Las piaras
Los informativos constantemente suministran datos sobre un tema del cual, a pesar de que últimamente han corrido ríos de tinta sobre ello, aún continuamos deficientemente informados. Según parece, en este país y gracias a nuestro “maravilloso” Poder Judicial, existen en estos momentos más de cien casos de “manadas” de violadores en grupo pendientes de juicio. Algunos casos dicen que lo serán en breve, pero parece que otros muchos están siendo dilatados en el tiempo y los encausados disfrutando en la calle. Bien sabido es que una justicia lenta no es justicia.
A mi entender el sistema judicial se mantiene más o menos tal cual lo dejó el franquismo, en muchos casos con los mismos carcamales de siempre, salvo los que por ley de vida se han tenido que marchar al otro barrio. Lamento tener que hablar así de un organismo del Estado, siento que parezca falta de respeto, no es eso: es que no se puede sentir el menor respeto hacia unos organismos que hacen todo lo posible para no merecerlo, salvadas las siempre loables pero escasas excepciones.
En cuanto a la prensa, entiendo y comprendo que los periodistas se hayan quedado con el término “manada” porque parece muy definitorio, económico en palabras y con una dosis no exagerada y admisible de sensacionalismo. Lo entiendo. Pero ya han pasado años de la implantación del término y, al parecer, a este paso da la sensación de que se va a quedar en la RAE como término aceptable por su uso.
Esa posibilidad es un peligro, porque se convertiría en un “éxito” para ese grupo de violadores que se han autobautizado con un nombre que ellos no encuentran peyorativo y que, al parecer, les llena de orgullo. No hay que darle muchas vueltas para darse cuenta de que al autodefinirse no estaban pensando en borregos, pensaban en ellos mismos y se ven como toros de lidia, fuertes, poderosos, tan españoles como los de Osborne.
Por eso yo propondría que fuésemos cautos con el uso del término manada y pensemos en otros, igual de potentes, pero con una carga menos “heroica” algo que fuese realmente acorde con lo que realmente son. Por ejemplo: Piara. Creo que esta palabra define mejor y sin dejar dudas ni malas interpretaciones al conjunto y a cada uno de los componentes de estas piaras de sucios cobardes y cochinos violadores.
Ser definidos de esta forma haría que el sentirse nombrados con un sustantivo más real y ajustado a su verdadera condición les molestase. Porque no es lo mismo que te llaman manada, que es el mismo apelativo que orgullosamente ellos mismos eligieron a que te llamen puerco, o miembro de una piara.
No es lo mismo.
Miguel Álvarez
Artículo publicado en El Económico Digital