A.