Las Derechas
A estas alturas de la vida, confieso sin rubor que soy sordo, pero soy especialmente sordo del oído derecho, lo que no sé si es consecuencia de la ideología o de la biología. Bueno, pues a pesar de ello este fin de semana me he puesto a escuchar espacialmente a la derecha.
De las tres derechas, la más extremosa, cuyo nombre me sé de memoria de lo mucho que me la meten en todos los noticiarios de todas las teles y todas las radios, nada que decir, ni nombrarla, que es lo único que se merecen estos salvajes, que, por cierto, son los de siempre, nacionalistas ellos, franquistas, vétero-católicos, lobos en manada, cabalgando tan chulos, ellos.
De los que les siguen y son y han sido casi como ellos, los peperos, lo más guapo que he oído ha sido la del declaración de Casado de que hay que votarles a ellos porque con los únicos que saben gobernar y lo mismo que antes lo hicieron pueden volver a hacerlo. No quedó muy claro que es lo que iban a repetir, porque pudiera ser aquello de que mientras Usa salía de la crisis en dos mil once, en España nos mantuvieron en crisis cinco años más, aunque quizá se refería a aquello de “nos vamos a forrar”, o solo a que con la corrupción aumentarían las inversiones españolas en el extranjero, especialmente en los paraísos fiscales a donde iban a dar las bien ganadas y opíparas comisiones.
Respecto a los naranjas, ha habido dos cosas que me han conmovido. La primera, el anuncio del señor Rivera de que, si él gana y es presidente, todos los españoles seríamos iguales, con lo que los pocos pelos que me quedan se me erizaron del todo, pensando que con las artes de este buen señor iba a desaparecer la diferencia entre ricos y pobres, y el pasmo me duró hasta que un hijo mío vino a advertirme que solo se trataba de la igualdad ante la ley, como siempre, que, por cierto, a ver si esta poca igualdad se cumple alguna vez, que ya vemos como funcionan los tribunales.
Y la segunda fué de la joven Arrimadas, que se le puede disculpar por eso de los pocos años más que por ignorancia, aunque nunca se sabe, diciendo que ellos con Sánchez, ni a la vuelta de la esquina, cosa que no hubiera dicho de haberlo consultado con el director del banco que les concede los créditos, que hasta Napoleón, que no era cualquier cosa, consultaba a los bancos antes de meterse en una guerra.
Juan García Caselles