Libertad y seguridad
Durante los dos últimos siglos el dilema para las clases dominadas, o sea, para los pobres en mayor o menor medida, ha sido la de elegir entre ta libertad o la igualdad. El liberalismo te ofrecía la libertad. Pero para obtenerla debías aceptar la desigualdad en la que el carácter de subordinado siempre te tocaba a tí, ya no por designio inescrutable de los dioses, sino por la “mano invisible” del mercado que no se sabe por qué, elegía siempre como beneficiados a los ricos de toda la vida.
Es verdad que para un número necesariamente minúsculo de afortunados, se podía pasar de pobre a rico porque te tocara la lotería, descubrieras una mina de oro, bailaras el tango mejor que nadie, adularas como ninguno al jefe o tuvieras el arte de hacer virguerías con el balón. Unos poquillos subían y algún descerebrado bajaba como consecuencia de su mala cabeza. Y así la sociedad se mantenía estable.
A veces algunos fanáticos se sublevaban, pero las fuerzas del orden, la implacable justicia y los diversos tipos de sermones los reducían y amansaban. El dominio del capital sobre los órganos del poder político ha sido crucial en su éxito mundial, eso que se llama globalización.
Por otro lado el socialismo ofrecía igualdad, pero sus realizaciones prácticas, entre las que no se puede situar ninguna forma de socialdemocracia, suponían inevitablemente una pérdida de libertad, como ha ocurrido con el bolchevismo en sus variadas formas. El partido único y el centralismo del poder político controlando la economía han sido sus características pero su éxito ha sido escaso, porque fue
perseguido a sangre y fuego en unos casos y en otros por la presión capitalista y su dominio de los mercados, de las finanzas, de la técnica y de la ciencia. Hasta que Mao reconstruyó el imperio chino y en poco más de setenta años pudo competir en los mercados, en las finanzas, en la ciencia y en la técnica.
Vino ahora el coronavirus y cuando ya nos sabíamos las respuestas, nos cambiaron la pregunta. No se trata de elegir entre libertad e igualdad, sino entre libertad y seguridad. Son dos formas de capitalismo, el que proclama la igualdad pero no la respeta y el otro, el chino, que tampoco respeta la igualdad pero te ofrece a cambio seguridad. Su éxito frente al virus ha sido atronador y es claro que puede pactar con los detentadores del capital, como viene haciendo desde hace ya muchos años, por lo menos desde que Felipe González le mostró la importancia de que el gato, tanto si es blanco como si es negro, cazara ratones.
Este dilema no es la primara vez que se plantea en la historia, porque tuvo mucho que ver en la aparición del feudalismo a través del vasallaje.Y posiblemente tuvo mucho que ver con la constitución de los grandes imperios como el azteca, el inca, el chino, o el egipcio que han sido los sistemas políticos y económicos mas estables y duraderos de la historia.
Así que parece que los ratones, o sea, tú y yo, tenemos que elegir entre dos gatos, y menda, a estas horas, no sabe con cual quedarse.
Juan García Caselles